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La juventud en las hermandades. Javier Ramos Sáez.


 Los jóvenes al poder sería resumidamente la idea que quiero exponer en este artículo de opinión. La base social que sustenta las hermandades no es otra que la juventud, ya sea en forma de Grupo Joven, Cuerpo de Acólitos o Priostía.

La hermandad se nutre de ellos pues son esa simiente que todavía está imberbe y que luego despliega sus alas ramificándose en diferentes puestos de Junta de Gobierno. Es ineludible el trato favorable que las hermandades tienen que hacer por los adolescentes además de comunicarles la sabiduría por medio de la enseñanza oral ya perdida y olvidada en favor de los libros.

Ellos, los jóvenes, son el impulso que dan a la hermandad desde la inercia histórica de los años y de la tradición. Ellos tienen el deber de coger las riendas, algún día, de la hermandad pero previamente han de formarse tanto técnicamente como espiritualmente en estas lides cofrades. Ellos recogen la sabia nueva que no es más que sabiduría plantada y recogida por los años y por el peso de la tradición y han de saber transmitirlas en las mismas condiciones en las que fueron recibidas. Como cada maestrillo tiene su librillo, cada hermandad tiene su forma vivencial propia de transmitir su idiosincrasia, sus maneras profundas y arraigadas de vivir la hermandad.

El Diputado de Juventud es un puesto de Junta relativamente tardío fruto de ese protagonismo que ha ido adquiriendo la juventud en las hermandades. El Diputado de Juventud representa los intereses y preocupaciones que tienen los jóvenes y que hacen llegar a la Junta de Gobierno. El Diputado de Juventud tiene que ser una persona dinámica, profunda, convencida, comprometida, formada y sobre todo carismática, pues el carisma es la principal virtud que tiene que poseer un representante que vele por un sector social determinado.

Es obligación de la Junta de Gobierno velar por sus jóvenes y satisfacer esa demanda lúdica que fomente el espíritu humano y formar su alma mediante la instrucción teológico-filosófica para que permita ver la realidad desde un prisma diferente cargada de sentido cristiano y caritativo pues el joven aparte de basar a las hermandades sustenta –esto es lo más importante- a la Iglesia misma.

Fruto de esa inercia histórica es esa importancia que ha tomado el joven cofrade en estos tiempos. Ahora más que nunca los jóvenes cofrades son el fundamento del devenir de su propia corporación. Ellos tienen la obligación de formarse y de dar la Palabra , es decir, de dar testimonio de nuestra fe en todos los ámbitos de la vida para que la Iglesia se dinámica y que “todos seamos Uno para que el mundo crea”.

jramosaez@yahoo.es

Foto: Manuel J. González










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