Arte Sacro
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Onda Cero Sevilla emite hoy desde la Plaza del Duque la última entrega de "Los Cuentos de la Zambrana ", narrados por Carlos Herrera


Arte Sacro. A partir de las 12.35 horas de esta tarde, y dentro del espacio "Sevilla en la Onda", se emitirá el quinto y último de los relatos cofrades narrados por Carlos Herrera: En esta ocasión, un niño, Pablo descubre la rampa del Salvado, y la Gloria a la que la misma rampa conduce.

En esta ocasión, el programa se emite desde la Plaza del Duque, donde los oyentes pueden acercarse a recoger los regalos que ha preparado la emisora, y entre los que se cuenta un CD con los mejores momentos de la anterior edición La Zambrana.

Además, en el espacio regional Ruedo Andaluz, presentado por Susana Valdés, y que Onda Cero emite de 7 a 8 de la tarde,hoy Viernes de Dolores, volverán  a emitirse los mejores momentos de la presente edición.

"Los Cuentos de La Zambrana" cuentan además con la colaboración de oyentes cofrades de Onda Cero que prestan sus voces a los personajes que componen la historia, junto con la de Carlos Herrera.

Los relatos llevan la firma de Óscar Gómez, y la producción del espacio corre a cargo de Chema García.

La Zambrana de Onda Cero comenzó su andadura en el mes de marzo de 2001, semanas antes de que Carlos Herrera pronunciase su recordado pregón de la Semana Santa de Sevilla. Desde entonces y hasta la presente edición, ha ido cambiando en formatos, desde la entrevista al reportaje, y ahora al relato literario, tratando siempre de buscar la originalidad en la puesta en antena de los temas abordados, y el rigor en las investigaciones realizadas.

A continuación, y en exclusiva, Arte Sacro te adelanta las primeras líneas del relato que hoy podrás escuchar en las voces de Carlos Herrera y de sus oyentes:

La llegada de la Primavera trae a Sevilla muchos símbolos que nos avisan de que la Semana de Pasión está cerca: los naranjos teñidos de nívea blancura, aroma penetrante de azahar; suben las temperaturas y el sol recobra su soberanía, perdida las húmedas y neblinosas mañanas del invierno del Guadalquivir.

Las calles del casco histórico se llenan de un enjambre de cofrades que visitan besamanos, poseídos de un renacido sentimiento que en muchos de ellos no murió ni siquiera en los más calurosos meses del calendario, los que tan alejados quedan de la estación de las flores y de sus sensaciones.

La Luna crece por primera vez desde el equinoccio del 21 de marzo, hasta que llegue en el Viernes Santo, a la Parasceve, la primera luna llena de la Primavera, en la que conmemoramos la Muerte de Jesucristo.

La ciudad modifica su fisonomía, y nos trae además otros símbolos, otros signos, que lo que nos dicen es que la llegada de la Semana Santa es inminente: la efímera construcción de los palcos, el cese de los ensayos de costaleros para dar tiempo a los priostes a que acometan el montaje de los pasos, escaparates de confiterías adornados con parihuelas en miniatura y nazarenos de caramelo, capirotes, costales y sandalias en la calle Alcaicería, balcones a los que la impaciencia engalana con los colores de Sevilla, corinto y albero, pero sobre todo y por encima de todo: la rampa del Salvador.









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