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La otra cara de las sillas de la Campana: la opinión de los abonados


 Francisco Santiago. Mucho se está hablando en estos días de los “tejes y manejes” de la Carrera Oficial, con el quita y pon diario de sillas por parte del Consistorio y del Consejo.

El caso es que mucho hablar y poco solucionar, puesto que los únicos perjudicados y sufridores, son los que se dejan día a día, durante una semana, la piel, el dinero y a veces hasta la salud.

A groso modo, voy a comentar la opinión de un abonado con 4 sillas en el sector N (101,55 euros por silla que hacen un total de 406,20 €), que es el más grande en número de abonados y concretamente el que tiene a la espalda las Hamburgueserías. Allí día a día tienen que soportar, entre otros, los siguientes problemas de los que hasta el momento, nadie ha solucionado (desde hace ya varios años):

Tanto para entrar como para salir de este “bunker”, hay que hacerlo por el mismo sitio, que no es otro que la calle  O´Donnell. Si vienes por la Encarnación, tienes que dar un rodeo de mil pares (ya se imaginan de qué) para poder llegar al sector. Y, si además está pasando una cofradía, tienes además que levantar a todos los que están parados viendo esa cofradía hasta llegar a la puerta del sector.

El pasillo de entrada/salida hasta la silla es "super-hiper-mega" estrecho. ¡Como te coja delante una persona mayor, tardas un buen rato en llegar hasta el pasillo de tu silla, por poner un ejemplo. Igualmente, para salir al final de la jornada, otro quinario. Da para una fila. Si un día pasara algo y hubiera que evacuar rápidamente, evidentemente el aplastamiento sería lo más normal.

En el pasillo que da acceso a la silla, hay una tarima que se mueve bastante y es muy insegura, aparte hay listillos que se apalancan ahí para ver los pasos, ya que están más elevados, con lo que el que quiera pasar al servicio, o una urgencia peor, hay que hacer birguerías y nadie hace nada por evitarlo (¿para qué están los azafatos/as?).

También, si quieres entrar o salir a tu silla, tienes que levantar a toda la fila, porque por mucho que recojas, encojas o intentes hacer yoga para buscar una postura cómoda para las piernas y las rodillas, es totalmente imposible que una persona entre sin que te tengas que hacer levantarse al resto. Y, si por desgracia la persona es obesa…, imagínense.

Por último, otro de los puntos que nadie tiene en cuenta, es que las sillas están juntíiiiiiisimas (con todas las iiiii), y uno no tiene espacio para estirarte, toser (encima de alguien), o casi para bostezar… pues tienes encima al de tu izquierda, al de tu derecha, y la silla de delante pegadísima también.

Todo esto que les hemos contado, son casos totalmente verídicos (como diría el recordado Gandía y si están así los que ocupan el sector más amplio de Campana… no queremos saber cómo será el “campo de concentración” de las zonas más estrechas.

Seguiremos informando….

Fotos: Francisco Santiago










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