El día en que Dios volvió al Divino Salvador
Francisco Santiago. A veces la luz nos hace ver más allá de la propia realidad y ayer domingo, día señalado y esperado para la dedicación del restaurado templo del Salvador, estuvo más que presente y por el rito mozárabe.
Parecía como si Dios, en forma de haz de luz, quisiera presenciar cómo se recuperaba otra de sus casas sevillanas y, sin lugar a dudas, ¡qué bella casa!
Ritos para la dedicación de la Iglesia
Por medio de la aspersión y tras la toma de posesión de la Iglesia, el agua bendecida por el Cardenal fray Carlos Amigo Vallejo, que presidió el acto, fue asperja por el altar y los muros. La oración de dedicación, junto a la Comunión en sí, fueron suficientes para sacralizar de nuevo el Templo, aunque la unción del altar y de las doce cruces de los pilares y muros la hicieron ya por siempre dedicada al culto cristiano.
Jesús Sacramentado se queda en el templo con la ceremonia de la cremación del incienso y el revestimiento de la mesa del altar da paso a la iluminación de la misma tanto de forma artificial como por cirios.
La celebración de la Eucaristía y el acompañamiento de la Santa Forma a la Capilla Sacramental y bajo palio, fueron el culmen de una esperada jornada de gozo y festividad para los católicos sevillanos.
Protocolos
Juan Garrido Mesa siempre estuvo presente en el acto, a través de los gestos y de la palabra, incluso el Cardenal, cuando se firmó el acta, documento acreditativo de la dedicación para los anales históricos del templo, dijo antes de firmar: “Juan, será mi mano la que firme por ti”. Junto a la Firma del Cardenal, las de Francisco Ortiz, la de los constructores y la de Joaquín Moeckel, gran impulsor de esta restauración.
Placa conmemorativa
Junto a las Autoridades políticas y religiosas de la ciudad, las Hermandades y el numeroso público allí congregado, el acto culminó con la inauguración de una gran placa que conmemora el día de la reapertura al culto del Templo del Salvador.
Fotos: Francisco Santiago
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