Nuestros Bielorrusos... El Diputado de Cruces.
Con los niños ocurre un poco lo contrario que con los muertos. A todos nos han dolido mucho las muertes en el terrible atentado de Londres (y hemos respirado cuando hemos sabido que parece que no hay españoles entre ellas) pero un poco menos que que las del 11-M y desde luego mucho más que las veinte o treinta diarias de Irak o las miles de cada día por causa del hambre o de las enfermedades en diferentes partes del mundo. Parece que los muertos cercanos nos duelen más que los lejanos y que a éstos nos vamos acostumbrando. Pues con los niños es al revés. A los de aquí parece que no les vemos ni sentimos.
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