El Almanaque. 3 de octubre. Ser o no Ser. Manuel Jesús Roldán.
Siempre pensaste que Sevilla era mujer. Incluso la viste representada como una matrona, con el cartelito que la identificaba a los pies. No recuerdas muy bien dónde, quizás fuera en un palacio de un lugar llamado El Viso del Marqués. Sevilla como una matrona clásica, con su aire de inmortalidad y con todas sus contradicciones...
No sabes por qué, pero así fueron tus pensamientos al ver el santo del almanaque. Francisco de Borja. El Borgia de los italianos. El de la iglesia de San Luis. El de Duque Cornejo. Uno que no era duque que hizo una imagen de otro que sí lo fue. Está en la iglesia de San Luis. Vestido de jesuita entre espejos y laminitas que no gustaban a los ilustrados. Pero el sí lo fue. Duque de Gandía. Cocinero antes que fraile. Nada menos que duque y gobernador de tierras catalanas. Ahora en Sevilla y con rey francés. Enviudó y pensó entrar en la Compañía de Jesús.
Un bombazo para la época. Tanto que Ignacio de Loyola le dijo que “el mundo no estaba preparado para ese estruendo”. En San Luis, Loyola es más pequeño que Borja. Por eso se tuvo que preparar. Francisco y el mundo. Lo pagano y lo terreno. Cuando entró en la orden del Nombre de Dios tuvo que despojarse de las vanidades del mundo. Como en un cuadro barroco. Como en la iglesia de los novicios jesuitas de la antigua calle Real. Real de San Luis. Como el rey de Francia.
Allí está el santo del día con una calavera en la mano. Ya había adelgazado de su antigua gordura. El santo, no la calavera. Dicen que aquella canina correspondió al rostro de la emperatriz más bella. Se llamaba Isabel. Era de Portugal. Casó con todo un emperador en la ciudad de tu almanaque. Nacía la ciudad de las bodas reales. Renacimiento pleno. Pero todo termina en la vida. La belleza incluso antes. El antiguo duque jesuita fue el encargado de contemplar el rostro de la belleza descarnada. Memento homo quia pulvis es.
Ya lo dijo Ignacio: “¿De qué le servía al hombre ganar el mundo?”. El alma en otro lugar. Francisco delante de la calavera. Hamlet sevillano. Ser o no ser. No sabes por qué, pero has pensado en tu ciudad. Roma triunfante o rincón de olvido. Del orbe la octava maravilla o rima ripiosa. Grandeza o miseria. Ser o no ser. Globo sin fin o fin de la Tierra. Lugar donde todo es necesidad o donde nadie la tiene. Lugar de necesidades o lugar necesario. Tradición o modernidad. El ombligo del mundo. La tantálica condena a la destrucción. La belleza marchita. Polvo, cenizas corrupción y gusanos. El rostro de una mujer a la que Francisco de Borja prometió nunca más servir. Porque moría. Hamlet sevillano. Ser o no ser. En San Luis de los Franceses has pesando que quizás tu ciudad sea mujer... Bella... Su historia está en los huesos...
A Regla y Antonio, grandes sevillanos y mejores amigos.
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Foto: Francisco Santiago