Arte Sacro
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13 de mayo. Celeste y Rosa. Manuel Jesús Roldán Salgueiro.


 ¿Celeste o rosa?. ¿Niño o niña?.¿Se le da al recién nacido el color tradicional o eso es cosas de carcas? ¿Se elige otro color para romper la costumbre?. Discusión tonta. Propia de desocupados, de revistas de moda o de tertulias televisivas de aburridos en su engreimiento. Porque es un dilema que solucionaste hace ya muchos años. Te pareció fácil. Mira que eras pequeño...

13 de mayo de 1954. Vestido de domingo. Así amaneciste para asistir a lo que te anunciaron como un día histórico: coronaban a María Auxiliadora. Aquello te pareció al principio algo sin importancia. Una corona ¿para qué? Si la Virgen ya tenía una. Tu la conocías de sobre. Tus padres te acercaban tanto a la imagen que te sabías su cara de memoria...

A primera hora de la tarde ya estabas en camino hacia la Puerta de Jerez. No lo recordabas pero entonces se llamaba algo así como plaza de Calvo Sotelo. Realmente no sabías quién era ese señor, porque lo que te importaba realmente era la gente. Nunca antes habías visto tanta junta. Una masa inmensa por la Avenida, por los jardines, por la calle San Fernando...Tu padre te hizo correr para coger un buen sitio. Allí lo viste todo. Un altar espectacular con macetas, flores, velas y banderas. Con los colores salesianos. Miles de personas. Cuando llegó el paso con la Virgen de tu colegio parecía que el mundo se acababa. Millones de palmas sonando. No se te olvidará. Tampoco la figura de aquel cardenal, el que prohibía los bailes de tus padres. Con aire ceremonioso leyó el edicto de la coronación. Te sentiste alguien importante. Sobre todo cuando se entonó aquello del “Rendidos a tus plantas....”. Para ti no había otro himno, ni otra música que te emocionara más. Miles de gargantas con el himno salesiano.

En Sevilla. Tu centro del mundo. En medio del cántico, el cardenal bendijo las coronas y el cetro de oro y piedras preciosas. Recuerdas el momento casi de memoria. Como el recorte de periódico que guardaste para el día que supieras leer en condiciones. Decía así:

“Un clamor inenarrable ascendió de la multitud al ser coronada la Virgen. Poseídos de la mayor emoción, los asistentes prorrumpieron en vítores enardecidos, al par que millares de pañuelos eran delirantemente agitados sobre aquel mar de cabezas y los abanderados hacían ondear sus enseñas. Muchos niños eran ofrecidos a la Virgen, alzados en brazos de sus padres. Había lágrimas en todos los ojos...”

Todavía hubo una emoción más. Después de ver a tu Virgen coronada un avión tiró pétalos de rosa y octavillas de alabanza. Tu padre te cogió una y tú la guardaste como un tesoro. El de un día que no olvidarás. Una corona y muchas emociones. El día que tuviste clara tu elección. Celeste y rosa...

Más info en: http://elalmanaquedesevilla.blogspot.com










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