Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo Ordinario
  • martes, 21 de mayo de 2024
  • faltan 327 días para el Domingo de Ramos

¡Que poquito queda! Duelo por Dos de Mayo. Alberto de Faria Serrano


 Se vierte la vida por tu costado. La remansa el ángel en el cáliz de  la salvación. Se marchita el ocaso por el Arenal. Bulle el fervor en el cancel: se condensa el murmullo de una ocasión triste pero emotiva a la vez. Febrero languidece a golpe de cinceles presurosos y martillos en la medianoche y la flamante  chácena del  Maestranza ya quisiera abrir algún día la puerta recóndita de este velatorio inconmensurable. Jamás soñarían con mejor estreno. Nuestro Mayor Dolor es el de la Madre que no se mueve del lado de su Hijo ni cuando nace ni cuando muere. Nuestro Mayor Dolor es el de la mirada compasiva de los que permanecen inertes, allí inmóviles, acompañándola en tan postrer trance. Este Mayor Dolor es fruto consustancial de la memoria cofrade.

En el arrabal de San Jacinto apenas había calor humano. En el exilio de los Terceros no cabe un velatorio donde están cenando. Prima la sencillez y la humildad del intimismo. Del mismo modo que valió un pesebre para darle cobijo a la Buena Nueva , esta esquina trasera donde se representan las miserias y las grandezas fugaces humanas, complementa este recóndito y recogido duelo: El Redentor se va tal como vino. Entre su rebaño. Rodeado de la Santa Caridad de los Hombres y del afecto entrañable de un barrio que lo ha acogido como si llevara siglos en él.

Las Aguas sagradas serán manantial específico de su corazón encendido de gules mañana al atardecer. Se escenificará el acto irreversible de su óbito en la Cruz. Hay tiempo para la serenidad de los espíritus. Las manecillas del alma aun se acompasan y el Cáliz no le será arrebatado al ángel que sí aguarda ansioso que aparezca ya la flamante canastilla dorada. Todo tiene sus poso y su pausa. El rubor del río se arremolinará cuando los penachos del Sol aparezcan por Temprado. Entonces se llamará Juan Carlos y de su pecho brotarán las aguas que extiendan la fe y la vida, pero que no alivian ni el llanto ni el Mayor Dolor de su Madre. ¡Que poquito queda!

Foto: Juan Alberto García Acevedo

 










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.