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Puerta Osario. Puente Interior . Álvaro Pastor Torres.


 “!Y luego dicen que hay crisis¡” Eso exclamó José G.C., -conocido por sus amigos como Pepe “El Tardeasoma” debido a su manía de llegar siempre tarde y su habilidad para hacerlo todo a última hora-, cuando el dueño de la agencia de viajes a la que había ido buscando una escapada para el puente (de la Constitución según los laicistas y de la Inmaculada para los tradicionalistas) le dijo que lo único que le quedaba era un viaje a Malta con salida desde Madrid y retorno con la conexión para Sevilla más apretada que los tornillos de un submarino, o bien, una casita rural muy mona en Campo de Criptana, patria chica de Sarita Montiel.

Como el que no se consuela es porque no quiere, Pepe pensó para sí que una familia española en Malta era grupo de alto riesgo en el tema de los secuestros, y más en aquel enclave del Mediterráneo con tanta historia de piratería por parte del infiel agareno –hoy

simplemente islamistas- , y que sus dos niñas pijas en edad de merecer no le iban a perdonar jamás haberlas metido cuatro días en la España profunda. Así que este año tocaba quedarse en Sevilla.

Y fue haciendo planes, pero uno tras otro se le fueron viniendo abajo cual castillo de naipes: visitar la exposición de los Alba (“pero me dicen que hay unas colas tremendas en el Museo, mejor lo dejo para la semana siguiente”); comprar dulces de los conventos en la muestra del Alcázar (“si cuando llego luego no hay de nada, mejor voy directamente a los tornos”); salir a cenar con la legítima (“pero con los turistas que se esperan, los restaurantes estarán de bote en bote”); pasear tranquilamente por el centro (“sí, tranquilísimo, con todos los músicos del mundo habidos y por haber tocando la trompeta y el tambor por ahí”); subir a Castilleja de la Cuesta para ver la alegría con que los chorreones de la Calle Real festejan la Pureza de su Virgen Inmaculada (“tampoco, que luego me tomo dos copitas y me para a soplar la benemérita en La Pañoleta”); ir a ver el museo de Santa Paula y comprar el mejor pan de Cádiz que encontrarse pueda: el de las jerónimas de Constantina (“creo que sigue cerrado por obras”); rastrear en la feria del libro antiguo y de ocasión (“pero si no tengo dinero para comprar los volúmenes y grabados que se me antojan, que no son precisamente la enciclopedia del bricolaje o el premio planeta del año la pera”)…

Pero ayer, Pepe “El Tardeasoma”, atrapado en el embotellamiento que “acolapsó” la Palmera y casi toda la ciudad, se arrepintió de no haber pillado el viaje a Malta seguro de que los corsarios berberiscos eran mucho mejores que los piratas sevillanos. 

Publicado en El Mundo de Andalucía, Edición Sevilla, el Sábado 5-XII-2009

Foto: Álvaro Pastor Torres.









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