Amparo de mi otoño. Juan Manuel Labrador Jiménez.
Está soplando la brisa
en una tarde otoñal,
y el corazón maternal
alado nos llega sin prisa.
Otra vez el sol se esconde
por detrás del Altozano,
y como buen sevillano
me aproximo al lugar donde
nos aguarda esa Señora
de mirada tan perdida
como nuestra propia vida,
y el alma se me enamora
de ese rostro de mujer,
de esos labios con amor,
de esas manos del calor
en las que duerme el querer…
Hoy el tiempo se relaja,
pues las horas se detienen
en el momento que vienen,
con la cabeza muy baja,
esas flores apenadas
con noviembre y con su luto,
pero después llega el fruto
del sentir de las miradas,
esa Virgen del Amparo
que de sentimientos llena
a toda la Magdalena,
y que siempre tiene claro
que hay que buscar la alegría
que da al hombre su alimento.
Todo esto es lo que siento
cada vez que llega el día
de esa bella procesión
que la guardo en mi recuerdo,
pues con Ella yo me pierdo
al robarme el corazón.
Fotos: Juan Manuel Labrador y J. A. de la Bandera