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UCE-Andalucía pone en marcha una campaña en materia de videojuegos


Sevilla Información. Según  Francisco Babín, director general de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, más del 15 por ciento de los jóvenes de la capital sufre un alto riesgo de padecer una adicción al teléfono móvil, a Internet y a los juegos electrónicos.  Babín indicó que el riesgo de padecer esta adicción se ha multiplicado por cuatro en el último año y medio y que uno de los principales factores que están permitiendo este crecimiento exponencial es el desconocimiento de los padres de tecnologías como los mensajes sms o de programas como el 'messengger'.

Por eso, y teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías son un regalo recurrente en estas fechas, UCE-Andalucía recomienda hacer una adquisición y un uso razonables, informados y adecuados a las características del usuario final. Además, UCE-Andalucía ha puesto en marcha una campaña informativa en esta materia en la que, a través de sus delegaciones provinciales, llevará a cabo una serie de talleres y charlas en las diferentes provincias y para lo que se basará en el decálogo elaborado por el Instituto Nacional del Consumo en colaboración con la Asociación Española de Distribuidores y Editores de Software de Entretenimiento (ADESE) y el Consejo de los Consumidores y Usuarios (CCU), del que la Unión de Consumidores forma parte.

1. Se debe comprobar siempre la clasificación por edades y la descripción de contenidos que aparece en las carátulas de los videojuegos, especialmente los adheridos al sistema voluntario de clasificación “PEGI” que responde a criterios acordados internacionalmente. Este Código permite saber si los contenidos del videojuego son aptos para todas las edades, para mayores de 7, para mayores de 12, para mayores de 16 o para mayores de 18 años. Asimismo, permite conocer si el videojuego contiene violencia, sexo, imágenes que puedan generar miedo, referencias al consumo de drogas, lenguaje soez o discriminación de algún tipo.

En cualquier caso, estas orientaciones deben considerarse siempre como una recomendación, y podrían no corresponderse con los criterios que el usuario considere idóneos. Además, esta clasificación la realiza la industria de forma voluntaria y sólo compromete a las empresas adheridas al sistema de clasificación PEGI.

2. Se debe recabar información sobre el contenido del videojuego, el tipo de escenas que incluye, qué valores transmite o su nivel de dificultad, ya que las clasificaciones de los videojuegos se refieren sólo al contenido, pero no al grado de complejidad del juego o la destreza necesaria para jugar con él. Con ese fin, puede consultarse la información existente, entre otras, en las páginas Web de los fabricantes o de la patronal del sector (www.adese.es); en las revistas y guías especializadas y en las páginas del Instituto Nacional de Consumo (www.consumo-inc.es.). También puede pedirse consejo al vendedor o solicitarle esta información por si dispone de ella.

3. No se debe hacer dejación de las obligaciones que corresponden a un comprador adulto y responsable: la clasificación por edades es meramente orientativa y existe el riesgo de que el menor adquiera en el punto de venta un videojuego no adecuado para su edad. Los videojuegos destinados a adultos pueden utilizar un lenguaje o tener unos contenidos violentos, sexuales u otros inadecuados para el desarrollo del menor. Además, hay que evitar comprar aquellos videojuegos que fomenten la violencia, la competitividad o la discriminación.

En todo caso, si se detecta cualquier anomalía en el contenido del videojuego, debe comunicarse a la empresa y a los organismos de protección de menores.

4. Hay que identificar claramente el producto específico que se desea adquirir. Existen muchos videojuegos con nombres muy similares (casi siempre en inglés) y difíciles de diferenciar. Asimismo, se comercializan variaciones o partes sucesivas de un videojuego con clasificaciones por edad diferentes, de modo que unas pueden ser para todos los públicos y otras incluso para adultos.

También se dan casos en los que modifica el contenido de un mismo videojuego dependiendo de la plataforma para la que se comercializa (PC, Gameboy, Play Station, Xbox, etc.), lo que puede llevar a recomendaciones de edad diferente.

5. Se debe prestar especial atención, en el punto de venta o alquiler, a la hora de seleccionar un videojuego. En la mayoría de los establecimientos de venta los videojuegos se colocan en el lineal clasificados por plataformas, temas o marcas, pero no por niveles de edad. Además ocurre que, en caso de alquiler, en muchas ocasiones los videojuegos se entregan sin su carátula, por lo que es difícil conocer exactamente la clasificación por edades y la descripción temática del producto.

6. Debe evitarse la compra de videojuegos piratas y en el top manta, pues más allá de sus implicaciones legales, puede ser un factor de riesgo a la hora de garantizar la correcta clasificación del producto y la adecuación real de los contenidos a dicha clasificación.

7. Se debe propiciar el uso compartido y en común de los videojuegos, que no tienen por qué ser siempre una actividad solitaria, aunque prestando siempre atención a los intercambios y a las descargas de videojuegos a través del ordenador que puedan realizar los menores, ya que es difícil controlar la correcta clasificación y la adecuación de los contenidos.

Hay videojuegos de alto contenido pedagógico, aunque a veces no sean los más conocidos. Se debe optar preferentemente por este tipo de productos, cuya bondad en valores no tiene por qué estar reñida con la diversión y la atracción para el menor.

8. Deben adoptarse criterios responsables e informados sobre la utilización correcta de videoconsolas y videojuegos: limitación de tiempo, posturas correctas, distancia ante la pantalla, alternancia con otros juegos, etc. Las videoconsolas de últimas generaciones incorporan la posibilidad de control parental, lo que permite proteger a los menores de contenidos inadecuados.

9. Hay que hacer un esfuerzo por penetrar en el mundo de los videojuegos, con el fin de conocer aquéllos con los que juegan los hijos, y procurar también jugar con ellos. Esto ayudará a comprender mejor los factores que les atraen; a valorar sus aspectos positivos; a mantener criterios más adecuados a la hora de comprarlos y a facilitar la comunicación en el entorno familiar.

10. Finalmente, hay que tener en cuenta, lógicamente, los aspectos económicos:

• Antes de elegir qué equipo usar, tener en cuenta el coste que supondrá cada una de las opciones, así como el coste de los distintos complementos que se necesitarán.

• Antes de comprar un juego, verificar si el equipo cumple con las necesidades técnicas mínimas requeridas para que el juego funcione correctamente.

• Evaluar, antes de comprar, las posibilidades reales de juego elegido.

• Hay factores que encarecen el precio del videojuego, como el caso de aquellos relacionados con películas de estreno, o con marcas conocidas (de juguetes, por ejemplo), sin que esto suponga una mayor calidad.










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