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Provincia. El día más grande de Villanueva del Ariscal: 25 de julio, festividad del Santísimo Corpus Christi y Santiago Apóstol. Rafael Martínez Bueno


PHOTO-2025-07-23-15-11-09_4La Hermandad del Santísimo Sacramento de Villanueva del Ariscal tiene una larga historia que se remonta a la segunda mitad del siglo XVI según los documentos que nos han llegado. De esos momentos históricos nos vamos a referir solamente a uno de ellos, la Visita de la Orden de Santiago de 1575, en la que se nos dice que la Hermandad Sacramental ya hacía años que estaba establecida en la parroquia de Santa María la Blanca y que justamente ese año se estaban haciendo las gestiones en Roma para tramitar la Bula de aprobación que tenía que dar la Cancillería Apostólica Vaticana. 

Ya a finales del siglo XVII se producirá un hecho trascendental que ha marcado hasta nuestros días la idiosincrasia de nuestra villa de Villanueva. El poderoso Comisario del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Sevilla, don Diego de Torres Suazo estableció, por vía testamentaria y destinando una cuantiosa dotación económica, que la solemne festividad del Corpus Christi, la más importante, sin duda, del calendario litúrgico, se celebrase el día de Santiago Apóstol, el santo Patrón de Villanueva, ya desde su donación en 1253, por parte del rey Alfonso X a la Orden Militar de Santiago en la persona de su Maestre Pelay Pérez Correa.

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Por tanto, la celebración conjunta del Corpus Christi y Santiago Apóstol tiene una larguísima tradición en nuestro pueblo, nada menos que cuatro siglos en los que la Hermandad del Santísimo Sacramento ha seguido conservando y perseverando en el mantenimiento y el realce, cada vez más, si cabe, de tan secular celebración, que es todo un privilegio y una seña de identidad de nuestra localidad.

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El día 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, Patrón de España, de Hispanoamérica y de Villanueva, nuestra benemérita Hermandad celebra la solemne Función Principal de Instituto, en la que todos los hermanos que tributamos culto y honor a Jesús Sacramentado, hacemos protestación de fe jurando sobre los Evangelios, y al finalizar la Eucaristía, se lleva a cabo el juramento de los nuevos hermanos que quieren pertenecer a ella. 

Ya por la tarde se realiza el gran cortejo procesional que recorre las calles y plazas de nuestra villa, que causa la admiración, el embeleso y entusiasmo de cuantos vecinos y foráneos lo contemplan. Abriendo la procesión nos encontramos a la Cruz de guía flanqueada por filas paralelas de jóvenes hermanos que portan los característicos faroles rojos y dorados. En ese primer tramo se nos presenta el primer paso del cortejo, portando a San Francisco de Asís; el Seráfico Padre aparece con la Cruz en la diestra y el banderín de plata labrada sostenido en la siniestra, mostrando las llagas de la estigmatización. Es una bella imagen anónima del siglo XVII, que presenta una magnífica policromía en la que destaca y predomina el pan de oro. Se venera en la ermita de San Miguel Arcángel, en lo que fue el antiguo barrio de Portugalejo, junto al camino que conducía a Sevilla y que daba comienzo en el pozo de Portugalejo, desgraciadamente desaparecido desde hace algunos años y que hemos querido recuperar, infructuosamente por nuestra parte, por haber sido el emblema del barrio y de esa vía de comunicación. 

A continuación, va la imagen procesional de nuestro querido y venerado Patrón Santiago Apóstol. Todo aquel que lo contempla se queda admirado de este bello grupo escultórico que talló don Juan de Astorga y Miranda en 1817, a instancias de su comitente don Francisco Suárez López; este preclaro ariscaleño fue el Mayordomo segundo de la Hermandad del Santísimo Sacramento de Villanueva del Ariscal, y hombre acaudalado o de posibles, quien legó la imagen a su Hermandad Sacramental para que procesionara en la festividad del Corpus Christi, que, como ya hemos dicho, se venía celebrando desde esa aludida lejana fecha en la villa de Villanueva. Y todo ello enlaza con el Comisario del Santo Oficio como hemos referido.

 Tras nuestro bendito Patrón nos encontramos con la preciosa Virgen de Loreto, una de las obras magistrales que talló nuestro querido y por siempre recordado paisano don Gabriel Cuadrado Díaz, y con el que nos unió una imperecedera amistad y admiración. Esta bienamada imagen, que hemos portado muchos años sobre nuestros hombros, y que hoy ya recordamos con nostalgia, también guarda un entrañable y añadido recuerdo para nosotros, pues fue tallada, a mediados de los años 50 del pasado siglo, con el tronco del nogal que había en el corral de la vivienda de doña Victoria Álvarez Pineda, y empezó a procesionar a comienzos de los años 60. Su estampa es inconfundible, por ser una réplica fiel de la original, la Patrona del Aljarafe, que se conserva en el santuario franciscano de El Loreto, tan vinculado siempre a Villanueva desde su erección. Característica suya y santo y seña de ella es el ir adornada con cadenetas de jazmines ensartados, que penden de su templete y candelabros, y que van trasminando en todo el recorrido.

