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Los libros de reglas. Juan Manuel Labrador Jiménez


Uno de los elementos más importantes en el seno de nuestras Hermandades es el libro de reglas, en cuyas páginas se hallan los principios por los que hemos de regirnos, tratando de concedernos a todos, no sólo igualdad, sino, principalmente, respeto entre aquellos que hemos de considerarnos hermanos al sabernos hijos de Dios.

El libro de reglas está bajo el poder del secretario de la Hermandad, y ha de velar siempre por su conservación, mientras que el fiscal es quien ha de actuar como juez para que las normas sean cumplidas por los hermanos.

Hoy, nos encontramos también con un pequeño gran problema en nuestro mundo cofrade, y es que casi nadie conoce las reglas de la corporación a la que pertenecen, cuando en ellas se resumen los objetivos y la naturaleza de la misma, ayudándonos a comprender por qué hemos querido ingresar en ella, y qué papel hemos de desarrollar.

Sin duda, se trata de un aspecto relevante, y que las juntas de gobierno han de ser conscientes de ello. En la actualidad, varias corporaciones, cuando realizan el acto de jura para los nuevos hermanos, ya no sólo entregan la medalla al nuevo miembro, sino que tras la imposición de ésta, el propio Hermano Mayor le proporciona un ejemplar de lo que podemos llamar la constitución de la institución en la que libremente ha decidido incorporarse.

Es importante que hagamos una lectura pormenorizada de las reglas, para saber perfectamente dónde nos encontramos, y saber con precisión cuál es la labor que hemos de desarrollar como cofrades de una Hermandad. Que no se quede el libro de reglas en una mera insignia que se usa para abrir, normalmente, el penúltimo tramo de una cofradía, o para mantenerlo expuesto por la página de nuestras imágenes titulares durante la celebración de los cultos, o, incluso, para ser besado en la protestación de fe, y muchas veces no ser conscientes del acto que, solemnemente, estamos realizando.

No dejemos que se mueran las páginas de nuestros libros de reglas, otorguémosle vida, sabiendo en qué se basan y tratando de cumplirlas, porque así, y sólo así, tendremos claros nuestros principios como miembros de una Hermandad que se reúne, haga el acto que haga, bajo el nombre de Dios Nuestro Señor.










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