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"El Señor está perfectamente conservado para muchos años". José Mª de la Hera. Diario de Sevilla.


"El Señor ha quedado perfectamente conservado para muchos años". Es la conclusión que todos querían oír. Más aún si la expresión sale de los labios de Joaquín Cruz Solís. El experto destacó ayer dos aspectos de la reciente restauración del Gran Poder. Por un lado, se ha sentado el color de la talla, lo que favorecerá la conservación de la policromía; por otro, se le ha aplicado un barniz que, además de darle un atractivo brillo mate, "lo protege enormemente".

Ante una basílica abarrotada de hermanos y devotos, a pesar de que el tiempo no invitaba precisamente a salir a la calle, Joaquín Cruz Solís pronunció anoche una conferencia ilustrada con diapositivas sobre el proceso de restauración del nazareno de Juan de Mesa. Desde el principio hasta el final. El antes y el después.

Cruz Solís, que habló en nombre del equipo que llevó a cabo la intervención el pasado mes de julio, lamentó que no se sentara el color durante la restauración que su mismo equipo llevó a cabo en 1983, lo que habría evitado que se perdiera buena parte de la policromía que, en el transcurso de estos 23 años, ha desaparecido para siempre. Sin embargo, añadió, la imagen presentaba por aquel entonces problemas estructurales más acuciantes. Por este motivo, los expertos tenían claro que ahora "lo más importante era el sentado de colores para que no se siguiera perdiendo esa policromía tan impresionante". En ese proceso, los expertos descubrieron que el Señor tenía algunos "cráteres" en el rostro fruto, seguramente, "de un fuerte calor que le habría levantado ampollas".

Sobre la corona de espinas, el ponente explicó que se sustituyeron las de hierro por otras de madera, "ya que el hierro se oxida y además ejerce una fuerte palanca sobre la rama". En cualquier caso, Cruz Solís se inclinó a pensar que las espinas de hierro no eran las primitivas, y que Juan de Mesa las habría hecho de madera. "Estaban colcoadas a capricho, tres de ellas directamente sobre el pelo y la frente". Como curiosidad, comentó que el Gran Poder tiene un total de 57 espinas. Por otro lado, el equipo de los Cruz Solís detectó tres "piezas falsas" en la corona de espinas, añadidas con posterioridad a la hechura de la imagen, entre las que destaca una rama de 12 centímetros.

Sobre la limpieza, dijo que fue "lo más importante" de todo el proceso, con el objetivo final de dibujar las facciones del Señor mediante la eliminación del antifaz negro que cubría prácticamente su rostro. "El cuello fue una de las zonas más comprometidas porque presentaba policromías de distintas épocas, de haberle separado la cabeza en varias ocasiones". Los trabajos de limpieza provocaron el hallazgo de sendos regueros de sangre junto a un ojo. Aun así, Cruz Solís explicó que la comisión de seguimiento se decantó por no aplicar una limpieza en profundidad. La famosa grieta de la frente se tapó empleando una técnica que "ya utilizaban los flamencos en el siglo XVI: con fibras de estopa y cola", señaló.

Otro de los hallazgos del equipo de expertos es que el pie derecho, expuesto a la veneración de los fieles en permanente besapiés, no sólo ha perdido la policromía por el roce de los labios, sino que le falta al menos un centímetro de madera. Consecuencia quizá de "la fuerza del cariño" de la que escribió Carlos Colón y que el hermano mayor recordó antes de la conferencia; la misma que llevó a los hermanos a tomar "con responsabilidad" una decisión rubricada ayer por los aplausos de un auditorio puesto en pie.

www.diariodesevilla.com










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