Arte Sacro
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Paseo Lírico por las calles de Sevilla. Juan Manuel Labrador (VI)


 X. La Casa de Pilatos 

Pero no abandonamos aún la judería, pues por sus escondidos callejones, donde mejor se respira la historia de esta ciudad escondida bajo el polvo de los siglos, conseguimos llegar a la calle Águilas, en la que se oculta también la desconocida por muchos calle Amistad –hasta Sevilla se hace amiga nuestra con los nombres de sus vías urbanas– así como la romana Casa de Pilatos.

Nos llegan aires de Roma
al pasar por San Esteban,
y los sueños se renuevan
cuando el corazón se asoma,
prendido por ese aroma
tan noble y tan cortesano,
bajo el dintel soberano
de esa Casa de Pilatos
donde nacen los relatos
de este pueblo sevillano.

XI. Paseo con Sor Ángela

 Alcanzamos el Muro de los Navarros en busca de la calle Santiago, y nuestra mirada se alzará ante la presencia de esa torre de Santa Catalina, rodeada por los andamios que nos impiden contemplar su belleza en toda su integridad. Dicen que por las arterias de esta antigua collación sevillana sigue paseando, inundada de inocencia y amor, la mujer más buena que nació en esta tierra y que su suelo pisó.

Muéstrame, Madre Angelita,
estas calles de Sevilla
donde la belleza brilla
y el alma siempre recita

sus versos de juventud,
de ternura y de pasión,
inundando el corazón
de serena pulcritud.

Enséñame los rincones
que a diario visitabas,
las casas donde encontrabas
tantas y tantas razones

de la humildad sevillana,
descúbreme tú estas vías
por las que todos los días
se deshace la mañana.

Llévame a Bustos Tavera,
a sus sombras refrescantes,
a las nostalgias constantes
de una eterna primavera.

Vayamos a San Román
y a esa fe recuperada
de una iglesia renovada
donde todos rezarán.

Llévame, Madre Angelita,
al compás de los Terceros
a través de tus senderos;
vayamos, Santa bonita,

hasta Santa Catalina
para llorar su añoranza,
viviendo con la esperanza
y con la ilusión divina

de volver a verla abierta,
mas no me sueltes la mano,
que todavía es temprano
y la tarde no está muerta.

Marchémonos por Gerona
para llegar al Palacio
en el que siempre el topacio
a las almas ilusiona,  

porque estamos en las Dueñas,
donde afloró la poesía
aquel ya lejano día,
cuando las almas risueñas

de los hermanos Machado,
antes de ir a Castilla,
dejaron para Sevilla
lo mejor de su pasado.

Llévame, querida Madre,
a ese recinto sagrado
que un día fue dedicado
a aquel primer Santo Padre,

y busca ahora conmigo
ese inquieto gorrión
tan graciosillo y burlón,
ese pajarillo amigo

que te concede un deseo
una vez que ya lo has visto.
Y por fin, todo está listo,
vamos allí donde creo

que nace y crece el amor,
vámonos a tu convento
donde la paz es sustento
de la entrega y del sudor

de tus hijas, Angelita,
y siempre iré a visitarte,
siempre iré para rezarte,
hermosa Madre bendita,

porque tú serás mi luz,
esa maestra sencilla
que me descubra Sevilla:
Sor Ángela de la Cruz.

Fotos: Francisco Santiago










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