Desde el Campanario. Las “Coronitas”

Arte Sacro. En el Boletín Nazareno del mes de diciembre, nº 81, editado por la Hermandad de La O viene un interesante artículo de opinión (sin firmar) en el que, como ya es muy habitual, se hace un repaso a la otra información relativa a las cofradías y que pasamos a mostrárselo.

Las “Coronitas”

Sevilla debe de ser uno de los pocos lugares del mundo en el que todo el año parece Semana Santa o, al menos, donde siempre se puede hablar u oír hablar de cofradías; incluso a más de cuarenta grados, con la mente puesta en la playa o en el frescor de la sierra, puede uno, aunque sólo sea durante el tiempo que dura la lectura de una página de periódico, y como en un túnel del tiempo, volver a las fragancias de incienso y azahar que evocan la peculiar forma de vivir la Pasión en esta “ciudad de la gracia”.

Pero lo curioso es que, en un alto porcentaje, las charlas informales en la calle o las noticias aparecidas en los medios sobre las hermandades sevillanas, no se refieren a ellas como un grupo de cristianos, más o menos numeroso pero unidos bajo una misma  advocación o adoración y que realizan una importante labor evangelizadota, formativa y de asistencia social. Al contrario, abundan más de lo deseable los “cotilleos”, los rumores, los potenciales escándalos, las fuentes anónimas, las preguntas insinuantes o, incluso, la desinformación malintencionada...

Y de ese fenómeno puede que todos seamos, en mayor o menor medida, un poco responsables; desde luego lo son algunos “cofrades”, o incluso algunos cargos eclesiásticos, a los que les gusta esa erótica del poder o del saber, más o menos aparente o real, y ese juego de confidencias en la sombra de los plumillas de turno. Responsables también desde luego, ciertos periodistas (no todos) que, siguiendo la perniciosa tendencia de moda, han convertido la información cofrade o religiosa en una versión “lila”, “morada” o “ruán” de la prensa rosa o del corazón, que es casi todo menos prensa, en el sentido más profundo, histórico y responsable del término.

En efecto muchas veces, y como en el caso del “famoseo”, lo sentimental o morboso prima sobre el sentimiento, la devoción, los cultos o la caridad ejercida y, así podemos encontrarnos que sólo unas cuantas hermandades o unos cuantos cofrades ilustres o ilustrados, son objeto de la atención mediática o de la del aprendiz de larra correspondiente, cuyo criterio de selección de noticias, en este campo, parece estar más basado en la “popularidad” (malentendida), en la “movida” de un cabildo de elecciones o en el número de personas por metro cuadrado que es capaz de convocar una determinada cofradía en la calle.

Finalmente, los que, en mucho o en poco, atendemos o incluso gustamos de esas pseudonoticias capiroteras también colaboramos a esta situación en la que, por ejemplo, poco o nada importa la labor social que día a día realizan calladamente las hermandades de nuestra ciudad.

Y todo ello no merecería más atención, sino fuera porque con ello, flaco favor hacemos a las hermandades de Sevilla, ya que ésta es para muchos la imagen que reciben y por lo tanto suponen, de la vida cotidiana de estas corporaciones cristianas; del mismo modo seríamos aquí indiferentes al fenómeno si, como cristianos y cofrades, no nos sintiéramos profundamente heridos cuando, por ejemplo, tras preparar con esfuerzo y trabajo, y anunciar con ilusión una Coronación Canónica de la que para ti representa a la Madre de Dios, de esa imagen que ves cuando cierras los ojos y que tomas por guía y norte de tu vida, que es tu intercesora ante Aquel que, con su madero a cuestas, te enseñó que la vida es mucho más que mirarse el propio ombligo, viene alguien y dice que esto ya está saturado de salidas extraordinarias y de tantas “coronitas”.