El saber no ocupó lugar en la III Meteo-ruta cofrade
Francisco Santiago. Por tercer año consecutivo, la Hermandad de la Lanzada organizó la llamada "Meteo-ruta" cofrade, donde los fenómenos atmosféricos y la climatología se unifican con la historia de nuestras hermandades y la propia ciudad de Sevilla.
Como es habitual, el meteorólogo Antonio Rodríguez Gasch, nos hizo partir de San Martín, sede de la Corporación del Miércoles Santo, comenzando de nuevo con un recuerdo a los múltiples arquillos que poblaban la ciudad y los templos.
Estos arquillos tenían una doble función, la de proteger a los transeúntes de las inclemencias meteorológicas y, por otro lado, evitar a los nobles el tener que pasar por la calle para acudir a los templos.
Se da la circunstancia que la iglesia de San Esteban llegó a tener dos arquillos, uno para el paso de los Duques de Medinaceli y otro para sus sirvientes. Dicha explicación concluyó en uno de los pocos arquillos que aún se conservan en Sevilla y que se encuentra entre la parroquia del Omnium Sanctorum con el Mercado de la Calle Feria.
Durante el recorrido igualmente vimos el porqué de un efecto óptico que puede apreciarse en un edificio, y de los efectos que puedo tener otro en algún suceso famoso. Igualmente, empezamos recordando aquella lápida descubierta que hacía honor al antiguo alcalde que salvó a la ciudad de pasar más penurias, también casi al final del recorrido recordamos a otro gran prócer de la ciudad que también contribuyó a paliar la hambruna debido a la espantosa sequía.
En la antigua calle ancha de San Martín recordamos los sucesos allí acaecidos apreciándose el desnivel de la calle y lo que esto significaba en las inundaciones, precisamente recordamos con el antiguo hospital de los Viejos, la Hermandad que entre otros cometidos recogía a los que perecían en ellas, recordando uno de los años más trágicos en ese sentido. Se recordó lo peligroso que resulta hoy en día los vehículos en caso de fuertes lluvias, así como todo lo contrario, la total seguridad de un vehículo en caso de tormentas.
En San Juan de Palma, recordamos con su espadaña el invierno que con sus fríos cambiaría a la postre la historia de Europa. Lamentamos las palmeras que ya no están y analizamos como pueden soportar los techos el peso de la nieve en grandes nevadas acaecidas.
Recordamos el porqué del nombre Caño Quebrado y de la importancia para mejor conocer el clima mediante la fenología, y para ello el regalo de las dos cigüeñas que pudimos contemplar con los prismáticos.
Antiguamente, el tiempos de la Roma clásica, los cambios estacionales iban en consonancia con las migraciones de las aves, ya sean cigüeñas o golondrinas, pero hoy en día, debido a los cambios climáticos, ambas especies se han quedado a vivir en nuestra región.
Y por el camino, en la misma calle Feria, pudimos contemplar aquellos clavos con los que saber cuánto puede elevarse el terreno con el paso de los años y rememoramos a aquella heroína sevillana que se arriesgó para que los que defendían nuestra ciudad pudieran soportar el terrible calor durante los bombardeos.
Y así llegamos hasta el Omnium Sanctorum, recordando las cruces que están y las que no están y de cómo se producía el milagro de la lluvia con ellas, según las leyendas que se esparcen por toda nuestra cudad.
Fotos: Francisco Santiago