Avisan del corte de carretera por pedrada infantil. Juan Luis Pavón. Diario de Sevilla.
Los responsables de las redes de carreteras van a reforzar sus esquemas informativos de atención a los conductores. No sólo tienen que avisar con antelación de los cortes de carretera y desvíos de tráfico por obras, mejoras del firme, ensanche de la calzada, trabajos de señalización, etcétera, sino también informar de las rutas alternativas para evitar el lanzamiento de piedras contra las familias que van en su vehículo. O inventar una nueva señal de tráfico que indique que una vía sólo es apta para coches blindados a prueba de pedradas y troncos en llamas. Porque la que pasa junto al núcleo chabolista de El Vacie incorpora esos peligros, que ahora tienen a una niña hospitalizada en estado grave. Podríamos todos enjaretar una enorme ristra de adjetivos que califiquen este caso: lamentable, tercermundista, increíble... Mejor remediemos de una puñetera vez un gueto de inmundicia y droga, donde los menores que han hecho la salvajada son carne de cañón recortado y están marcados desde la cuna para ignorar que la vida es bella.
Imagino el agobio de los monitores de diversas ONG, como los de la Asociación Pro Derechos Humanos, que se enfrentan a muchas hostilidades para intentar que los niños del Vacie no se queden sin disfrutar de su derecho a la educación. Es muy duro luchar contra viento y marea para orientarlos lejos del (mal) ejemplo de sus familias y hacia un mundo alejado del tráfico de droga donde a su vez no sean repudiados por proceder del lumpen, y enterarse que esas criaturas tan dejadas de la mano de todos los dioses han roto el cráneo (y la inocencia) a una niña.
El alcalde de Sevilla se ha ofrecido a pagar una indemnización a la familia en virtud del principio de responsabilidad institucional solidaria. Un gesto en su estilo de buena gente que no ha calculado lo que supone de precedente equívoco, siempre con cargo a los impuestos de todos los sevillanos, damnificados incluidos. Por favor, no acabemos este desdichado caso diciendo que las instituciones no tienen ni redaños ni soluciones para evitar que los carteros no lleven su correspondencia a una barriada y para impedir que a diario en una rotonda se agreda con impunidad al primero que pase. Abajo el fracaso y la resignación, ambos achacables a toda la sociedad.
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