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Salvador Rodríguez Becerra: "Aquí los santos tienen poca presencia; la que arrasa es la Virgen".Fracisco Correal. Diario de Sevilla.


En su vocación fue decisivo el encuentro con los profesores Alcina Franch y Alfonso Jiménez, la beca de la que disfrutó en Pensilvania o su estancia en la Escuela de Estudios Antropológicos de Madrid. Pero lo que fue determinante para que Salvador Rodríguez Becerra (1943) sea antropólogo sería el ascenso a sargento de la Guardia Civil de su padre. Su mundo hasta entonces se dividía en dos, Ronda y Antequera, amén del máster de cuarteles de serranía -Cortes de la Frontera, Benaoján, Montejaque, Igualeja, Pujerra-, hasta que el sargento Rodríguez llegó con su familia a Sevilla. La Universidad. Su último trabajo es La religión de los andaluces.

-Será un habitual en las conferencias de las hermandades...

-Algunas veces nada más. He participado en los actos por el centenario de la Hermandad de San Roque. No mucho más, porque yo no soy un experto en Semana Santa, aunque quiero escribir un libro sobre la Semana Santa de Andalucía. Conozco por lo menos 35 variantes de la Semana Santa andaluza. Cada año voy a una distinta. Es un mundo fascinante y poco conocido, porque la mayoría de la gente no conoce más que la propia. ¿Quién saca a los sevillanos de Sevilla en Semana Santa? Nadie.

-¿Cuál toca este año?

-Palma del Río. Aprovecharé para un curso de verano sobre el tema en la Universidad de Córdoba.

-¿Y el año pasado?

-Fui a Huércal-Overa. Una Semana Santa de campeonato, en la que el referente es la de Sevilla. Tienen hasta un paso que fue del Cachorro.

-¿Cuál es la más alejada del modelo sevillano?

-Quizás las de la Subbética, concretamente la de Baena. Mientras que la de Sevilla se ha simplificado mucho, un canon que se ha vuelto intocable por nueva que sea la cofradía en cuestión, los llamados autos de pasión de Baena, con los coliblancos y los colinegros, no se pueden entender si no llevamos un guía.

-Se presentó en Sevilla la versión teatral que Peter Brook hizo de un capítulo de Los hermanos Karamazov, El Gran Inquisidor, en el que un buen día Jesucristo se presenta en la Semana Santa de Sevilla. ¿Se lo imagina?

-Si partimos de que no tiene conocimiento de eso, lo cual entra en contradicción con su infinita sabiduría, le sorprendería que un episodio de su vida consiga ser exaltado hasta esos límites. Las instituciones son siempre posteriores a los fundadores y posiblemente llega un momento en que rompen con ellos. Los fundadores están bien donde están. Las instituciones tienen sus propias reglas, y una de ellas es permanecer, incluso a costa de sus orígenes.

-En su libro dice que la religión andaluza está mucho más centrada en la Virgen que en Jesucristo.

-Lo de la Sevilla mariana no es ningún tópico. Si la religión, como etimológicamente significa, es re-ligare, la relación con lo sobrenatural, aquí se realiza a través de la Virgen María. Lo femenino ocupa en Sevilla un lugar mucho más destacado. El Misterio es algo circunstancial, anecdótico, secundario.

-¿En ese universo resulta redundante lo de andaluces y andaluzas o vecinas y vecinos?

-Pues sí. Históricamente, cuando se conquista Al-Andalus, en las dos grandes avanzadillas de Fernando III y los Reyes Católicos ocupan un páramo en el que no hay nada. Todos los templos y las catedrales los ponen bajo la advocación de María. Estoy haciendo una investigación sobre apariciones, y el 90 por ciento son marianas.

-Se lamenta monseñor Amigo de que hay pregones cofrades en los que no se nombra a Dios...

-No sólo en los pregones. De las tres personas de la Santísima Trinidad, la única a la que se le rinde culto es al Hijo. El Padre y el Espíritu Santo están ausentes por mucha representación formal que haya en los retablos mayores de las catedrales.

-¿Los andaluces son los que menos van a misa en España?

-Estadísticamente, sí. Su religión, muy aceptada, no requiere de determinados cultos y sacramentos. Hay sacramentos que no se reciben nunca. Por lo general, se limitan a los del Bautismo y Matrimonio, que no son sino los actos rituales que todos los pueblos de la tierra han celebrado. Lo que los antropólogos llaman ritos de paso. El concepto de Gracia es otra de las cosas que no ha calado. La gente hace las cosas porque tiene que hacerlas, porque se han hecho siempre. No se puede enterrar al muerto sin más ni recibir a un nuevo ser en la sociedad sin una ceremonia. Sin ponerle un nombre que lo certifique como personalidad diferenciada, que a veces lleva a ponerles el santo del día que nacen. Una tradición que no se sigue mucho en Andalucía. Aquí los santos tienen mucha menos presencia, aquí es la Virgen la que arrasa.

