Valle de templanza. Alberto De Faria Serrano.

El prodigio de una nueva Semana Santa se nos Anuncia en la Encarnación. Por el preciso y extraordinario perfume del fin de la semana de la Rosa , Dios nos regala la más preciada. Nos presenta la albricia del tiempo mejor. Nos presenta el tempo sereno inmerso en la majestuosidad del Valle de Lágrimas. Nos invade de la belleza teológica del misterio divino de la Madre con su estremecedor llanto. Nos envuelve en el Candor de su Doncella más enigmática y encantadora. Nos hace clavar nuestras pupilas multicolores en la suya que no es verde si no que se torna sepia por los recónditos recovecos de la memoria.

Mas este fin de semana la Madre del Valle es signo y símbolo de la templaza de la Madre. Ninguna vida como la suya puede ser mejor muestra; Vivir bien no es otra cosa que amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo nuestras obras. Quien no se guía por sus designios, quien vela para discernir todas las cosas por miedo a dejarse sorprender por la astucia y la mentira, símbolo de su prudencia, le entrega un amor entero, expresión de su templanza, que ninguna desgracia puede derribar, remanente  diáfano de su fortaleza. (S. Agustín, mor. eccl. 1, 25, 46).

Cuando las notas de Virgen del Valle ya no puedan salir de nuestra cabeza, sabremos meridianamente que no hay espera sin templanza. Que no hay pasión sin prudencia. Ni subsiste entrega sin fortaleza. Que la mano extendida de su Hijo sale a nuestro encuentro en todas las calles sean de la Amargura o de la Desesperanza. Allá en el mágico esplendor perfumado de su Valle, la Doncella nos anuncia el tiempo eterno. Nos anuncia el reino que no tendrá fin. Ese que solo está dentro de nosotros.  

Foto: Francisco Santiago