Las Hermanas de la Cruz y La Amargura pusieron el broche de oro a los actos de Beatificación

Francisco Santiago. Tras la ardua jornada del 18 de septiembre, en la que el mundo entero proclamo la Beatificación de Madre María de la Purísima, aún quedaba mucho que contar sobre este grandioso acto.

En esta ocasión fue la Catedral la que acogió la misa de acción de gracias que ponía punto y final a los cultos, pero aún quedaba la sorpresa final de la procesión con la imagen de Madre María gubiada por el profesor Miñarro.

Era un secreto a voces, pero el mismo quedó revelado cuando tras la cruz parroquial que abría el cortejo, comenzaron a oírse los cánticos de varios cientos de Hermanas de la Cruz que formaron parte del traslado hasta San Juan de la Palma.

Los llantos de emoción, los canticos de las monjitas y del público se aunaron en uno solo durante todo el trayecto, el cual pasó por el ayuntamiento donde esta vez, sí que apareció el alcalde para mostrar la gratitud de Sevilla a Madre María y depositar una ofrenda floral a los pies de la imagen.

Pero aún no habían concluido las sorpresas, al llegar a San Juan de la Palma, una alfombra floral con el escudo de la Hermandad esperaba a las Hermanas de la Cruz que una a una fueron entrando en el templo, donde las esperaba María Santísima de la Amargura en besamanos extraordinario especialmente para ellas.

Recuerdo la frase de Amigo Vallejo en el 2002 con motivo de la coronación canónica de la Virgen de los Dolores del Cerro: “hagamos extraordinario lo ordinario” y así ha sido este magno traslado, algo ordinario para las Hermanas de la Cruz, convertido en extraordinario para toda Sevilla y sus visitantes, con la correcta y elocuente complicidad de la Hermandad de la Amargura que dio el toque final con la magnitud que las hermanas y María Purísima se merecen.

Felicidades y gracias

Fotos: Francisco Santiago