Manuela Gila protagonizó el Proemio Cofradiero del Museo que pronunció su padre Antonio
Juanma Labrador. No quedaron asientos libres en el patio de la antigua Audiencia de Sevilla, hoy sede de la Fundación Cajasol, para escuchar este pasado jueves 29 de febrero a Antonio Gila Bohórquez en el Proemio Cofradiero que cada Cuaresma organiza con brillantez la Hermandad del Museo junto a la Asociación Plaza del Museo Entorno, a pesar de que el inicio del acto fue relativamente temprano, las ocho de la tarde, pero nadie quería perderse esta cita para disfrutar de la oratoria de este joven poeta que fuera en 2013 pregonero de las Glorias de Sevilla. Realizó una disertación sentida y emocionante, propia del estilo de este médico y cofrade de San Bernardo y del Gran Poder que, en su día, obtuvo el Premio Extraordinario Fin de Carrera y el Premio de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y el “Ciudad de Sevilla” a la Excelencia Académica.
Comenzó con un intenso y largo romance dedicado a la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo, en cuyos primeros versos decía:
"Tú, Hombre con esas llagas
que aletargas toda vida
ante la muerte profunda
de un sudario que se estira
cual mortaja sobre el mármol
que frío queda. Y mira,
Tú, que clavas en el cielo
la mirada sin sonrisa,
el estupor sin consuelo,
el dolor de cinco heridas
con ribetes de amargura
dibujando tus mejillas,
sazonando todo el aire
en esta noche vacía".
Y remató este arranque levantando el proemio a los cielos como cuando se levantan nuestros paso en Semana Santa al golpe del llamador...
"¡Pa´rriba fuerte Señor!
¡Con tu luz fuerte pa´rriba!
Con tu rostro siempre al cielo,
y que sean las tulipas
de tus altos candelabros
las que enciendan esta chispa,
tu sudario desplegado
el anuncio de esta cita,
cada curva de tu cuerpo
una revirá infinita,
los Apóstoles del paso,
pregoneros de por vida,
y el INRI que te corona
una lección que nos grita
¡Sí a Cristo! ¡Sí con Cristo!
Sí, firmeza y valentía.
Y con tu venia Señor,
y sólo si Ella es la guía,
nos presentes a tu Madre
y sus Aguas nos bendigan
y entonces todo comience
desde sus manos tranquilas.
¡Pa´rriba fuerte Señor!
¡Con Ella y contigo arriba!
¡Seréis por siempre el Proemio
de esta Ciudad de Sevilla!".
No tardó en salir la gran protagonista del discurso de Gila Bohórquez, su recién nacida promogénita Manuela, a la que le dijo que "Ahora que tu mente no es más que el milagro que tu madre y yo ideamos para verte, ahora Manuela, quiero contarte esto que en un futuro, espero no muy lejano, puedas leer y ver con los ojos inocentes de quien no entiende pero ríe. De quien no comprende pero te abraza. Sevilla, Manuela, el sinigual vergel en el que diste tu primer suspiro, es un ideario de bellos trazos que conjugan el mejor de sus lienzos por primavera. Porque esta primavera de Sevilla enciende de azucenas tu sonrisa, lo he visto sin ser aún primavera". El exaltador repasó para su hija, cronológicamente, la Semana Santa desde el Viernes de Dolores, y en el Domingo de Ramos concluyó su poesía a las plantas de la Amargura.
"Los pabilos se iluminan
mientras la luz los acuña
a los sones de la marcha
que lentamente perjuran
que otro Domingo de Ramos
muere en silencio y a oscuras.
Cuatro zancos en el cielo
para elevar tu hermosura
mientras Sor Ángela escribe
tu gran nombre en la clausura
con Font de Anta tras el fondo
que te llama en su batuta.
Los cuatro zancos a tierra
con Ella quedan mis dudas
plantándolas en la Palma
a los pies de mi Amargura".
El proemio fue un claro reflejo de lo fugaces que son los días sacros, recorriendo el Lunes y el Martes Santo casi en una misma "chicotá" que "arrió" ante el Cristo de la Buena Muerte en este año del centenario fundacional de su cofradía universitaria.
"El Profesor Titular
y el Decano de su Templo,
aquel que surca el Alcázar
y el Postigo en el recuerdo,
el que llevan entre hachones
yendo la luz en el centro.
Esa es la Fe de Sevilla
la que se postra en su Cielo,
para que entren los aromas
de romances y sonetos,
para que toquen campanas
y se alcen los costaleros,
para que suene la música
tras el culmen de lo bello,
para que todos sus hijos
la Salve pongan sus besos.
Cristo de la Buena Muerte
sé la Fe de nuestro Credo,
y pon tu Cruz en la calle
con tu VIDA sobre el pecho".
Y llegó el Miércoles Santo... como llegará el primero de toda su vida para Manuela, la jornada en la que sale la cofradía de su padre, San Bernardo, recitando uno de los poemas más intensos de la noche, culminando de este modo el romance:
"Es así como yo llevo,
mi Semana todo el año,
sobre los pies y de frente
y mi corazón de mando,
pues sostienen esos ojos
muchos rezos consolados
cuando sienten impacientes
el derribo más humano.
Los enfermos de Hospitales,
buscan en Él el milagro,
la Salud en esta vida
para verlo sobre el paso.
Buscan en Ella el consuelo
de un Refugio inesperado
en el que poner sus penas
y perdonar sus pecados.
Le dirás al Miguelete:
Alza cañones bastardos
y todo aquel Regimiento
de batidores lustrados.
