Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • lunes, 29 de abril de 2024
  • faltan 349 días para el Domingo de Ramos

“Aquel Mendicante que solo pedía trozos de vida”. Mariano López Montes


         ….Dedicado  al Dr. Perez Bernal y muy especialmente a Jose Ignacio Cabeza en la memoria de su querida Carlota……..   

Si porque me gusta contaros una historia real en el idioma de los cuentos, que era la forma de saber y aprender más divertida  que teníamos los niños de antes, donde la fantasía, la imaginación y la ilusión eran capaz de suplir las carencias de otros tiempos.

Como todos los cuentos, ocurría en un reino imaginario, que en este que os describo se llama Sevilla y como en todas estas narraciones había de todo, desde el Castillo donde vivía aquel rey todopoderoso, gentil y cruel a la vez, hasta aquella princesa de imponderable belleza y desgraciado amor por un príncipe que casi nunca le correspondía. Pero en esta ocasión quiero hacer un doble salto mortal a mi imaginación y recrear el mundo de nuestras cofradías en la zona de aquel reino que siempre gozaba de más ambiente que era su plaza central y como no su mercado, donde vivimos y nos relacionamos esos súbditos de este cuento imaginario y que se nos denomina con el gentilicio de cofrades, capillitas y unos cuantos apelativos mas que no voy a describir, puesto que este es un cuento para niños, aunque la mayoría ya peinemos las canas de nieve que nos regala el tiempo.

Había una vez, en  aquellos años del Medievo y de aquel siglo que algunos datan como el origen de nuestras cofradías, unos artesanos que supieron crear el arte hecho divinidad de nuestras más entrañables devociones y como no en todo aquel mundo pretencioso caminaban altivos hidalgos, que como en la actualidad tenían que demostrar a aquellos vasallos de la época, su prestigio y altivez, bueno tan como suele pasar hoy día en este nuestro mundillo cofrade aunque  de nobiliario más bien poco. Existían los grandes males de aquella época la peste, las grandes epidemias y aquellas hambrunas  que diezmaban a aquellas gentes indefensas y que pese a los años trascurridos aun sigue existiendo en forma de la incultura y las desigualdades sociales. Había en aquel mercado  unos cetreros que con sus halcones volaban a un mundo de ideas sobrevaloradas, había y como no un mundo mísero que solo podía sobrevivir  a nivel de aquellas ratas  que la mayoría de las veces sembraban  la enfermedad y como no la muerte. La enfermedad y la muerte que desde siempre llevamos a cuestas desde el mismo momento en que nacemos, picaros de la época. Y por supuesto aquellos picaros de antes y de ahora, estos que los que me conocen bien me encantan por su genialidad y a veces irracionalidad un tanto desmedida, que actualmente también existen en este nuestro “mundillo cofrade”, piense el lector y vera como cada uno conoce a dos o tres dignos descendientes de aquellos Rinconete  y Cortadillo que nos relatara Cervantes.

También había charlatanes y contadores de cuentos que ensimismaban a los presentes con sus historias trasnochadas de brujas, dragones y ogros inexistentes y supersticiones que traerían la desgracia, la enfermedad y como no la muerte, sobre todo si no se compraba aquel filtro mágico que lo sanaba todo.

Entre los mendigos que imploraban la caridad ajena de algunos maravedís  con que paliar su necesidad hecha miseria, un día no hace mucho tiempo irrumpió en el lugar un nuevo “Mendicante” un hombre de cuerpo débil y alma grande que nunca pedía ningún estipendio económico para sí, que enseñaba una doctrina un tanto extraña llena de humanismo solidaridad y amor desde su sencillez y humildad, un tanto “Gandhiniana”. Científico y no alquimista que mediante la muerte pretendía tener aquella piedra filosofal que creara la propia vida. “la muerte antes de la propia vida”, este hombre está loco o se confunde, primero será la vida y cuando venga la muerte ya no hay vuelta atrás, además si pretendemos ir a una vida mejor ¡cómo vamos a dejar aquí alguna parte de nuestro cuerpo al que estamos tan acostumbrado y tanto queremos!, imagínense una eternidad donde todo es felicidad, de tullido, de ciego o sin corazón, ¿qué calidad de vida voy a tener con lo bien que me  he cuidado en esta?, para estar en la otra hecho un guiñapo, ¡De eso ni hablar!.

