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Provincia. Nueva imagen de San Juan de la Hermandad del Rosario de Alcalá de Guadaira


 Arte Sacro. La Hermandad del Rosario de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) presentó el pasado viernes 15 de marzo en el Museo de la Ciudad la nueva imagen de San Juan Evangelista, primera de las obras que componen el proyecto de renovación del apostolado del paso de misterio de la cofradía. La imagen de San Juan Evangelista ha sido realizada en madera de cedro tallada y policromada por el escultor sevillano Salvador Madroñal Valle. Viste ropajes de terciopelo en los colores de su iconografía, rojo y verde, y porta el nimbo alrededor de su cabeza, obra de metal plateado repujada por el orfebre sevillano Joaquín Ossorio, donada por el Grupo Joven de la Hermandad. Asimismo, junto a la imagen se presentaron dos bocetos preparatorios, el del propio San Juan y el de la futura talla de Santiago el Mayor que la Hermandad espera presentar el próximo año.

El grupo de los apóstoles dormidos en el conjunto del misterio de la Oración en el Huerto se basa en el relato evangélico, especialmente en el de Mateo (26, 36-46) donde leemos: “Entonces llegó Jesús con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, (…) y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, dejó ver su tristeza y su angustia. Entonces les dijo: Me muero de tristeza. Quedaos aquí y manteneos despiertos conmigo. Adelantándose Un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar (…) Se acercó a los discípulos, los encontró dormidos
 
Juan, es uno de los hijos de Zebedeo que con su hermano Santiago el Mayor siguió a Jesús. Se les llama en los Evangelios “hijos del trueno”. Juan es conocido como “el discípulo Amado” por su cercanía a Cristo y está presente en todos los momentos de la vida pública de Jesús, como los milagros o la Transfiguración, y muy especialmente en su Pasión, Muerte y Resurrección.
 
En la Última Cena se le representa recostado sobre el pecho de Cristo, dormido en la Oración en el huerto, como testigo del interrogatorio del Sumo Sacerdote, o acompañando a María en la calle de la Amargura o al pie de la cruz. Tras los últimos momentos del Descendimiento y Entierro, fue uno de los primero testigos de la Resurrección.
Salvador Madroñal ha realizado esta nueva imagen a tamaño natural, en madera de cedro, estucada y policromada para ser vestida, siguiendo las pautas de las imágenes de candelero, esto es cabeza, manos y pies perfectamente representados, mientras que el resto del cuerpo se modelo a grandes rasgos sin mucho detalle ya que están destinados a ser ocultos por las prendas que los sostienen.
 
El imaginero ha representado a San Juan joven y dormido, como es propio del pasaje evangélico. El joven apóstol se sienta sobre una pequeña roca, pero el cansancio de las horas de la madrugada le hace quedarse dormido. Realmente quiere mantenerse atento y despierto a las necesidades de su maestro, pero sus ojos se cierran y el cuerpo dormido se va inclinando hacia atrás.
La imagen ha sido concienzudamente en su postura, disposición y modelado, dado que la imagen deberá ser contemplado en todo su derredor, evitando la visión frontal propia de otro tipo de imágenes religiosas. Es por ello que aparece aquí expuesto de manera exenta, para que podamos contemplarlo por completo.
 
Sobre la peana que imita el suelo pedregoso del huerto, las piernas se cruzan una sobre otra dejando ver el perfecto modelado de los pies descalzos. Sobre los muslos reposan las manos con un expresivo movimiento en sus finos dedos de forma que podemos entender en ellas un auténtico lenguaje cargado de dramatismo y tensión en su expresión.
 
El rostro refleja a la vez el relax del sueño y la tensión de los momentos que se viven. La cabeza se inclina levemente hacia atrás y hacia su hombro izquierdo, vencida por el sueño. Es una cabeza de rasgos clásicos, dentro de la estética neobarroca de la escuela andaluza de la imaginería y la escultura.
 
Sus rasgos fisonómicos son, como no podían ser de otra manera, muy juveniles, al ser el más joven de los apóstoles. Joven, aunque no adolescente, joven pero no niño. Sus facciones son muy suaves, especialmente en el modelado de la frente, o de la mandíbula. Suavidad que se tensa en la fuerza expresiva del cuello. La cabellera con raya al centro se peina con menudos mechones inspirados en la plástica de Manuel Pineda Calderón, autor del Cristo Titular al que acompañará el misterio. Junto al rostro caen estas onduladas guedejas de pelo que se rizan dejando ver las orejas, mientras que caen por la nunca formando de nuevo rizados mechones.
 
La frente, amplia y despejada, se arruga levemente expresando la tensión del momento, a lo que contribuye el fruncido entrecejo y las cejas finas pero onduladas en la expresión. Los ojos entornados no llegan a cerrarse, dejando ver el vivo lagrimal de cuyo brillo sabemos que se están formando lágrimas en él, llenando de vida a la imagen.
 
La nariz recta, correcta y elegante, con las aletas nasales abiertas para recibir el aire fresco del huerto de los olivos, da paso al incipiente bigote de la juventud, creado con mechones ligeramente ondulados pero de dibujada elegancia. Bajo el bigote la boca se abre exhalando el aliento del sueño, suave ronquido, que deja ver el brillo de la saliva en sus labios y lengua, que le otorga a la imagen un realismo ideal propio de la plástica religiosa. Cierra el rostro la naciente perilla de rizados cabellos abiertos en dos pequeños mechones.
 
