Arte Sacro
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El Santo de hoy. Santos Cosme y Damián.


Etimológicamente significan: Cosme =”adornado, bello,” de la lengua griega; Damián = “domador”, también del griego.

Cada vez que se visita Roma, se siente un contraste enorme entre el Foro, plagado de dioses romanos, y las grandes iglesia que hay a su alrededor.

Una de estas basílicas es la de los hermanos gemelos Cosme y Damián. El Papa Félix IV (años 526-530) tuvo la feliz ocurrencia de mandar levantar un templo en honor de estos mártires cristianos.

El culto a estos insignes mártires se extendió pronto por la Iglesia. Eran tan amados que cuando se celebra misa y se recita el Canon I, entre los muchos nombres, aparecen los de Cosme y Damián.

Nacieron en Egea de Arabia. Sus padres eran ya cristianos. Cuando tuvieron la edad adecuada, loe enviaron a estudiar Letras y Ciencias, aunque el deseo que en ellos predominaba era la medicina. Y efectivamente, cursaron esta ciencia para entregarse en seguida a curar enfermos.

Y como buenos médicos creyentes, mientras curaban a los enfermos les hablaban de Dios con tal convicción y amabilidad que los necesitados de consuelos espirituales además de los materiales, se sentían aliviados con sus palabras de aliento.

No cobraban nada por lo que hacían. Se contentaban con vivir de la limosnas que les daban. Vale más dar que recibir, dice el Evangelio. Y ellos lo vivieron a rajatabla. Por eso nunca les faltó algo que llevarse a la boca.

Hay en la historia de la Iglesia muchas iglesias dedicadas a estos dos santos, así como hospitales que llevan su nombre.

Cuando el emperador Diocleciano tomó el cargo, se enteró que había cristianos en Egea. Entonces envió al cónsul Lydias – que había sido curado por los hermanos de una enfermedad -, tuvo que mandarlos a la muerte por orden del emperador.

A pesar de que empleó todas las argucias imaginables para que la gente los tomara como hechiceros y calumniadores contra el imperio, la gente les seguía queriendo más y más. Entonces no le quedó otra solución que decapitarlos. Era el siglo III.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!









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