El día en que el buen gusto se asentó en El Museo (y no se rebeló la Municipal, conste)
Francisco Santiago. Quizás más de uno de ustedes me van a tachar de repetitivo (además de lo habitual de peyorativo), pero la razón sólo conoce un camino y por suerte o por desgracia en lo que estoy describiendo, la tengo.
Un acto organizado por una Hermandad y la Asociación de Vecinos, en un lunes laborable, a las 21:15 horas de la noche y con un debate televisado entre los dos candidatos a ser presidente del Gobierno..., como que serían suficientes motivos para haber cambiado de fecha el acto.
De hecho sólo por jugar un equipo de la ciudad en casa se han cambiado fechas de actos importantes de hermandades, cosa que no llego a comprender del todo. Empezar comentando que el acto tuvo puntualidad inglesa, algo tremendamente olvidado por el conjunto de nuestras hermandades a la hora de planificar sus actos.
Es tremendamente alentador escuchar como Manuel Antonio Ruiz-Berdejo, presidente de la AA. VV. “El Museo y su Entorno”, tras la introducción de Eloy Grande, hizo una evocación a la descripción que realicé el pasado año sobre el mismo acto, leyendo íntegramente el texto aparecido en Arte Sacro. Siguieron las palabras del Hermano Mayor de El Museo, José Luis Palma Fernández.
La Banda Municipal estaba ya preparada y, a un gesto de su director, comenzó a sonar un fragmento de la B.S.O. de “La Misión”: Gabriel’s oboe. Suena la voz de Amalia Sánchez recitando un fragmento de la obra de su padre, José Luis Ortiz de Lanzagorta: “Me llamo Sevilla” y tras el recital... Los sonidos del Silencio con la Saeta Nº 1.
Resulta muy difícil transcribir este tipo de actos que se salen del reiterativo y amuermante modelo de Pregón-Exaltación al uso, aquí vale todo y, además, cuando es Paco Robles el que actuá de prologuista o cronista de lo que va a acontecer... la situación sube enteros a cada palabra, a casa sentimiento expresado y compartido con el emocionado y entregado público allí congregado.
Paco habla en esta ocasión de Joseph Peyré, haciendo una descripción de lo que vamos a escuchar por partida doble, “La Pasión según Sevilla” de Joseph Peyré y La Soledad, de Pedro Morales, que se mezclan convirtiendo el concierto en recital y a la vez el recital en concierto. Siempre siguiendo este mágico esquema del trío Robles-Sánchez-Gutiérrez.
Paco habla de la Expiración de Cristo, en el Museo y en el Puente de Triana, para que Amalia lo haga imagen viva con “El Cachorro en el Puente” de Aquilino Duque mientras que se van formando los acordes de la marcha “Cristo de la Expiración” de Font Fernández.
Llega uno de los momentos más álgidos del acto, cuando tras la introducción de Paco, la banda los lleva a la Saeta de Antonio Panteón, mientras que Amalia nos lleva directamente a las dos de la Madrugá, hora marcada en el reloj municipal con el Salmo al Gran Poder de Núñez de Herrera.
Suena Jesús Preso y, tal y como mandó su autor, Cebrián, en caso de haber saetero; el paso es detenido para que el saetero José Antonio Rodríguez (no confundir con el periodista), cante al Señor de esta forma:
"Ay, Jesús mio del Gran Poder,
esta noche, por ir contigo,
tu costalero quiero ser,
para ayudarte con el maero
que a ti te hace padecer.
Ay, Jesús mio del Gran Poder,
tu cirineo yo quiero ser"
Tras el toque del martillo y la pertinente levantá, se aleja el paso mientras la Municipal continúa la marcha. Son datos muy concretos de algo que, en directo, fue tremendamente emotivo y casi indescriptible.
Tras la austeridad y sobriedad, el acto pasa del ruán al colorido, de la cola a la capa, del cirio votivo al acólito que se hizo popular bajo el seudónimo de “el brillantina” y con el texto en tonalidad jocosa del maestro Garmendia.
Entonces ocurre lo que nadie esperaba, el director abandona el lugar y la Banda comienza a tocar Estrella Sublime, mientras los músicos bromean entre sí, comen, beben y, como mandaba el canon de antaño: “desafinan”. Pero de nuevo aparece en escena Gutierrez Juan y, como dice el son cubano “llegó el comandante y mando a parar”, acabando con la rebelión y sonando la marcha de Farfán como sólo sabe hacer la mejor Banda del mundo para este tipo de música, según el amigo Robles y que yo, personalmente, corroboro.
¿Sabían ustedes que Rodríguez Buzón estuvo a punto de no dar el pregón?. Según comento Paco Robles tuvieron que ir a buscarlo al patio de vecinos donde vivía y sacarlo bajo la cama, incluso reanimarlo con un brandy.
El miedo se fue diluyendo dando paso a la crecida personal que se iba ampliando con los aplausos de los presentes, sobre todo cuando, tal y como escuchamos en la voz de Amalia, sonó ese fragmento ya inmortalizado en el cual reconoce y habla a la Macarena: “Como Tú, ninguna” y suenan los acordes armoniosos de Pasa la Virgen Macarena de Gámez Laserna.
Eloy Grande puso la nota de la vivencia personal que supone no poder realizar la estación penitencial el Lunes Santo y ser parte del publico, comprendiendo eso que tantas veces criticamos: tocar a tu Virgen, aunque sea el manto o el palio y llevar tus manos a los labios para besar a la Madre.
Virgen de las Aguas de Santiago Ramos fue el epílogo a casi dos horas de buen hacer y donde, de nuevo, se realizó el milagro de convertir lo cotidiano (que es dar una exaltación de Semana Santa con banda incluida) en algo extraordinario, como ya dijo en cierta ocasión nuestro Cardenal...
Entre los presentes pregoneros (Manuel Toro, José Luis Garrido Bustamante) periodistas, historiadores (no se pierdan la crónica de Álvaro Pastor en “El Mundo”), editores (un besazo Rosa) y hasta equilibrismos de un fotógrafo (que no era yo, conste) para sacar la instantánea oportuna...
La nota negativa: el móvil que sonó directamente en la primera fila mientras sonaba la municipal, signo inequívoco y reprochable de que aún nos quedan muchas cosas que aprender para llegar a ocupar este sitio de privilegiados.
La nota positiva: Antonio Casado nos informaba que el sábado 1 de marzo este evento podrá ser visionado en un especial para Sevilla TV.
Fotos: Francisco Santiago
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