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Jueves pastoreños. Pastora y Madre en Belén. Francisco Javier Segura Márquez


La propia representación de María Santísima bajo Traje y Título de Pastora tiene, en su hondura teológica e iconológica, un componente fundamental en la alusión a la Maternidad Divina, que consuma el sí de la Encarnación con un misterioso Nacimiento: el del Niño Jesús en la ciudad de Belén, “la casa del pan”, en la que se hace vida el Pan Vivo que baja del cielo, y cuya Venida al Mundo conmemoramos cada madrugada del 24 de Diciembre en la tradicional “Misa del Gallo”, que es la segunda de las cuatro celebraciones Eucarísticas, dotadas de textos propios y diversos, con las que la Iglesia Universal festeja la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, “la Navidad del Señor”.

 

Esta Maternidad Divina, que vemos reflejada en la Maternidad Espiritual que la Divina Pastora muestra acariciando uno de los corderos que se acercan a su regazo a depositar las flores de sus oraciones en forma de Avemarías, se ha venido representando con mucha frecuencia empleando para ello las Imágenes de la Divina Pastora, que son, por su actitud sedente y mirada siempre delicada, propicias para representar, junto a Imágenes de San José apropiadas para ello, la escena del Nacimiento en Belén. El respaldo definitivo de la advocación, vinculado a su reinterpretación como “Madre del Buen Pastor Jesucristo” y el asentamiento de la costumbre del Nacimiento a través de la llegada de Carlos III desde Napolés será el ingrediente que complete la costumbre, mucho más moderna, de presentar a la Divina Pastora, como Madre de Jesús recién nacido, en los Templos o Capillas en los que se ha venerado en nuestra Ciudad.

 

Los Religiosos Franciscanos, y Capuchinos en el caso de las Imágenes o Hermandades de la Divina Pastora, han sido responsables, a partir del siglo XX, de esta costumbre de instalar a la Divina Pastora con un Niño Jesús en brazos, o en un pesebre junto a Ella, para las Fiestas de Navidad, la Solemnidad de Santa María Madre de Dios o la de la Epifanía del Señor. Así fue presentada la Imagen Titular del Redil Eucarístico en la segunda mitad del siglo XX, y de ese modo pudimos contemplar a la Divina Pastora en su Besamanos extraordinario del día 1 de Enero de 1988, en el Año Mariano declarado por Su Santidad San Juan Pablo II. Fray Antonio Ruiz de Castroviejo y Alba, hermano de nuestra Corporación, fue el responsable de aquel montaje en la Iglesia de las Religiosas Esclavas del Sagrado Corazón, en la calle Cervantes, que marcó un antes y un después en la iconografía de Nuestra Titular.

 

Nace entonces el afán de nuestra Hermandad por convertir a la Divina Pastora en instrumento de catequesis y evangelización, aprovechando su belleza arrolladora y su actitud maternal para presentarla con un Niño Jesús, a pesar de que nuestro fundador, el Venerable Padre Fray Isidoro de Sevilla, era reacio a trasmutar el Cordero por una escultura del Divino Infante. Piadosamente adelantados a favor de la religiosidad popular, la Priostía de la Hermandad descendió a la Imagen Titular de su altar en la Navidad de 1996, componiendo un pesebre con un tejido de terciopelo bajo cuatro arbotantes de estilo neogótico, que acogieron entre flores de Pascua a la Santísima Virgen.

 

A partir del Tricentenario Fundacional, aprovechando la amplitud que concedía el nuevo camarín instalado tras la bendición del Retablo mayor en 2001, se tornó en costumbre representar la iconografía del Nacimiento, de lo cual dejamos constancia en las siguientes imágenes. Para el año 2004, bajo la priostía de Jesús Gabardón de la Banda, se instaló en el Presbiterio el primer Nacimiento monumental, presidido por la Divina Pastora que mostraba al Niño Jesús en el pesebre, mediante una Imagen de terracota policromada realizada por Miguel Ángel Valverde. Acompañaba a la Santísima Virgen, que vestía manto celeste y saya rosa, y lucía en sus sienes una corona de orfebrería, una representación del Patriarca Bendito Señor San José, encarnado por la Imagen de Nicodemo que anteriormente procesionaba en el Misterio de las Cinco Llagas de la Hermandad de la Trinidad. Del primer paso de la misma cofradía, que representa el Misterio del Sagrado Decreto, fueron tomadas las antiguas imágenes de los Padres de la Iglesia para encarnar a los Tres Santos Reyes Magos, vestidos para la ocasión con ricos tejidos y portando coronas sobre su cabeza. Dos querubines descorrían un cortinaje ante la embocadura del camarín.

 

Para el año 2005 se presentó a la Divina Pastora en un montaje de carácter naturalista y popular, eligiéndose como indumentaria la evocación del Lienzo Primitivo con tejidos lisos, dispuestos con soltura en sus pliegues sobre la anatomía de la Imagen. En aquella ocasión, de nuevo las Imágenes antiguas del Sagrado Decreto (originalmente la Virtud de la Fe y San Jerónimo) encarnaron a los personajes que acompañaban a la Sagrada Familia: una joven con atuendo popular andaluz y un fraile franciscano, que pretendía evocar a Fray Isidoro de Sevilla. Un Niño vestido de Zagal, que respondía a la imagen tallada por Juan Ventura en 1981 para encabezar la colección de Niños Jesús, propiedad de nuestro hermano Gabriel Solís Carvajal, acompañaba a la joven junto a los corderos del Rebaño de la Divina Pastora. 

En 2006, completando la trilogía inicial de Belenes Monumentales, la Priostía diseño una curiosa alegoría de la prefiguración del Nacimiento de Jesús. La Divina Pastora aparecía acompañada de San José, representado por una Imagen cedida por los Jesuitas, procedente de su residencia en la calle Jesús del Gran Poder. En torno a ella, cuatro hermosos arcángeles procedentes de dicha comunidad Jesuita, simulaban envolver con misteriosos halos el Nacimiento de Jesús bajo un rompimiento de Gloria protagonizado por la representación del Espíritu Santo, tomada del resplandor que timbra la bóveda del camarín. Ante la Divina Pastora, vestida de blanco y celeste, con mantilla sobre su cabeza, en la Natividad de Jesús con el Niño en su regazo vestido con batón de cristianar, se postraban los cuatro Padres de la Iglesia de Occidente (santos Gregorio Magno, Jerónimo de Estridón, Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona), caracterizados con las prendas y atuendos propios de cada uno de sus estados eclesiales, que contemplaban absortos el cumplimiento de las Profecías. 

La alta complejidad conceptual de este montaje invitó a la Hermandad a simplificar en parte los montajes que había venido realizando cada Navidad. Entre los años 2007 a 2012, con diferentes ejemplos que mostramos en imágenes, de hecho, se obvió la presencia de San José y la Divina Pastora permaneció en Su camarín acompañada del Niño Jesús acurrucado entre ricos tejidos en una cuna. Saya rosa y manto celeste, en diferentes combinaciones, fueron los atuendos que lució la Divina Pastora en los últimos años que venimos a tratar en este Jueves Pastoreño. El retorno de San José para la iconografía del Nacimiento marcará una segunda etapa que trataremos, Dios mediante, la próxima semana. Hasta entonces, muchas gracias por vuestra atención.










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