Arte Sacro
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Señor de los espacios infinitos. Antonio Sánchez Carrasco


Señor de los espacios infinitos, Tú que tienes la paz entre las manos, derrámala Señor te lo suplico y enséñales a amar a mis hermanos.

Esos versos del Manuel (q.e.p.d.) qué en gloria está,  me iban y venían por la cabeza conforme avanzaba el Señor de los Señores por el barrio de los Pájaros.

En una de aquellas plazas miraba y remiraba y no había un sitio donde no viera a alguien llorando. Se iba el Señor del hogar, aquel que ha conseguido en seis días más visibilidad para el barrio, que cualquier otra cosa o persona que pudiésemos pensar. El que te mira y te dices "no temáis". Había un run run de nervios y satisfacción.  De plenitud y de pena. Llegaron mis padres para verte, Señor. Los miré y te miré y no hizo falta más porque tu cruz es donde descansa nuestra tranquilidad. Surcaste cabezas y desconchones en la vida, para salir del barrio. Y seguía la Lole tarareando aquel estribillo del Manuel, cruzaba el Señor para la extinta fábrica de contadores. Buscaba la residencia donde mi tía Mery reside ahora cuando la luz de su memoria tiene esas malditas lagunas que traen los años. Alguien cercano gritó "no nos olvides Gran Poder" y su grito desgarró las almas de los que los oímos cuando lo lanzó de manera lastimada al silencio que siempre acompaña la amplia zancada de Dios.

El Señor siguió avanzando. Buscaba la Romería,  aquel barrio donde por primera vez tocó un trombón en la Redención y la parroquia de la Caridad y el Cristo de los Vaqueros. Un abrazo de mi amigo Gelo de cuando ambos servimos a la patria. La Virgen de Oshun, el Imán justo antes de ver a un Moranco, está vez sin carretas. Un bar que se queda sin cerveza que servir, ojalá viniera el Señor una vez al mes.

Carlos Marx, que inventó el comunismo, y aquel hombre que nos igualó a todos, siendo hijos de Dios. Avanza irremisible a contraluz por un sol que también quiere acompañarlo. Unas niñas le gritan guapo desde el techo de un coche y alguien las manda callar, olvidando aquello de "dejad que los niños se acerquen a mi", viene el Padre y  a Él se le dicen las cosas del alma. Suena otra saeta.

La entrada a las Candelarias es imposible nos retiramos antes de que entre por la calle Pedro de Madrid,  donde llegó mi Padre cuando mi familia paterna salió de Triana. Pasamos por las Moradas y por donde vivían mis abuelos maternos, camino de los pinchitos del Zapico, y de mi Lola, que hoy le tocó trabajar y no te vio Señor. Y pasando por Regiones Devastadas la Lole seguía reguinchada de mi mente, acababa de echar la mañana con el Señor de los espacios infinitos y a pesar de estar parado sólo podía pedirle por el bienestar de los que quiero. Esta semana nos vemos Señor.

#LosLunesalSol

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.










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