De Unamuno a Machado, lecciones de Religiosidad Popular. Francisco Santiago

Me resulta muy curioso como en las clases de catequesis de mi parroquia (no sé si en todas), ponen como ejemplo de personaje famoso cercado a Unamuno, mientras que la mayoría de los escuchantes se queda con la cara pasmada indicando: “¿Este en qué programa de TV sale?

Efectivamente, el filósofo Miguel de Unamuno tuvo sus más y sus menos con la religiosidad popular, prueba de ello es el famoso poema de “la puerta”:

Agranda la puerta, Padre,

porque no puedo pasar.

La hiciste para los niños,

yo he crecido, a mi pesar.

Una vez explicado lo que el intelectual de la generación del 98 quiso expresar en ella, la gente sigue con la misma cara de extrañeza pues, la verdad, no todo el mundo tiene por qué saber quién fue Unamuno y sus idas y venidas de Fe.

Lo curioso es que, si profundizamos en la Religiosidad Popular y en uno de los escritores y poetas más famosos de nuestra España, nos encontramos con Antonio Machado que, al igual que tantos otros grandes intelectuales de la piel de toro, era de izquierdas.

Pero fue precisamente Machado el que primero dio el paso que desde hace algunos años n dieronr los Neucatecumenales (Kikos para los amigos) y es dejar de lado las esculturas religiosas, pues por lo visto no representan a Dios. Es decir:

¡Oh, no eres tú mi cantar! 

¡No puedo cantar, ni quiero 

a ese Jesús del madero, 

sino al que anduvo en el mar!

Quien le iba a decir a Machado, que su poema “La Saeta”, iba a convertirse en todo un himno sin barreras políticas, entonado y musitado hasta la saciedad pero en tonos de alabanza.

Por eso siempre digo que la religión va mucho más allá de la política o de las creencias ideológicas. Uno sabe bien lo que es y lo que quiere ser, tal y como nos enseñaron a conocer  “la fe de mis mayores”.

Foto: Javier Montiel