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Liturgia de la presentación: una Caballería 'rusticana'. Francisco Correal. Diario de Sevilla


La lírica del camino se hace épica en la liturgia de la presentación. Es un protocolo casi castrense. Caballería rusticana en esta ópera prima de los rocieros debutantes. Simpecados, estandartes, gallardetes. Tropa pacífica por la gloria de la Reina de las Marismas. Huestes gozosas, ejército de las mil cabezas que hace suya la leyenda que reza en la casa-hermandad de Rociana, la más etimológica de todas, la sentencia lapidaria bajo la campana, sobre el simpecado: Que todo el mundo sea rociero. No confundir con: Que todo el Rocío sea mundano.

La épica vuelve a ser lírica cuando entran los hermanos de Moguer. Una de las carretas, lección de literatura en las arenas, lleva a modo de contraseña unos versos de su paisano Juan Ramón Jiménez: "Allá vienen las carretas. / Lo han dicho el pinar y el viento. / Lo ha dicho la luna de oro, / lo han dicho el humo y el eco". La aldea está llena de Plateros derrengados que darían su ración de alfalfa por un amo como Juan Ramón. En el medio siglo de su galardón, el único Nobel rociero. Un título que no tienen ni Camus ni Hemingway, ni Steinbeck ni García Márquez. Con lo que esto tiene de Macondo.

Por megafonía se recomienda orden y economía de tiempo a los hermanos. La caballería, de cuatro en cuatro. La hermandad de Huelva entra con la Asociación Rociera de Salamanca. Deberían traer versos de Unamuno. La ruta de la Plata convertida en trocha para hermanar a Guijuelo con Jabugo, al Litri con el Viti. La hermandad de Coria, tan vistosa como siempre, apadrina a Santa Fe, que tiene la bula pontificia de los piononos.

Presentación por orden de antigüedad. Humildad y Paciencia. Santiago Herrero, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía y hermano mayor de las Penas de San Vicente, llega con Triana. Su predecesor al frente de la patronal, Rafael Álvarez-Colunga, vendió su casa en El Rocío. Una pérdida para quienes disfrutaban de su hospitalidad. Era un oasis en este desierto, un curioso falansterio en el que nadie era más que nadie, donde se practicaba una especie de comunismo de ricos. Un termómetro de ricos nuevos, de nuevos ricos y ricos de toda la vida. A la postre, tipos de pobres.

Es el tiempo de la ubicación. La teología se hace topografía. Cada casa es un mundo. Días de convivencia, de nuevas amistades. En la calle Villamanrique hay una caseta donde se da el perfil del profesional liberal. Un consulado abierto en el que un Rocío ves a Luis del Sol y otro a Rancapino. Felipe Luis Maestro, director de Fibes, se multiplica en afanes de anfitrión. Rosamar Prieto, delegada de Economía, reparte las papas aliñás. Que no se calienten. Se colocan para la foto: en una esquina del grupo, discreta, Mari, que también sin ruidos salía en la foto de la tortilla con Felipe, Alfonso, Chaves y Luis Yáñez. Es la esposa de Curro Rodríguez, que fue concejal en las primeras legislaturas.

En la Plaza Menor, 12 parejas entraron en tratos con Florido, un almonteño que sigue bautizando esta casa rociera de amplio salón y salmorejo de primera. Ángeles es la samaritana del garbanzo con menudo. Joaquín Delgado-Roig, uno de los socios, tiene una relación muy directa con la aldea: su padre, el arquitecto Antonio Delgado-Roig que trabajó hasta los 98 y murió con los 99 de Ramón Carande, diseñó con su socio Alberto Balbontín la ermita del Rocío.

La banda de Huévar interpretó el himno nacional tantas veces como hermandades hicieron su presentación. Con el balcón que recibió a Juan Pablo II lleno de sacerdotes. La fe también mueve estas montañas de arena, serranías de dunas en las que los caballos son hipocampos de marisma. Plateros sin bibliografía.

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