Arte Sacro
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X años de Arte Sacro. Efeméride (sin s al final). Antonio Muñoz Maestre


Quiero escribir algo en honor de Paco Santiago y de Artesacro en su efeméride (sin “s” final, por favor). Se lo debo. Y reconozco que no sé qué decir, o qué decirle. Hace ya años que mi vida cofrade se ha vuelto de clausura. Un día noté que no me interesaba en absoluto la vida intercofrade, osease, todo aquello que habita fuera de mis hermandades.

Cuando juré las reglas de cada una de ellas, jamás prometí ver todos los besamanos que pudiera, comer torrijas bajo un naranjo en flor, ni preocuparme por lo que haga tal o cual corporación. En este sentido, lo mío es la vida cofrade privada, no la pública.

Quisiera, al menos, rescatar una idea que ha manifestado repetidamente Antonio Burgos, a la que hacemos oídos sordos una y otra vez: Cofrade es sustantivo, no adjetivo. Cofrade no es una persona a la que le gusta el ambientillo. Un cofrade es alguien que pertenece a una o varias cofradías (y las vive, claro).

Se ha creado un “espacio común”. Un espacio que, sin duda, es pura gloria para los que anhelan una Semana Santa sin principio ni fin. No los menciono con desprecio en modo alguno, porque hace no tantos años yo era uno de ellos, y sé lo que se siente.

Hablar de Artesacro es poner al descubierto  los cimientos de dicho “espacio común”. A.S. (hasta la abreviatura le queda bien)  es la argamasa que une los ladrillos que forman hermandades, cofrades, aficionados, costaleros, banderos y un largo etcétera en el que no sobra nadie y donde todo el mundo puede ser parte.

Paco es una persona peculiar. Una “rara avis” con más de una originalidad en este escenario donde todo el mundo es clon de algún que otro modelo. Paco se separa del resto, principalmente por una característica: No es lo que es gracias a ninguna persona o entidad, ni espera que alguien haga realidad el sueño de su vida. Eso, en esta ciudad, no creo que pueda decirlo casi nadie.

En un lugar donde la innovación es pecado (normalmente mortal), la creación de Francisco Santiago debería ser estudiada científicamente desde numerosos puntos de vista. Es ya –sin el más mínimo rastro de ironía- una parte importante de la historia de la Ciudad en el siglo XXI. Porque una enorme porción de esa historia –repetitiva, sí, hastiante para muchos- ha sido recogida, almacenada y fijada de forma irreversible.

La fórmula mágica es un trabajo colaborativo y democrático de los de verdad. No voy a analizarlo al detalle. Dejemos que los magos guarden sus trucos para sí. Pero está claro que Paco Santiago, como ese dios Shiva de los numerosos brazos, también tiene unos pocos. Todos esos colaboradores, omnipresentes, incansables y portadores de sonrisas a domicilio, han creado un espíritu ya inseparable de este desgastado mundillo en que nos movemos.

Muchas Gracias a él y a ellos. Quien quiera podrá sacarles defectos, acusarlos de haber matado a Manolete, o trivializar sus logros o su trabajo diario. Lo que nadie va a lograr –porque Paco no lo consentirá- es apartarlos del sitio que entre todos han conseguido.

Foto: Alberto García Acevedo










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