Coge bien el botafuego,
las bayonetas, al mando,
y pinta calles de rojo
con artilleros armados.
Esa es tu Semana Santa,
la que me dictan sus labios
cuando piso cada Miércoles
mi Barrio de San Bernardo".
El sueño de la Semana Santa pasa volando, como lo hacen los vencejos el Jueves Santo entre los Sagrarios, dando paso las horas a la madrugada de la más honda Pasión, la de la Esperanza que late antes de que el tiempo alcance la Pascua de la Resurrección, y así, Antonio Gila se encaminó con su hija hasta la Esperanza de Triana mediante unas sentidas cuartetas...
"Por eso si cae tres veces,
otras tres veces caerá,
para plantar la verdad
que por Triana aparece.
Hundido puente forjado
sobre un río embravecido
por la luna, que ha sentido,
celos de amor silenciado.
Armada escoltando flores
de verde y seda bordada
en banderas militabas
que reflejan sus dolores.
En pureza las cornetas
y morados capirotes,
dan luz a los camarotes
de fragatas y corbetas.
A babor el Altozano
de pétalo y cera blanca
con aromas que desbancan
la tristeza del cristiano.
A pique va la añoranza
de ver salir la Patrona
pues nunca el faro abandona
a Triana y su Esperanza".
Y del puente, al arco con la Esperanza Macarena...
"Búscala por los retales
que en el suelo se recortan,
son lágrimas de quien porta
mil promesas de cristales.
De quien busca su consuelo
cuando el paro le atosiga
y las facturas fatigan
esas noches de desvelo.
De quien el cáncer padece
y todo minuto cuenta.
Búscala, que ahí se sienta
pues todo su alivio ofrece.
Mírala en la Fe que siente
el mendigo del cartón,
Ella es su único rincón
donde reír firmemente.
Que no razón, ya me ofendes.
Que no hay razón si está Ella
pues esta niña destella
esa Fe que tú no entiendes.
Y es que la Fe no es ajena
a estos abriles impresos
donde Dios puso su beso
y la llamó Macarena".
En su recuerdo, Gila fusionó el Viernes y el Sábado Santo, como cuando el pasado año 2023 el Cachorro salió ambos días, el segundo concretamente por haber sido invitado al Santo Entierro Grande, en cuyo itinerario de ida pasó, precisamente, por el Museo, encontrándose frente a frente las dos Expiraciones de Sevilla.
"Y es allí, sobre aquel puente,
entre dos orillas santas,
respaldado por el Carmen
y de frente la Giralda,
donde tiene fin tu voz
con un suspiro que exhalas;
porque fuiste vida eterna
y a la muerte la mataras
en un eterno tormento
que te dio aquella cara.
Porque fuimos dos en uno
cuando viniste a mi casa,
mirando siempre a ese cielo,
ese que esconde y que guarda
ya juntos nuestros reflejos
que nuestras cruces desatan.
Porque fuiste cada viernes,
Resurrección sevillana,
mientras cruzas este puente
Tú, Cachorro de Triana".
Y en una imperecedera Plaza del Museo se quedó el exaltador con su hija, porque allí la historia se vuelve atemporal, y Jesús del Gran Poder nunca deja de pasar por aquel entorno de vuelta a su casa antes de un nuevo y esperanzado amanecer.
"Plaza llena de sentires,
muro de pena y lamento,
cascada de oro y rubíes
de sencillo y pobre cuerpo.
Es el Dios imprevisible,
de Hospital, casa o de templo,
el rasgado en los pupitres
y entre monedas de abuelos.
El de velas y candiles
de promesa y sufrimiento,
el de las cunas felices
y el del triste cementerio,
el que guardan bien visible
quienes mueren en su lecho.
Es Dios de la Fe impasible
de la tierra y universo,
Gran Poder de los que viven
y es el Dios de San Lorenzo".
Siete décimas pusieron el punto final ante la Virgen de las Aguas, a quien se encomendó Gila por su niña...
"Y cuando tengas razón
y tus palabras se acuerden,
sabrás que tu padre pierde
por ti, todo el corazón,
para hacerte una canción
que lleve todos los versos
a este mágico universo
de capa, antifaz y oración,
de plaza, templo y balcón
donde su faz es reverso.
Y quédate allí, Manuela,
en la peana de plata
que aquella Virgen retrata
en bordados de acuarela.
Sólo Ella será la escuela
que te enseñe su deseo.
Ver tu andar, tu taconeo
vestida de monaguilla
mientras te sueña Sevilla
por la Plaza del Museo".
Como marca la costumbre, estuvo presente la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, dirigida por Francisco Javier Gutiérrez Juan, que estrenó junto al coro de la Hermandad del Rocío del Salvador la marcha "Misericordia", obra de Manuel Marvizón Carvallo y que está dedicada a la dolorosa de la jerezana Hermandad del Transporte, aunque interpretó otras marchas, tales como "Amarguras" de Font de Anta, "El Refugio de María" de López Farfán y "Virgen de las Aguas" de Santiago Ramos. El teniente de hermano mayor del Museo, Miguel Ángel Pérez de los Santos, fue el responsable de presentar a Gila, resaltando su humanidad como médico, como cristiano y como padre que se estrena con su recién nacida hija Manuela, no dejando de resaltar el perfil salesiano del exaltador, que cursó todos sus estudios previos a los universitarios junto a María Auxiliadora de la Trinidad.
Fotos: Juan Alberto García Acevedo.