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Nuestros Bielorrusos... El Diputado de Cruces.


He tenido la oportunidad de conocer a uno de los niños bielorrusos que están pasando el verano en Sevilla acogido por una familia amiga a iniciativa de una de nuestras hermandades. Y claro me he encontrado con un chaval alegre educado e inteligente que hacía las misma "trastadas" que sus "primos sevillanos" bajo la atenta mirada y cuidado de su "padres temporales" que no podían ocultar su satisfacción y orgullo algo perfectamente humano y comprensible.

Viene esto al hilo de la campaña explicativa (y absolutamente innecesaria en mi opinión) que este año yo no sé muy bien de donde ha partido han recogido algunos medios escritos y virtuales en la que se nos contaban los beneficios tanto sicológicos como físicos que unos días alejados del veneno que respiran y con una buena alimentación iban a producir en estos niños cuantificando incluso el aumento de su espectativa de vida.

A mí me parece que esta iniciativa es encomiable desde todo punto de vista pero me surge una pregunta que el otro día y por no estropear una agradable velada familiar no me atreví a hacer. ¿Y el resto del año qué? ¿No podrían las hermandades liderar alguna iniciativa junto con esta generosas familias voluntarias para ocuparse de nuestros niños? Y me refiero a los niños del Vacie a los niños de los asentamientos chabolistas que rodean Sevilla a los niños de los barrios marginados que también necesitan huir un poco del veneno de la droga el hambre y la miseria en el que viven y mejorar su alimentación. Y por qué no también me refiero a esos niños y adolescentes de "familias bien" que por mor del mucho trabajo de sus padres se pasan los días acompañados de tatas y niñeras sin padre ni madre que les enseñen unos valores sanos y que cuando son algo mayores sólo esperan los fines de semana para irse de botellona a ingerir alcohol a raudales (veneno también) con sus amigos sintiendo la despreocupación de sus progenitores. Cuando empiece el curso académico si una mañana cualquiera uno de nosotros se da un paseo por el centro (no hace falta ir a los barrios periféricos para que nadie se asuste ni escandalice) ¿cuántos niños y adolescentes pueden contarse en la calle cuando deberían estar en el colegio? Hagan la prueba y verán.

Con los niños ocurre un poco lo contrario que con los muertos. A todos nos han dolido mucho las muertes en el terrible atentado de Londres (y hemos respirado cuando hemos sabido que parece que no hay españoles entre ellas) pero un poco menos que que las del 11-M y desde luego mucho más que las veinte o treinta diarias de Irak o las miles de cada día por causa del hambre o de las enfermedades en diferentes partes del mundo. Parece que los muertos cercanos nos duelen más que los lejanos y que a éstos nos vamos acostumbrando. Pues con los niños es al revés. A los de aquí parece que no les vemos ni sentimos.

Quizás si durante los meses que no son de verano entre todos (hermandades y particulares) nos ocupáramos un poco más de nuestros niños y jóvenes el año próximo no sería necesario volver a explicar el por qué de una iniciativa tan generosa valiente solidaria y hermosa como la de darle un poco de felicidad y vida a los niños bielorrusos.

diputadocruces@yahoo.es

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