Aquel mendicante siguió pidiendo durante mucho tiempo desde la soledad y la incomprensión, en un principio de puesto en puesto y de casa en casa, con aquella misión que solo su Dios, aquel que cada Jueves Santo en su “Fundación”  su muerte nos da la vida y que la vida se viste con los vivos colores blanco y azul de su túnica nazarena bajo ese sol perenne de cada Jueves Santo.

A Él se unieron otros mendicantes anónimos y un día no muy lejano se cruzo en su camino aquel Clérigo de alto rango, Cardenal, ¡nada más y nada menos!, al que gustaba salir de su palacio para ser AMIGO de esta su Sevilla que con tanto cariño siempre lo acogió, apoyó su idea con aquella frase llena de contenido y conocimiento “No te lleves para el cielo, lo que puede servir en la tierra”. Este apoyo de tan ilustre autoridad disipó las dudas y quitó los miedos de aquellas gentes que poblaban el lugar, pero aunque los cuentos suelen ser breves y a la vez casi todos tienen final feliz para sus protagonistas, aun no podemos decir  la repetitiva y postrera frase  de “Y colorín colorado este cuento se ha acabado”.

Porque a aquel Mendicante conocido como Don Jose o simplemente Pepe para sus amigos, se unieron más mendicantes de trozos de vida, que junto con muchos más que recibieron en sus propios cuerpos el milagro y la esperanza de volver a nacer, siguieron paseando y propagando su idea de amor y solidaridad entre nuevos mercados (Hermandades), pues su misión nunca tendrá limites, difundiendo esa idea  primitiva que gracias a la ciencia después de una muerte, siempre puede existir una nueva vida, dejando simbólicamente una llama  de luz en aquellos pasos que dentro de pocas horas pasearan por esta su Sevilla a nuestras devociones y sentimientos que aprendimos desde niños.

Y ahora va por vosotros que desde hace muchos años estamos escribiendo las más bellas páginas de cuentos de nuestras vidas, escritas con el alfabeto del sentimiento, la evocación hecha recuerdos, el trato y como no ese cariño especial que se tiene a esa gente buena y sin dobleces como os consideramos.

Hace aproximadamente un año, tu Carlota marchó a ese lugar que debe existir donde habitan para siempre las personas como ella. Ese mundo sencillo y sin  malicia lleno de esa sana ingenuidad que siempre tuvo, ese mundo en el que se comen manjares muy de aquí y nada sofisticados, Las tortillas de papa, los boquerones en adobo y por supuesto, sus “papas aliñás” , siempre recordaremos esas cariñosas “yoyas” que de vez en cuando te propinaba. Siempre estará en mi recuerdo cuando cada Domingo de Ramos vestida con esa túnica blanca que solo puede existir en San Juan de la Palma, y en uno de esos relevos que tantos años hacíamos, siempre con el debido permiso de nuestro querido “Tito Herodes”, acudíamos para ver cómo iba Carlota, y ¡cómo iba a ir! más tiesa que nosotros que a veces íbamos calentitos y no de esos churros que tanto le gustaban. En estos últimos años de su vida, donde la enfermedad le iba comiendo cada vez más terreno acudíamos también los dos como siempre a ver a ese nazareno que ya con paso y andar titubeante cada Sábado Santo acompañaba a su Virgen de Los Dolores desde su salida, hasta el regreso a San Marcos.

Bueno y este año te ha tocado a ti amigo “Cabeza” como nos gusta llamarte, encender una llama de Luz y Esperanza ante nuestro Jesus del Silencio del que tuvimos durante tantos años el honor de ser su pisada por las calles de Sevilla, en ese cielo oscuro de abajo que solo puede existir en Sevilla. Encendiste ese cirio de llama titubeante como símbolo de ese amor, generosidad y altruismo de todos los donantes, pero con el apellido y el sentimiento de nuestra querida Carlota y este año y será el primero, vas a sentir la pesada cruz de su ausencia. Pero quizás desde cualquier esquina del recorrido, alguien desconocido para todos pueda ver a nuestro Cristo con algo tan valioso que ella, al irse con Él, le regaló. Ten por seguro que lo mirará con el sentimiento y el amor con el que siempre ella lo vió, porque los sentimientos que acunan el recuerdo nunca mueren.

 

Fotos: Mariano López Montes










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.