Arte Sacro
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De los históricos corralones a los polígonos industriales. José M. de la Hera. Diario de Sevilla.


"A mí desde luego no me va a jubilar la Administración". Manuel Carmona, 67 años, lleva toda la vida esculpiendo la madera en el corralón de Castellar donde se inició en el oficio hace la friolera de medio siglo. En su pequeño taller han tomado cuerpo todas las imágenes del retablo de la ermita del Rocío y muchas otras tallas sagradas que hoy se veneran en iglesias de Dos Hermanas, Málaga, Cádiz y Extremadura, tierra natal de un escultor que llegó a Sevilla cuando todavía era un niño.

En su opinión, es responsabilidad de los poderes públicos acondicionar y recuperar los corralones de artistas y artesanos "para conservar las costumbres y tradiciones de Sevilla y potenciar que trabajemos en el centro de la ciudad", dice. "En un polígono no es lo mismo; los artistas no se inspiran y los artesanos trabajan peor".

El PGOU prevé la recalificación de estos suelos para uso residencial, una medida que no sólo afectaría a este corralón, sino también a la vecina Fábrica de Sombreros y al corral de la Plaza del Pelícano.

Sonia Retamero llegó hace dos años a las antiguas caballerizas del Palacio de las Dueñas, donde trabaja el esmalte y el metal en una nave alquilada junto a otros nueve artesanos. A sus 25 años, esta jerezana vive fundamentalmente de las ferias de artesanía donde vende sus pendientes y colgantes. Paradójicamente, estudió Arquitectura, pero durante sus años en Italia conoció el mundo de la artesanía y decidió dar un nuevo rumbo a su vida. "Este trabajo está mal remunerado, pero te da más libertad y es más humano que trabajar en una oficina", asegura. Sin embargo, "aquí no se valora a los artesanos", se queja.

Representante de la Plataforma de Artesanos y Artistas del Casco Antiguo (PACA), comenta que este enclave alberga un uso artesanal desde finales del siglo XIX hasta hoy. El futuro de los 16.000 metros cuadrados que forman el corral es más incierto.

En la actualidad, muchos de los 60 talleres están abandonados a pesar de que "todos los días viene gente a preguntar". La razón: "Hace un año que el propietario ha dejado de alquilar los que se quedan vacíos". Aun así, unos 50 artistas y artesanos siguen trabajando en el número 52 de Castellar. Entre éstos se encuentran los doradores Manolo y Antonio, que desde hace 42 años se dedican a dorar pasos y molduras en su taller, dando empleo a otras ocho personas. "Aquí estamos muy bien, y hasta ahora no nos hemos planteado irnos al polígono de Arte Sacro", afirman. Sin embargo, este nuevo espacio será finalmente el emplazamiento de muchos de estos artistas y artesanos.

El escultor Jaime Babío lo tiene claro. Discípulo de Antonio Dubé durante seis años, montó su propio taller de imaginería religiosa en 2001 en uno de los bajos del corralón. Ahora sabe que más temprano que tarde tendrá que emprender el camino desde el centro hacia San Jerónimo, aunque "me encantaría quedarme aquí; pero si van a estar allí los doradores, los tallistas...".

Su contrato de alquiler se renueva "automáticamente todos los meses". De momento. Lo único que pide es que lo dejen trabajar, al menos, hasta que pueda mudarse. De lo contrario, tendría que organizar "dos traslados en poco tiempo, con el trabajo que conlleva", explica.

Babío ha hecho imágenes para las provincias de Jaén, Cádiz, Murcia, Canarias y hasta en Nicaragua se venera un Cristo que salió desde este taller. "En este corralón trabajaron Ortega Bru y Manuel de los Ríos", recuerda con nostalgia este joven escultor sevillano de 32 años que ha decidido ya que su futuro profesional estará en las instalaciones de Arte Sacro.

Si se cumplen los plazos previstos, el Parque Empresarial de Arte Sacro y Afines estará terminado a finales del año que viene o principios de 2008. Tendrá una superficie de 19.000 metros cuadrados útiles y un edificio polivalente de 3.000 metros.

Sus defensores argumentan que las nuevas instalaciones serán más modernas y cómodas para los artistas y artesanos y fomentarán un incremento en el volumen de negocio. En total, el polígono tendrá capacidad para albergar unos 90 talleres, aunque se han recibido ya más de 120 solicitudes de profesionales interesados en instalarse junto a la carretera de Brenes, en la zona norte de la ciudad.

La representante de la PACA, sin embargo, se resiste a abandonar el casco histórico y anuncia que las movilizaciones se irán endureciendo si la Gerencia de Urbanismo no da marcha atrás. "A algunos compañeros los han echado ya de tres sitios distintos y dicen que de aquí no se van; están dispuestos a todo, incluso a ponerse delante de las máquinas", advierte.

Cuando llegaron a la calle Castellar, la nave que alquilaron en la primera planta del inmueble estaba "llena de basura, ratas y escombros". Ahora, cada artesano tiene su rincón en un espacio diáfano donde se fabrican títeres, vasijas de barro, vidrieras, máscaras, pendientes, prendas de seda pintadas...

Retamero asegura que el Ayuntamiento ignora la realidad de los corralones. "La Gerencia de Urbanismo tenía un censo de artesanos de 1996, totalmente obsoleto", explica. Dentro de unos días celebrarán un nuevo encuentro con los responsables de la política urbanística de la ciudad, aunque no albergan muchas esperanzas. "A mí llegaron a decirme que me fuera al polígono Calonge –denuncia– pero nuestro trabajo requiere espacios donde entre luz y que sea fácil salir a la calle, porque hay cosas que no se pueden hacer aquí dentro". Su contrato de alquiler vence en agosto, y teme que no haya renovación, como le ha ocurrido antes a otros compañeros.

En previsión de lo que pueda ocurrir, la PACA –constituida hace un par de meses– está llevando a cabo una campaña informativa y de sensibilización entre artesanos, pequeños industriales, artistas, músicos... Además, han pedido el apoyo a los vecinos y asociaciones de los barrios más afectados por la medida: San Luis, San Marcos y San Julián.

Denuncia que el "cambiazo" responde a intereses lucrativos y se ha realizado después de la exposición pública del Plan, hurtando a los ciudadanos la posibilidad de presentar las alegaciones que consideraran oportunas. "Una veintena de asociaciones reclamaron en vano que se expusiera nuevamente antes de su aprobación provisional para evitar situaciones de este tipo", recuerda la plataforma.

En opinión de Sonia Retamero, la existencia de los corralones de artistas y artesanos "añade riqueza y peculiaridad a la zona" donde se ubican porque "son una manifestación todavía viva de la actividad industrial que los caracterizó en el pasado". "El barrio tiene razones; defiende sus corralones", reza una bandera en su taller.

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