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El Arrabal de los Humeros. Antonio Martínez Rull.


 Para la mayoría de los sevillanos "Los Humeros" tiene connotaciones del humo producido por el cisco picón que servía de combustible para los trenes de antaño que terminaban su trayecto en la vecina estación de Córdoba.

Ciertamente estas máquinas producían unas notables humaredas, lo que lleva a relacionar el topónimo con la imagen visual del humo. Si bien la relación es afinada, el nombre del arrabal se debe al origen del mismo, allá por el siglo XVI.

Con la pérdida de la función defensiva de la muralla de la ciudad, en las cercanías de las puertas de entrada a la urbe se levantaron núcleos de población que vivían de un oficio con carácter gremial. Normalmente estos vecinos se dedicaban a trabajos contaminantes, que por ser perjudicial para la vida de los ciudadanos se ubicaban en el extrarradio.

El barrio de Los Humeros se situó a Extramuros de la Puerta de Goles, que se denominó desde la entrada del monarca Felipe II en 1570 como Puerta Real. En este lugar, que ocupa la vivienda de Hernando Colón, primer edificio renacentista de la ciudad, se desarrolló un pequeño grupo de viviendas humildes cuyos moradores se dedicaron al abastecimiento de víveres para el trayecto a las Américas.

En este lugar se humeaba el pescado que serviría de avituallamiento para tripulaciones que se embarcaban rumbo a las Indias. Tal y como indicábamos al principio de la redacción, es el humo producido por las labores industriales el que da nombre a la zona.

La vivienda del hijo del almirante pronto fue abandonada por su propietario, ocupando su terreno la primera ollería de la ciudad, propiedad del ceramista italiano Pezaro en 1571. Posteriormente la Hermandad del Santo Entierro, en 1587, se hace con el inmueble, pasando a llamarse el lugar como "Alto del Calvario". En 1600 llega a Sevilla la Orden de Mercedarios Descalzos, quienes son acogidos por la Hermandad de Penitencia en este lugar, transformándose el edificio en colegio y convento de frailes.

A finales del siglo XVII, con la terrible peste de 1690, el lugar fue utilizado como sitio para enterrar los cadáveres apestados. En un ambiente de máximo pesimismo en la sociedad conviviendo a diario con la muerte en sus calles, faltos de esperanza, se refugian en el Rosario como instrumento de garantía par ala salvación, siendo así como en 1690 se funda, a la sombra del Rosario de San Vicente, la congregación de humildes humeros (hermandad de los Humeros) que comienzan a labrar así una historia de devoción a la Virgen que dura ya más de tres siglos de historia.

Publicado en el boletín "Humeros" nº 64, mayo 2007









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