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El devenir de los Conventos sevillanos. Virginia López


Los pasados días 12 y 13 de octubre se celebró la enésima Mesa Redonda sobre el futuro de los Conventos. Casi se va a convertir en una costumbre eso de pronosticar qué va a pasar con ellos. El problema es, mientras se augura su negro porvenir, se consume el fatal desenlace sin poner remedio.

En 1996 cerró el Convento de Santa Clara. Y en 2018 el de Socorro.

¿Cuál será el siguiente?

En clave pesimista yo misma he afirmado en voz alta que dentro de 25 años, habrán cerrado la mitad.

Los veinte Conventos de Clausura de la capital, extendiéndose al total de los treinta y cuatro de la provincia, adolecen de tres graves problemas bien consabidos:

- Falta de vocaciones

- Gastos de mantenimiento

- Ruina del patrimonio

  Las soluciones, asimismo, son bien conocidas:

- Presencia de hermanas intercontinentales

- Apertura de hospederías

- Grandes restauraciones

Pareciera que el problema está resuelto o tiene visos de resolverse a medio plazo por lo que aquí acabaría mi artículo y ese hubiera sido el último debate.

Pero nada más lejos de la realidad.

Analizando cada problema con su subsiguiente resolución, podríamos ver que la llegada de religiosas extranjeras no es la panacea. Es un fenómeno nuevo que crece e igualmente se estanca. Las comunidades deben realizar ímprobos esfuerzos en una formación que llega a ser individualizada. Hay una sala en Santa Inés llamada de las novicias porque allí se ordenaban las ocho decenas que llegó a haber de ellas, antes de pasar al coro o al refectorio. Y dentro de la formación, para mí ocupa un lugar importante la aculturación. Me pregunto en ocasiones si las hermanas extranjeras sienten como suyo el patrimonio que reciben o la desafectación patrimonial no la sienten intensamente.

Los gastos de mantenimiento de un convento son más que cuantiosos, desorbitantes. Supe de una factura de la luz en la era pre-subida, de cuatro mil euros y me asusté. No revelaré el convento por discreción, pero adelantaré que no es enorme, pero sí tiene repostería, por lo que la cocina consume mucho.

Las hospederías conventuales se estilan más en el norte que por aquí, pero se han abierto varias y cada vez se proyectan más. A la pionera cisterciense de San Clemente, se suman Santa Rosalía, Socorro y San Leandro sueña con ella. Es una buena salida pero en medio de la turismofobia creciente y de esa burbuja hotelera que todos parecen pronosticar, quizá no sea buena idea, pero al menos no es el único recurso de la comunidad en cuestión.

Precisamente en la diversidad de ingresos aventuro que esté la clave. He hablado de hospederías pero la principal fuente de ingresos es la venta de dulces. La cual ha bajado por dos motivos: el dulce es el enemigo de la dieta y de una alimentación saludable. En cierta ocasión comí en un convento unas empanadillas y otras viandas riquísimas y siempre me he preguntado por qué los conventos no venden comidas por encargo. Dios anda entre pucheros y un puchero de monjas debe saber a gloria. Hay otros productos como bordados, venta de velas y el moderno Kombucha.

Es curioso constatar que, entre las grabaciones musicales de coros, los libros de meditación y las apuestas por la tecnología que pululan en la red proveniente de monjas, no aparezca un cenobio sevillano. Solo se me viene a la mente una dominica muy salerosa.

Otra idea que siempre he pensado es la de vender postales y fotografías de su clausura y vistas panorámicas a través de imanes, marcapáginas y bolsos o prendas.

Respecto a las fotos, podrían hacerse exposiciones, muestras antológicas, dejar que fotógrafos y pintores traspasen los muros y difundan las imágenes de su interior, a través de certámenes y concursos. El libro de Ismael Yebra y Antonio del Junco, incomprensiblemente, no es conocido. Debiera haberse hecho una exposición para recaudar fondos.

Tampoco hay un solo producto conventual en las tiendas de souvenirs. Solo en los últimos años se ven dulces conventuales en grandes almacenes, pero ojo, a precio muy superior.

Madre Cristina fue pionera en buscar fuentes de ingreso y en apostar decididamente por la difusión del patrimonio, de ahí que el jerónimo museo de Santa Paula fuera el primero en inaugurarse allá en los 70. Abrió el Pozo Santo, luego Santa Rosalía y finalmente el Santo Ángel. Comunidades que se negaban, se lo plantean.

Y otras comunidades reacias a exposiciones han acabado reconociendo el exitazo de la propuesta. Si no hay espacio o es costoso, ábrase el Museo de los Conventos de Sevilla. Socorro es el sitio ideal. Se trasladan las piezas y van rotando.

Sin duda la federación de conventos es una fuente de recursos y ayuda. Algunas prioras no se muestran favorables, en cambio ha sido de gran utilidad con las mínimas, que hacen honor a su nombre pues las cuatro de Triana se resisten a dejar el arrabal sin presencia conventual.

