El Dios de la piedra. Antonio Sánchez Carrasco
Un año más se abrió la Costanilla alta para que Nuestro Padre Jesús y su Madre Loreto salieran a procesionar por las calles de la Ciudad en ese andar silente de siglos con el ruan de noche oscura y el caminar sin tregua y pausado a la vez. Pasan los míos, no hay estampitas, ni caramelos, sólo avanzar hacia donde marca el Señor Caído.
Se levanta un aire frío en el Salvador, el guion sacramental y el nazareno sin capirote que lo lleva le cuesta dominarlo. Llega la casa de oro que alberga a la Virgen. San Isidoro ha pasado un año más por donde debe y como debe. Ser de San Isidoro es pertenecer a un Clan que cuando te atrapa no te suelta.
#ViernesSanto
Foto: Lola Lechuga.