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Liturgia. El Miércoles de Ceniza. Jesús Luengo Mena


cenizaDía de ceniza e inicio de la muy sagrada Cuaresma: he aquí que vienen días de penitencia para la remisión de los pecados, para la salvación de las almas; he aquí el tiempo favorable, en el que se asciende a la montaña santa de la Pascua (elog. del Martirologio Romano).

Hoy, miércoles 14 de febrero, es Miércoles de Ceniza. Ése es  un día privilegiado litúrgicamente hablando, ya que en la tabla de los días litúrgicos según la precedencia aparece en el segundo grupo, al mismo nivel que los domingos de Adviento o la octava de Pascua por ejemplo. Es día de ayuno y abstinencia –como el Viernes Santo– y la Liturgia nos presenta el rito, característico, de la imposición de la ceniza. Con este Miércoles da  comienzo la Cuaresma, tiempo de oración, ayuno y conversión.

En la misa de este día se bendice y se impone la ceniza, hecha de los ramos de olivo o de otros árboles, bendecidos el año precedente. Se omite el acto penitencial, que se sustituye por la imposición de la ceniza, después del Evangelio y la homilía. Tras una oración, el sacerdote impone en la cabeza o la frente la ceniza a los presentes con cualquiera de las dos fórmulas que propone el Misal: Convertíos y creed en el Evangelio o bien Acuérdate de que polvo eres y al polvo volverás. Es conveniente que el sacerdote presidente también se la imponga o le sea impuesta por algún fiel. Debe ser el primero en dar ejemplo de que se suma también a ese camino de conversión. Después sigue la Oración de los Fieles y sigue normalmente la Liturgia Eucarística.

No se dice el Credo. Litúrgicamente comienza a usarse el Leccionario II y el color morado para las vestiduras.

También existe la posibilidad de imponer la ceniza fuera de la misa. En este caso debe ir acompañado el rito con una Liturgia de la Palabra.

Los días posteriores a este miércoles, hasta el primer domingo de Cuaresma, se llaman jueves, viernes y sábado después de Ceniza.

ceniza

Haciendo un poco de historia del rito de la imposición de la ceniza diremos que, este rito, al principio, se limitaba a los penitentes públicos, o sea, al grupo de pecadores que recibirían la reconciliación el Jueves Santo. Desde el siglo XI comenzó a aplicarse este rito a todos los cristianos. Toda la comunidad se reconocía pecadora y se convirtió en un gesto de conversión cuaresmal. La ceniza nos recuerda nuestra condición débil y caduca. Además, somos pecadores.

En el Antiguo Testamento hay numerosos ejemplos del uso de la ceniza como elemento penitencial y de arrepentimiento. Baste esta cita: Josué desgarró sus vestidos, se postró rostro en tierra y todos esparcieron polvo sobre sus cabezas y oraban a Yahvé[1]

Vamos a continuación a recordar las normas sobre el ayuno y la abstinencia.

La abstinencia de carne o de otro alimento dispuesto por la Conferencia Episcopal se debe guardar todos los viernes del año, que tienen siempre carácter penitencial y no sólo los viernes de Cuaresma, como suele creerse. Los viernes que no son Cuaresma se puede sustituir la abstinencia por prácticas piadosas, no así los viernes cuaresmales. Ayuno y abstinencia serán solamente el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. El Sábado Santo se recomienda también guardar el ayuno y la abstinencia. La ley de la abstinencia obliga a los mayores de 14 años y la del ayuno a los mayores de 18 hasta los 59 años.

El ayuno consiste en hacer una sola comida al día y algo de alimento por la mañana y por la noche. La abstinencia se refiere a productos de carne u otros. El sentido es de renuncia voluntaria de algo que nos agrada y ofrecerlo para los necesitados, además de un sentido penitencial. No se trata pues de un acto masoquista ni de renunciar o hacer sacrificio por el hecho de hacerlo. El ayuno y la abstinencia no son un fin en sí mismo, más bien deben ser un reflejo de la actitud interior de conversión. Como la ley del ayuno es única e indivisible, una vez quebrantada –culpable o inculpablemente–, se podría seguir comiendo sin que por ello se cometiera una nueva falta. No sucede lo mismo con el precepto de la abstinencia, ya que se faltaría a ella cuantas veces se quebrantara ese día.

ceniza

Las respectivas Conferencias Episcopales pueden determinar la manera en que se cumple el ayuno y la abstinencia, y sustituirlo en todo o en parte por obras de caridad y prácticas piadosas[2]. Por ese motivo, en muchas diócesis, el obispo considera que acudir o participar en las procesiones que efectúan las cofradías es un acto piadoso, que sustituye al ayuno y a la abstinencia y dispensa a los fieles de esa práctica, pero entendiendo que se refiere solo a aquellos que participen devotamente en los actos de religiosidad popular.

 

[1] Jos 7,6

[2] CDC nº 1249 y siguientes.

Fotos: Francisco Santiago.

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