Sigue en el cortejo procesional el paso y la imagen de San Miguel Arcángel; el caudillo de las milicias celestiales aparece en la escena de la psicostasis, es decir, el pesaje de las almas. Se trata de una muy bella imagen, titular de la ermita de su nombre, que fue tallada en 1575 a instancias del visitador de la Orden de Santiago, quien en dicho año dictó el mandato de confeccionar una nueva imagen del Arcángel, pues la que había era una pintura sobre lienzo que presidía el altar mayor. La realizó el escultor de origen abulense Gaspar del Águila, quien vino a Sevilla en la segunda mitad del siglo XVI, con el gran maestro Juan Bautista Vázquez el Viejo, para concluir el retablo mayor de la iglesia de la Cartuja de Santa María de las Cuevas. Dicho escultor hizo asimismo la imagen de San Sebastián, titular de la desaparecida ermita de su nombre y de la hermandad que le rendía culto, por ser el abogado y protector contra las epidemias de peste. En el siglo XVIII San Miguel se volvió a dorar y policromar, y por eso hoy luce rutilante y bellísimo en el cortejo, aunque le falte su diadema con el penacho de plumas que siempre tuvo y es la estampa que recordamos mentalmente cuando lo volvemos a ver. Y que esperamos poder recuperar, si Dios quiere, algún día.

Prosigue la procesión con el paso y la imagen de nuestra bendita Madre la Inmaculada Concepción, la querida y bienamada Pureza, como la conocemos todos los ariscaleños y ariscaleñas, la Reina de Villanueva, y Alcaldesa Honoraria Perpetua de la villa. Se trata de una antiquísima imagen mariana de vestir o de candelero, y aparece en la documentación conservada cómo se hallaba ya en la ermita de San Miguel en las primeras décadas del siglo XVI. Su autoría es anónima de momento, aunque barajamos alguna hipótesis que preferimos no decir por ahora. Con el auge del fervor inmaculista a mediados del siglo XIX, tras la proclamación del dogma por Pío IX en 1854, dicha ermita de San Miguel pasó a ser conocida popularmente como la ermita de la Concepción, su casa y la de todos los feligreses que la tenemos por nuestra Madre Protectora, la que siempre derrama su gracia, su misericordia y su amor sobre todos nosotros, sus hijos, a la que siempre imploramos, rezamos y pedimos su bendita intercesión. 

Y tras la Madre de Dios viene en el cortejo su bendito Hijo, aquí representado como el más bello infante de la creación, el Niño Jesús, que aquí conocemos cariñosamente como el Niño de Dios de Coralito, en referencia a la que fue su poseedora y propietaria vitalicia hasta su fallecimiento en 1969, doña Coral Silva Silva, nuestra recordada y querida vecina que cada año nos sostenía sobre sus brazos cuando por su puerta pasaba su bello Niño de Dios. Ella lo había heredado de su madre doña Coral Silva y Zerpa, quien a su vez lo hizo de sus padres. Es como decimos una preciosa y exquisita imagen que fue tallada en la segunda mitad del siglo XVIII, a la que el maestro imaginero le dio un semblante ensimismado, con un leve halo melancólico en su nacarado y sublime rostro, y cuya autoría intuimos, pero nos reservamos por ahora. Igualmente, valioso es el bello templete de orden salomónico con el que procesiona, con su característica cúpula calada, que fue tallado a comienzos del siglo XIX. 

Concluye este imponente cortejo procesional con la gran Custodia de asiento, de oro y plata. Obra de estilo neoclásico, original de 1800, la cual fue sufragada en esa fecha por importantes prelados que fueron hijos de la villa y que pertenecieron a esta benemérita Hermandad Sacramental. Así fue el caso de don Francisco Vicente y Venegas, arcediano de Niebla; o don Juan Acisclo de Vera y Delgado, sobrino del Cardenal Delgado y Venegas, quien fue asimismo Obispo de Cádiz (1815-1819) y especialmente recordado por haber sido el Presidente de la Junta Central Suprema y Gubernativa de España e Indias en 1809, en la época de la funesta y sangrienta invasión napoleónica; o también de su hermano, don Pedro de Vera y Delgado, arcediano de Écija, miembro del Hospital de la Santa Caridad que fundara don Miguel de Mañara, y canónigo Penitenciario de la Catedral de Sevilla. Además de toda esta pléyade de eminentes dignidades eclesiásticas que aportaron sus caudales para financiar la empresa, se realizó una cuestación o pedida de vino entre los bodegueros de la localidad y con su venta sufragar parte del montante de tan elevada y noble causa. La Custodia de asiento en origen tuvo tres cuerpos cuadrangulares decrecientes e iba rematado el último por la imagen de la Fe. En el año 1954, la Junta de Cabildo decidió reformarla y sustituirle el tercer cuerpo por un pequeño templete circular con remate cupuliforme y de orden jónico. Dicha labor se le encomendó, previa autorización del Palacio Arzobispal, al prestigioso restaurador sevillano don José Rodríguez Carrera, quien le dio un perfil más agudo y airoso, como el que tienen las custodias barrocas sevillanas, que es lo que la Junta de Cabildo quería, con lo cual, lo que perdió en pureza estilística neoclásica lo ganó en esbeltez y estilización. 

Por último, decir como en las décadas de los años 80 y 90 del pasado siglo se decidió cambiar las columnas dóricas y jónicas del primer y segundo cuerpo, originalmente de madera dorada, como hemos dicho, por otras de plata, al igual que la balaustrada; esta labor la llevó a cabo el gran orfebre sevillano don Luis Jiménez. Queda así configurada la bellísima imagen que tenemos hoy de nuestra gran Custodia de torre o de asiento, el más excelso trono para el Amor de los Amores. Alabado sea Jesús Sacramentado.

 

Autor: Rafael Martínez Bueno









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