 
La policromía, ligeramente tostada, es fruto del profundo estudio que ha realizado el autor de la obra de Pineda Calderón, con objeto de integrar también desde el punto de vista polícromo a la nueva imagen en el conjunto del misterio de la Hermandad. En un auténtico alarde de perfección es destacable no sólo la policromía de rostro y manos, sino sobre todo en determinados detalles del rostro como los ojos o la boca.
 
Sobre sus ropajes diremos que han sido realizados en terciopelo de algodón de alta calidad siguen la estética que Renacimiento y Barroco definió para el Colegio apostólico, esto es túnica o chitón anudada en la cintura cubierto por mantolín o himation, tomando como modelo a los altos dignatarios del mundo grecorromano. Tampoco su cromatismo es fruto de la casualidad, el capricho o el gusto estético, sino que, muy al contrario están cargados de significados que hunden sus raíces en el barroco.
 
El verde de la túnica representa la juventud, la vida, la esperanza, la naturaleza que renace con la llegada de la primavera. Simboliza la renovación espiritual, la iniciación espiritual para alcanzar a Dios y que el propio Juan define en su Evangelio (3, 7) diciendo: “No te maravilles de que te dije: "Os es necesario nacer de nuevo"
 
El mantolín rojo se cruza sobre su cuerpo simbolizando su juventud y virginidad mientras que el color rojo nos remite a la sangre, a los mártires, pero sobre todo al amor. Tiene por tanto para San Juan el doble sentido del martirio que sufrió, pero sobre todo del símbolo de su amor a Dios, a Jesús.
 
Sobre la cabeza, luce San Juan un nimbo realizado en metal plateado por el orfebre sevilla Joaquín Ossorio donde se hace alarde de los postulados neobarrocos propios del estilo de nuestras hermandades pero con una calidad en la ejecución fuera de serie. Este nimbo, elemento propio de los santos, rodea la cabeza simbolizando la luz divina que alcanza el entendimiento del hombre, esto es, la Santidad.
 
La Hermandad está muy satisfecha por esta primera obra del nuevo misterio de la Oración pues Salvador Madroñal ha conseguido armonizar perfecta y plásticamente la nueva obra con el Titular de nuestra Hermandad, haciendo alarde no sólo del profundo conocimiento del arte de la imaginería sino de una especial sensibilidad ante cuantos requerimientos y necesidades la Hermandad le ha mostrado.
 
Esta nueva obra enriquece palpablemente el patrimonio histórico-artistico y devocional no sólo de la Hermandad, sino también de toda la ciudad de Alcalá.
 
BIOGRAFÍA DEL AUTOR.
 
Salvador Madroñal nació en Dos Hermanas (Sevilla), el dia 8 de julio de 1965. Pronto, empezará a dibujar y a practicar con el barro y la plastilina, para poder plasmar sus primeros bocetos de figuras religiosas. Siendo un adolescente habla con sus padres, mostrando su interés por aprender Imaginería, y hacerla su profesión.
 
Tras finalizar los estudios de Enseñanza General Básica, comienza su educación y aprendizaje artísticos en talleres de reconocidos imagineros sevillanos, lo que le permite adquirir durante varios años el conocimiento de todas las técnicas de este oficio. En 1981 ingresa como aprendiz en el taller de Luis Álvarez Duarte, donde permanecerá tres años, compartiendo aprendizaje con Miguel Bejarano, Salvador Lucena y Manuel Ramos Corona.
 
En 1984 continúa su formación en el taller de Juan García durante año y medio. La influencia directa de Francisco Buiza en los citados maestros, es recibida por Salvador Madroñal para plasmarla en la estilística de Crucificados y Dolorosas, y en los trabajos de policromía. Tras esta formación abre su propio taller que ha tenido su sede en la calles Alfonso XII hasta 1998 y Gravina hasta 2008, y en la actualidad en la calle Pedro Miguel, junto a la Plaza de Montesión.
 
Artista de temperamento fuerte, su personalidad tenaz y constante se refleja en su obra. Sus ideas son claras, rotundas, y sus bases estéticas se han consolidado, haciendo del perfeccionismo su norma. Sus modelos estilísticos siguen la obra de los clásicos: Montañés, Mesa, Roldán, Hita del Castillo, y los contemporáneos Ortega Bru, y Buiza.
 
Para la creación de sus obras, Salvador Madroñal no suele hacer dibujos, ni bocetos, sino modela directamente la composición de la figura. No toma los modelos del natural, aunque ha tenido que hacerlo ocasionalmente en obras profanas y retratos como el realizado a la inmortal actriz y cantante Imperio Argentina en 1994 o la joven cantante del programa “Se llama copla” Joanna Jiménez en 2010.
 
En su plena madurez artística, Salvador considera que la calidad de su obra es patente tanto en la realización de imágenes Titulares de Cristos o Dolorosas, como en las figuras secundarias, ya que entiende que, dada la amplia difusión, una deficiente obra secundaria, puede arruinar el nombre y la carrera de cualquier escultor.
 
Salvador da especial importancia a la creatividad, y como artista honesto y comprometido con su profesión, considera que su trabajo tiene que ser lo suficientemente digno como para trascender en el tiempo. Su amplia nómina de obras se encuentra repartida por toda la geografía española, realizando incluso dos imágenes marianas para el Papa, reproducciones de las Vírgenes de Loreto y Valme. Para Alcalá realizó una de sus primeras obras: la Virgen de los Ángeles que recibe culto en el coro del Convento de Clarisas. Para la Semana Santa sevillana talló los ángeles tenantes de la Cruz del Nazareno de las Siete Palabras en 1997 y las cartelas del paso de misterio de la misma Hermandad en 2009.
 
ENRIQUE RUIZ PORTILLO Licenciado (DEA) en Historia del Arte.











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