Juan Carrero. Javier Criado. ABC

Hace días murio en Sevilla un cofrade. De caracter recio, varonily vehemente siempre fue un niño que vivió sumergido en el incienso. En esa nube impregnada de olores ancestrales vivió y el binomio familiahermandad supuso en sus vivencias una misma e indisoluble cosa. Con él acabatoda una época de la Semana Santa sevillana. Sus ya famosos 'anales" constituyen un principalisuno e inconmensurable referente para el conocimiento historiográfico de hermandades y cofradías. -Muéranse de envidia los peslilentes personajillos que criticaron su labor en vida, mientras despreciaban el fruto de un intenso, fecundo, duro y ejemplar trabajo, con la reciente noticia de la atención prestada por la Real Academia Española de La Lengua a su persona y obra, cuya noticia se me acaba de comunicar por parte de la editora del último trabajo y de la que tengo constancia llegó a su conocimiento dias antes de que le sobreviniese el final de sus dias naturales-.

Juan Carrero ha muerto y con él descansan para siempre recuerdos de una época brillante pero ya marchita. Frente casi de la antigua juguetería de la caile "elburro", enlapapeleria de Fernando Suárez, nos reuníamos un grupo de locos capillitas y cofrades con otro del mundo del costal y del martillo. Salvador Dorado "El Penitente", Domingo Rojas, "El Moreno", Rafael y Pepe Ariza, Manolo Santiago, Luis León, José Alvarez y yo, pasábamos ratos interminables hablando de cofradias y de su mejor semana. Todo lo vivido el año anteriorserevivíaintensamentey lo por viviren el siguiente se miraba de tal forma en nuestras mentes que era previvído con mayor fogosidad si cabe que cuando llegabaelmomento de plasmarse en realidades. Pero aquellas tertulias nunca negaban a su apogeo antes de que impusiese su presencia el inefable Juan. Con él la vehemencia se hacía rito y el rito.. .cofradia. Cofradía de San Vicente, por supuesto. Sus opiniones las vertía sobre el tapete con tal ahinco y convkción que más eran sentencias inexoralbles que razonamientos capaces de estar sujetos a la más minima crítica. Cuando tenía unos 16 años más o menos, hoy tengo 56, me hizo hermano de Las Penas. Sigo siéndolo. Y sé, que ha muerto un amigo.