Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo Ordinario
  • viernes, 24 de mayo de 2024
  • faltan 324 días para el Domingo de Ramos

El Sentimiento Cofrade. Javier Ramos Sáez


 El sentir cofrade es intemporal, es perpetuo, es de una calidez sin medida y es el devenir del sueño pasionista. El cofrade, ya sea sevillano, malagueño o gaditano... no tiene descanso, siempre está al acecho de María y de sus distintas representaciones. Está al lado de Cristo para ayudarle en la soledad de su condena que espera cada año a ser pública ante sus fieles por las calles de la ciudad. El sentir cofrade es amor, comprensión y respeto; también es una compañía inteligible en el sentido en que Nuestros Titulares están en nuestro pensamiento cada día del año. Nunca están solos porque no les olvidamos, siempre pedimos y les rezamos cuando estamos cerca de ellos.

El sentir cofrade es intemporal, como todo sentimiento, porque no precisa de edades. Es un pensamiento maduro desde que se nace. El sentimiento está latente y se presta de la fe para adquirir consistencia propia. El sentir cofrade es particular, personal e inmanente, pero que llega a trascender las fronteras de la individualidad porque ese sentir que nos ahoga no puede ser un velo que nos autiste sino que tiene que ser compartido y debe de ser vivido. El sentir cofrade es sentimiento vivo y esa viveza es esa llama que es representada por la fe y por la creencia de que Dios está insertado en cada una de sus diferentes advocaciones.

Este sentimiento, que nos llena, es uno de los más indescriptibles pero más bonito de experimentar. Hoy en día nos llaman “raros” porque esa rareza no necesita de parámetros, es algo que se nos escapa. Es no-ser vivida por todos, ya que su requisito tiene que ser la sensibilidad cristiana, es decir, llegar a la llaga de la herida de Dios. Sólo así se podrá comprender los márgenes de la Pasión de Jesucristo y llegar a poder descifrar el mensaje de su obra.

Vivimos en una realidad un poco adversa hoy día, es una especie de anomalía seguir predicando valores ya arcaicos en una sociedad de continuo avance. Quedarse en la tradición, en las costumbres y en el pasado es algo antagónico. Pues bien, no me importa encasillarme en una “tribu urbana”, enterrada en las pretéritas costumbres, ya que ese sentir, el cofrade, me llena de gozo y rebasa cada día mi sensibilidad al ver al Hijo de Dios (para quien lo crea) en el angustioso tránsito de su pasión.

Para los que sienten ese vivir, el cofrade, que no olvidéis a Dios ya que Él reside en cada uno de nosotros y es fe viva y es vida de fe.  

Foto: Javier Ramos Sáez.










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.