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Procesión de impedidos de la Archicofradía Sacramental del Sagrario: el divino consuelo de Jesús Sacramentado


Juan Manuel Bermúdez Requena. Mañana de alboroto de niños carráncanos entre lienzos de Matías de Arteaga; monaguillos revestidos de rojo sacramental y blanco pureza van tomando de manos del prioste los distintos paramentos litúrgicos que portarán en un cortejo cuya inocencia no alcanza aún a comprender, porque a esa edad el concepto de Cristo como eucarístico alivio de su Iglesia sufriente es un misterio tan lejano como difícil de entender.

Tras la misa de diez presidida por el párroco Manuel Cotrino Bautista, la campana del muñidor comienza a anunciar por la avenida que Dios sale a la calle. Y lo hace con la prestancia de siglos que esta Archicofradía Sacramental del Sagrario imprime a sus cultos eucarísticos, como es debido, con valentía en unos tiempos difíciles tanto en la sociedad civil como, por qué no decirlo, incluso dentro del propio estamento eclesiástico con algunos sectores que muestran indiferencia –cuando no contrariedad- contra este culto externo al Santísimo Sacramento; como si no se hiciera a mayor honor y gloria de Jesús Sacramentado.

Cuánta riqueza, cuánta belleza y qué catequesis tan profunda hay en el cortejo de esta procesión de impedidos –u otras más modestas en ornato pero igual de dignas-, particularmente en el cortejo litúrgico que precede al palio, con la impresionante variedad de enseres para una liturgia que recuerda a aquellos tiempos casi perdidos donde, comenzando por el sacerdote, siguiendo por los ministros y terminando por los fieles, se tenía sumo cuidado en simbolizar catequéticamente por signos externos el debido respeto a lo sagrado.

En la escolta de autoridades formaron la Real Maestranza de Caballería de Sevilla –representada por los caballeros maestrantes Luis Manuel Halcón de la Lastra y Marcelo Maestre de León-, el Ejército y el Consejo de Cofradías –representado en esta parte del cortejo por Carlos López Bravo-.

El itinerario de este año fue algo más largo de lo habitual, por el número de enfermos e impedidos atendidos, superior al de otras veces, y la distancia entre los domicilios de la extensa collación, agradeciendo la Archicofradía a las representaciones corporativas de las hermandades de la feligresía su participación. Nuevamente el acompañamiento musical corrió a cargo de la banda de música “Bienmesuena” de la localidad de El Saucejo, siendo muy destacable la calidad en la interpretación de las marchas procesionales de esta formación musical.

Si el Papa Francisco pide una Iglesia en camino, una Iglesia en la calle que haga que la sociedad vea a cristianos que no se avergüenza de seguir a Dios, claro que tiene sentido esta procesión: la parroquia, no privadamente sin que nadie se dé cuenta, sino pública y solemnemente representada por su párroco y todas las instituciones parroquiales, visitan a sus hermanos impedidos para llevarle el don más preciado que tiene la Iglesia en la tierra: la Sagrada Eucaristía, Jesús sacramentado divino consuelo del que sufre la enfermedad, la ancianidad, la soledad, etc., y así todos compartamos unidos, esta mañana al menos, el mismo banquete eucarístico.

Claro que tiene sentido: “para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn. 17, 20-26).

Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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