-¿Ve por algún sitio el "primaverismo de alambique" que el cardenal critica de la Semana Santa?

-Eso es lo que es. La gente vive la religión como el ser, que es circunstancial e histórico, de acuerdo; pero no vive el deber ser. Es el espacio en el que se sitúa esa lucha secular entre lo que se preconiza y lo que se es.

-Siendo tan castellana la Reconquista, ¿por qué son tan diferentes las expresiones de la Pasión en Sevilla y Valladolid?

-También son castellanos los colonizadores de América y es dudoso pensar que la cultura de los pueblos americanos sea como la nuestra. De igual manera, la cultura norteamericana no tiene nada que ver con la inglesa, aunque hablen el mismo idioma. Los castellanos no tuvieron que tratar tan de cerca a los moriscos. La frontera crea un poso ideológico muy fuerte. El medio geográfico tenía más importancia antes que ahora. Hoy, un hotel de la cadena NH de Singapur tiene el mismo jabón, los mismos ascensores que otro de Los Ángeles, pero en aquellos tiempos los primeros sacerdotes que llegan a América tienen problemas para decir misa con vino y consagrar el pan de trigo porque en América no había ni uno ni otro.

-¿La globalización condiciona?

-Aquí no existía el tanatorio. El duelo en la iglesia y al cementerio. ¿Sabe cómo dan el pésame en Estados Unidos? Dicen: "Una bonita ceremonia" o "estaba muy bien maquillado". Ya hemos aceptado el tanatorio y el crematorio. La muerte se ha hecho mucho más aséptica.

-Empieza su libro con una cita de Gerald Brenan sobre ermitas. ¿Le ha tentado hacerse ermitaño?

-Es uno de los mitos, de los ideales de la bohemia, del ecologismo, de cierto naturalismo, la huida del mundo, pero el hombre es un ser social. En Andalucía, monasterios ha habido siempre pocos, y después de la desamortización no quedó ninguno. Ahora los cistercienses han recuperado uno en Hornachuelos. Más éxito tienen las órdenes mendicantes, que se mezclan con el pueblo, que adoptan las reformas de Santa Teresa y traen sus iconos, llámese Virgen del Carmen o Virgen del Rosario.

-Buñuel decía que era ateo por la gracia de Dios...

-Hay ateos que lo son por evolución de su propio pensamiento. No encuentran pruebas de la existencia de ningún ser sobrenatural y se aceptan como mamíferos superiores. En mis clases me reservo la opinión. Si dices que no eres creyente, los creyentes te miran con lupa. Y al revés. Si me ven en la Catedral, en una romería o en la coronación canónica de una Virgen, piensan que lo soy; si no voy a misa, imaginan lo contrario. El pueblo común tampoco va a misa y es aquí en su mayoría muy religioso, posiblemente por haber sido un pueblo muy pobre.

-¿La Semana Santa son las bienaventuranzas y la Feria las tentaciones?

-Sevilla hizo una simbiosis entre ambas fiestas; por eso no necesita del Carnaval. Una en el plano estético, otra en el lúdico. Tradicionalmente, la Semana Santa era el pretexto para ligar por la concentración femenina. Hoy ese mundo está presente en todas las facetas de la vida. En la misma Universidad hay más mujeres que hombres.

-¿Hay que enseñar la Religión?

-Lo que no defiendo es el adoctrinamiento, pero en la Universidad la Religión se debería incorporar a la Asignatura de Historia o crearse una disciplina de Historia o Antropología de la Religión. Lo que hay que revisar es la llamada Historia Sagrada. No sé qué tenemos que ver nosotros con el sacrificio de Isaac. El Evangelio es el libro de los cristianos y la Biblia de los judíos, un pueblo marginal, perseguido, zarandeado muchas veces por la historia. San Pablo rompe con el mito judío, lo quiere abrir al mundo, y el mundo en aquel tiempo era Roma.

-¿Qué configura más la religiosidad del sevillano, haber sido epicentro de Al-Andalus, puerta de América o capital de Andalucía?

-Cuando Fernando III conquista Sevilla es plenamente consciente de que ha conquistado una gran ciudad. Pero lo que marca el destino de Sevilla es ser puerta y puerto de Indias. En los siglos XVI y XVII es la gran ciudad de Europa. Eso condicionó a los sevillanos del presente, ese concepto que tienen de que son el centro del mundo. Sin despreciar a nadie, pero ignorándolos. Es el esplendor del barroco, que aún permanece. Los principales pasos de la Semana Santa son barrocos. Los neogóticos no son significativos. En cuanto a lo de capital de Andalucía, se convirtió en una carga.

-¿Su medio son los libros?

-Dos veces me invitaron a La Clave de José Luis Balbín, una vez para hablar de reliquias y otra de Semana Santa. Estaban de invitados Aceves, no el ministro sino el adivino, y JUan Luis Galiardo, un actor que llegó tarde y no se callaba nunca. Las películas no las recuerdo.










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