Los pasos perdidos. Antonio Sánchez Carrrasco

Cualquier Cofrade que lea el título no se parará a pensar en los posibles significados de la frase que lo forma. Directamente pensarías en todos aquellos pasos que por la pandemia hace dos años que no ves por la calle. Eso actualmente, en otro momento aquellos huecos que quedaron por marcar en el programa de papel porque ya no se podía más o porque al día siguiente se levantaba uno temprano y no daba para verlas todas.

Lo de los pasos perdidos es una expresión ampliamente usada. Como en aquella novela de Alejo Carpentier en la que el protagonista trata de encontrarse a través de la música y huye de la ciudad,  su ciudad, en la que abundan los estereotipos y cánones, (de que me sonará a mi eso). Y el tipo se va a la selva a buscar el origen de la música. Son pasos perdidos los que no das o los que das sin que sirvan para nada. Como los que se dan en el salón de los pasos perdidos del congreso de Diputados, pero bueno no sigamos por ahí.

Para los jartibles, los que somos jartibles porque la Semana Santa es nuestro motor, por pasos perdidos no sólo nos quedamos con los pasos también las imágenes que llevan encima. Hace unos días hemos sido testigos del intento de cambio de la Virgen de la Cabeza y como todos sabemos se ha quedado en nada. No ha sido un paso perdido por menos de 30 votos.

Es tan fino el hilo que une devoción y calidad artística y a la vez tan ancho. Porque no sólo es esa dualidad, también intervienen las redes, los medios y el resto de la Sevilla cofrade que en términos tan importantes como el arte Mariano y la devoción  a la Virgen en las Siete Palabras tienen una opinión tan formada..., tan formada como la tengo yo sobre la cría del berberechos salvajes en cautividad. 

Pero que nos gusta un aquelarre, una mesa de camilla comentadora con más mala baba que el que pone más tornillos de los necesarios en los muebles de IKEA. Porque en esta Ciudad de las Siete Palabras somos todos y licenciados en arte también.

Cada sevillano lleva en su alma un prioste o un hermano mayor, o un hermano de las Siete Palabras..., con que facilidad damos nuestra opinión aunque no sea respetable. Porque no todas las opiniones valen para todo.

Sólo deseo que los hermanos de las Siete Palabras hayan cerrado ese capítulo de una vez y dejen de dar pasos perdidos, y que siempre en una cofradía la devoción prime sobre la estética es una buena noticia, al menos para los que somos creyentes y pensamos que esto va de devoción más que de afición. Aunque a veces la fina línea que separa a ambos conceptos se difumine como los pasos perdidos de la novela de Carpentier.

Foto: Antonio Sánchez Carrrasco.