Pero la edad media de las comunidades ronda los ochenta años y se prefiere la comodidad de un convento moderno abandonando la antigualla en el centro histórico. Lo peor que le puede pasar a un inmueble es el cierre. Es su cáncer y estocada mortal. Pues hasta un mal uso puede revertirse.

¿Cómo estará Santa Clara tras un cuarto de siglo de abandono? ¿Cómo llegará a estar Socorro cuando algún día le den por reabrirlo?

Afortunadamente se han llevado a cabo grandes restauraciones. El Ayuntamiento cumplió su parte con Santa Clara, ahora mismo se ha comprometido con Madre de Dios, parece que la Junta cumplirá con Santa Inés. Muy poco a poco se restaura pero hay tantos frentes abiertos…

En doce mil euros se cifra la restauración del suelo de Santa Isabel. Es una cantidad casi irrisoria frente a millonadas presupuestadas. Pero qué ha pasado para que se llegue a una situación así.

Surgen muchas voces e iniciativas pero ya se sabe que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.

Me atrevería a pronosticar en este análisis que hay una gran descoordinación. La autonomía de los conventos juega en su contra. Cada convento es una isla y cada priora hace de su capa un sayo.

¿Qué hace el Arzobispado? ¿Nada porque no quiere o nada porque no le corresponde?

“Que se busquen un buen abogado” se ha oído desde palacio en más de una ocasión. ¿No debería acaso haberse evitado el sonrojo de que las monjas aparezcan en la prensa por pleitos y dimes y diretes?

Gracias a los sevillanos, se pagó la famosa multa, en unas visitas solidarias organizadas por mi empresa Paseos por Sevilla.

Hubo un profesor universitario con el loable y muy desinteresado propósito de recaudar fondos para un convento, pero aquello acabó en aguas de borrajas.

Hasta hace bien poquito no había una web dedicada a los conventos y resulta increíble que no se haya fundado una Asociación de los Amigos de los Conventos de Sevilla. En cambio, sí existe algo insólito como es una hermandad fundada exprofeso para ellos. Pero la Hermandad de Nuestra Señora de la Antigua y San Antonio de Padua, fundada en 1946 para socorrer los Conventos de Sevilla, no da abasto, con sus escasos 105 hermanos.

Concluyo con el que considero el meollo del asunto y que profesionalmente me atañe de pleno: el tema de las visitas.

¿Por qué no es visitable un convento por dentro? No me refiero a la Clausura sino al Claustro y los Coros.

Al inicio de su Pastoral, Monseñor Asenjo desempolvó una normativa inactiva, de 1987, que prohibía los conciertos musicales, los actos no religiosos en templos y las visitas culturales a dependencias. Por otra parte, cuando he preguntado el motivo de la negativa, solo una hermana me dio uno y es la necesidad de disponer del coro si una hermana quería rezar. Vayamos por parte, que en una iglesia no se permita un acto no religioso, me parece lógico. Pero el tema de las visitas, y no es porque me empeñe, no lo veo como tal. No hablamos de meter 10 buses de “guiris” ni otros tantos de localidades vecinas como ocurre cada 2 de marzo con un llenazo absoluto. Pero perfectamente se puede fijar un día al mes, o al trimestre, para mantener abiertas las puertas de los coros, claustros y alguna que otra dependencia. Mi empresa Paseos por Sevilla es la única que enseña un Locutorio carmelita por conservarse un artesonado mudéjar del XVI. Había un convento que enseñaba el Coro y permitía asomarse al Claustro en diagonal, poniendo unos estratégicos biombos. Hay Refectorios con auténticas obras de arte como la pintura mural más antigua de Andalucía de la Última Cena.

Ciertamente este artículo parece que está quedando como una ristra de ideas y buenas intenciones, pero si no nos ponemos manos a la obra, veremos un sucesivo cierre de conventos. Frente a la sangría que ocurre en toda España como vemos anualmente en el blog Divinas Vocaciones, Sevilla está resistiendo bien.

Yo propongo convertir el mes de febrero, en cuyo día 2 se celebra en la Iglesia el Día de la Vida Contemplativa, en el Mes de los Conventos de Sevilla. A través de Jornadas de Puertas Abiertas que combine lo religioso, patrimonial y recaudación de ingresos. Con cultos y oraciones especiales, convivencias vocacionales, conciertos, recitales de poesías religiosas, venta de dulces, artesanías y demás objetos conventuales, conferencias, concursos de pintura y fotografías y visitas guiadas especiales que muestren cada Convento.

EDITO: La “rabiosa” actualidad manda y estos días atrás con el artículo ya redactado ha habido 2 importantes noticias: el inicio de la restauración en la Capillita de San José y una jornada que me ha parecido muy curiosa pues la noticia difundida por la Diócesis no aludía a que fuera la primera o no. Ha sido un encuentro de abadesas y entre otras cuestiones, como la Sinodal, se han tratado las canónicas y civiles que afectan a las comunidades. Se ha celebrado en el más inaccesible de los conventos, el del Espíritu Santo.

Fotos: Francisco Santiago.










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