Los errores también hablan de historia. Pequeños detalles en una ciudad grande. Reyes Pro Jiménez
En Sevilla vemos muchos pequeños detalles que nos hablan de su personalidad, de sus habitantes, de su historia… de su alma. Incluso los errores involuntarios que observamos en el día a día, divagando por sus calles, son valiosos porque nos dan información sobre la ciudad.
Fue magnífica la idea nacida hacia 1950 y es de agradecer el trabajo actual de rotular nuestras calles, esas venas por donde corre la sangre de la historia de Sevilla, con sus antiguos nombres. La costumbre de dedicar y nombrar calles en homenaje (merecido o no) a personas y personajes nació ya muy avanzado el siglo XIX, llegando hasta nuestros días.
Así, hace años comenzaron a colocarse varias placas cerámicas nombrando algo tan poético e histórico como “antigua calle de…”. Fueron realizadas en azulejos de estilo tradicional conocido como trianero; esto ocurrió concretamente en la década de 1950 por iniciativa de Collantes de Terán. Algunos de estos azulejos desaparecieron dentro de la vorágine destructiva de edificios sevillanos en años posteriores, como por ejemplo el de la antigua calle Vinatería, actual Sales y Ferré.
Otros han permanecido afortunadamente, como el de la antigua calle Boticas, actual Mariano de Cavia. No se llamaba así por la existencia de farmacias en ella, sino por ser entrada secundaria de la zona donde se ejercía la prostitución en habitáculos conocidos con ese nombre de “boticas”. Precisamente esta calle está cercana y daba entrada a la “Ysleta del Compás” o Compás de la Laguna, situado en la actual calle Gamazo. Compás que no era la actual plaza de Molviedro, como se comprueba documentalmente por un plano de 1749 custodiado en el Archivo General de Simancas (leg. 05059) y por el tan conocido plano de Sevilla de 1771, mandado levantar por Pablo de Olavide.
Pero si paseamos por la citada plaza de Molviedro veremos el error, que viene desde los años 50, de situar en ella la placa cerámica con la denominación de “antiguo Compás de la Laguna”. Este azulejo fue repuesto después de las obras que se realizaron hace unos años en el inmueble para dedicarlo a uso hostelero.
Detalle del plano de Olavide de 1771. En el círculo señalamos el Compás de la Laguna, en la actual calle Gamazo.
Placa cerámica en la plaza del Molviedro, al final de la actual calle Castelar.
Como decimos, afortunadamente desde 2024, dentro de un plan de recuperación de estos rótulos cerámicos de antiguas denominaciones, se está haciendo una gran labor mediante la dinamización por parte de la Asociación Pisano, entre el Ayuntamiento y la iniciativa privada (la confección de los rótulos se costea por donaciones privadas y se colocan por el Ayuntamiento), con la coordinación de Martín Carlos Palomo y el trabajo encomiable e incansable de Rafael Valero.
Se están colocando unos nuevos y reponiendo varios, como por ejemplo el de la antigua calle La Mar, evocador y descriptivo nombre para la actual García de Vinuesa, pues por ella se llegaba al puerto, al río… y a la mar.
Más recientemente se ha rotulado la actual calle Hernando Colón como Tundidores, concretamente situando el azulejo en la esquina con la actual calle Alemanes. Sin embargo, ello no es muy exacto, ya que la antigua calle Tundidores solo correspondería al tramo de la llamada hoy Hernando Colón en su parte más cercana a la plaza de San Francisco. Desde antiguo eran dos tramos totalmente diferenciados: uno, Tundidores, y otro, Alcaicería de la Seda.
El sitio donde se ha colocado el azulejo era antiguamente la salida de la Alcaicería de la Seda a las Gradas (que rodeaban la Catedral). Incluso las dos calles, Tundidores y Alcaicería de la Seda, estaban separadas por una plaza, como vemos en el plano de Olavide de 1771. Nunca se incluyó históricamente en la zona o edificio de comercio de la Alcaicería de la Seda la calle Tundidores.
Desde la plaza de San Francisco hasta la confluencia de Florentín y Rodríguez Zapata, la calle se llamó, según consta documentalmente, Alfayates (sastres, diríamos hoy) en el siglo XIV, y Tundidores desde el XVI, según testimonio del historiador Peraza en 1535. También se denominaría “Mercaderes de paños” en el siglo XVII e incluso solo “Paños” en 1721, pero la denominación más extendida fue Tundidores.
Su urbanismo o morfología urbana se distinguía por los soportales, similares a los que tuvo la inmediata plaza de San Francisco. Por cierto, tundidores era el nombre del oficio de quienes se dedicaban a dar apresto a los paños de lana, repasarlos y cortar los hilos sobrantes de los mismos.
El segundo tramo, desde la plazuela intermedia, fue el eje principal de la Alcaicería de la Seda, levantada en 1196 como edificio o, mejor dicho, entramado de pequeñas calles que cobijaban el comercio de lujo: productos de oro y plata, perfumes y sedas. El nombre de esta calle central fue siempre desde entonces Alcaicería: “Mayor” en el XVII (para distinguirla de la Alcaicería de la Loza) o “Alcaicería de la Seda” en el XVIII, cuando este tejido era el comercio fundamental de la calle.
Además, la Alcaicería de la Seda estaba cerrada por puertas y arcos: uno en la confluencia de Gradas (hoy Alemanes) y otro en la plazuela del lado norte. En estos arcos y otros lugares de la Alcaicería existieron varios retablos, con un Calvario, la Trinidad, la Inmaculada y la Virgen de los Reyes con San Fernando. Este último, que puede fecharse en 1606, estuvo en Tundidores y se desmontó en 1840. Pero, por donación de un particular, fue llevado a la Parroquia del Sagrario, donde hoy podemos verlo en una de sus capillas. Puede que este retablo estuviese relacionado con la Hermandad de la Virgen de los Reyes de los Sastres, ya que, como hemos dicho, la calle se llamó Alfayates antes de conocerse como Tundidores, oficio también relacionado con los paños o tejidos.
Solo en el siglo XIX se remodelaron y unificaron ambas calles, y se derribaron los arcos que cerraban la Alcaicería en 1848 y en 1854. Además, se rotuló, como homenaje al gran bibliófilo Hernando Colón, ambas calles de Tundidores y Alcaicería de la Seda, recibiendo una sola denominación: primero “Colón” en 1845 y definitivamente “Hernando Colón” en 1868.
Una última curiosidad sobre esta calle es que fue parte del recorrido del primer tranvía de Sevilla en 1870, pues entonces era una zona fundamental para la salida al sur desde el centro de la ciudad.
Detalle del plano de Olavide de 1771. En el círculo, la calle Alcaicería de la Seda; en el recuadro, la calle Tundidores, separadas por una plazuela.
Actual calle Hernando Colón (esquina a calle Alemanes), en el tramo antiguamente llamado Alcaicería de la Seda según el plano de 1771.
Lienzo de la Virgen de los Reyes y San Fernando, que estuvo en la antigua calle Tundidores. Parroquia del Sagrario. Foto: Reyes Pro.