Una gran oportunidad perdida. Sobre el V Congreso Nacional de Cofradías
Carlos García Rioja y Xuasús González. Centro de Documentación e Investigación de la Semana Santa
Hace ya casi veinte años, Zamora acogía el I Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa, cita histórica en el orbe cofrade que supuso el arranque de este tipo de iniciativas, a la que siguieron infinidad de convocatorias de variada temática y muy distinto ámbito. Ciñéndonos a los Congresos Nacionales de Cofradías, cuya quinta edición acoge Zaragoza en estos días, hemos establecido una comparativa con los celebrados −León, Córdoba y Salamanca completan la nómina−, advirtiendo una total pérdida de identidad, de rigor y de sentido, una vez llegados a esta ciudad. Una verdadera lástima y −todo parece indicarlo así− una oportunidad perdida para la Semana Santa zaragozana que, en cambio, sí cobró protagonismo a raíz del XI Encuentro Nacional de Cofradías que organizó con gran éxito la del Señor Atado a la Columna en 1998, dejando un grato recuerdo en los más de cuatrocientos participantes llegados de todos los rincones de España.
Una pena, como decimos, que no haya sido esa la estela seguida por la Junta Coordinadora de Cofradías, responsable del Congreso con menor número de participantes de la historia −noventa inscritos días antes de cerrarse el plazo y, a saber de qué forma, sorprendentemente duplicado el número un mes después−. También es ya el Congreso con menos poblaciones representadas, incluso con muchas provincias que no estarán presentes, como venía siendo habitual desde 1987.
De igual forma sucede en las comunicaciones aportadas, la cantidad más baja de todas las ediciones, muchas de ellas, además, en el novedoso formato de póster, más propio de una convención médica y que −en este caso− recuerdan más a los murales escolares que a los trabajos de investigación a los que nos hemos acostumbrado en Congresos precedentes.
Por si fuera poco, cerca de un setenta por ciento de las comunicaciones versan sobre la Semana Santa de Zaragoza y únicamente siete están referidas a otras poblaciones. Un verdadero disparate, teniendo en cuenta el alcance geográfico de la convocatoria que −sin lugar a dudas− ha sido la de menor difusión, la de mayor precio de inscripción y la única que se ha atrevido a traicionar su acostumbrada estructura de contenidos, relegándola a parecer unas meras jornadas mariológicas en donde la auténtica riqueza de la Semana Mayor zaragozana −muy a pesar de sus cofrades− también se ha preferido ignorar.
Quienes deseen conocerla tendrán que hacerlo fuera del programa. De hecho, no pocos son –somos– los que tenemos planeadas visitas al margen de la organización. Y es que, este Congreso no pinta bien. Muchos son los cofrades que coinciden en un equivocado, o al menos poco atractivo, planteamiento del mismo.
Algo falla cuando la motivación para asistir no es la misma que era en otros Congresos o Encuentros. Además, se echarán de menos caras habituales en este tipo de eventos, de quienes hemos aprendido tanto.
Unos no acudirán por el escaso interés del programa, que para ser un congreso de ámbito estatal y de temática cofrade, poco tiene de lo primero y menos aún de lo segundo. A otros les ha echado para atrás el precio de inscripción, que en vez de fomentar la participación más bien provoca lo contrario.
Quizás la Junta Coordinadora de Cofradías no ha sabido explotar el potencial que tiene la Semana Santa de Zaragoza. Lástima que sea una gran oportunidad perdida.
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