Hermandades y conventos en Sevilla. Segunda parte (y serán varias más). Reyes Pro Jiménez
Antes de adentrarnos en el análisis de las relaciones concretas entre los Conventos y las Hermandades y Cofradías de Sevilla (que veremos en otros capítulos) debemos seguir considerando algunos puntos de la historia de los conventos en Sevilla, algunos hechos en la implantación y el desarrollo de los mismos en esta ciudad, sobre todo en el siglo XVI, dentro de su época de Siglo del Oro y de Miseria.
Los conventos han influido en el desarrollo urbanístico de todas las ciudades desde la Edad Media, lo que se observa de forma evidente en la historia de la organización de los espacios de la trama urbana de Sevilla desde mediados del siglo XIII al siglo XIX, tanto en zonas intramuros como extramuros de la ciudad. La existencia de casi cien conventos de muy distintas órdenes religiosas condicionó distintas características de dicha trama. En la actualidad la huella de los inmuebles conventuales es palpable en elementos del urbanismo de la ciudad de Sevilla, a pesar de que los criterios y resultados de las desamortizaciones de bienes eclesiásticos no fueron coherentes ni muy lógicos respecto a los pretendidos objetivos.
Claustro del Convento de Santa Clara, foto. Reyes Pro
Como ya dijimos, el monopolio comercial con América y el establecimiento de la Casa de Contratación, es un hecho determinante en el crecimiento poblacional de Sevilla que a mediados del XVII, antes de la peste de 1649, llega a tener más habitantes que Lisboa o Nápoles, lo que significa que tenía muchos más que París o Londres. Además en simultaneidad con su consideración como capital política, Sevilla fue también desde el siglo XIII la Archidiócesis de un extenso territorio coincidente con el alcance del antiguo reino de Sevilla (que hasta 1833 sería uno de los cuatro reinos de Andalucía, abarcando aproximadamente las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz y algunas localidades de Antequera y Badajoz) y otras zonas que se integrarían con el tiempo en las actuales diócesis sufragáneas de Cádiz y Ceuta, Córdoba, Huelva, Canarias, Asidonia-Jerez y Tenerife.
Este hecho corre paralelo al auge de Sevilla desde el siglo XV, (ciudad sobresaliente en el siglo de Oro a pesar de evidentes puntos de Miseria epidemias, pobreza…), y al desarrollo de la implantación de las órdenes religiosas, sobre todo de las más recientemente fundadas, que por otra parte se encargarían de llevar a término funciones fundamentales que se requerían por parte de la Iglesia y la Corona: actuación contra los herejes (dominicos), misiones (franciscanos y dominicos), liberación de cautivos (trinitarios y mercedarios).
A todo esto se une el espíritu de la Contrarreforma, la doctrina del Concilio de Trento, por lo que Sevilla será el lugar fundamental de formación de misioneros y de su acogimiento en espera de pasar a Indias, además de base de las órdenes que luchaban contra las herejías reformistas. Sólo en unos años del siglo XVI se fundan treinta y cinco conventos en la ciudad, parece la ideal “ciudad convento”, la “Civitas Dei” implantada en este mundo terrenal.
Pero en un juego de palabras, si Sevilla es la ciudad-convento los conventos a su vez son “conventos-ciudades”. En casi todos los casos abarcan gran superficie, o colmatando zonas sin uso (los fundados desde el siglo XIII) o uniendo casas y espacios en grandes complejos (los que tienen origen en el XVI y XVII). Se podría decir que son pequeñas ciudades, con sus distintos recursos y servicios, se da el hecho (que puede resultarnos curioso) de que algunos llegaron a incluir en su espacio de clausura antiguas calles de la ciudad, por ejemplo en San Leandro.
Calle Viva, en el convento de San Leandro, WEB
Además los elementos constructivos, las características de los edificios de los conventos, estaban fuertemente influenciados por las grandes Casas o Palacios sevillanos: de igual manera que en estos se doblan las estancias para su uso en invierno y en verano: dormitorios, coros…y se recurre a los mejores arquitectos: Hernán Ruiz II, Diego López Bueno, Juan de Oviedo, Vermondo Resta, Leonardo de Figueroa, Diego Antonio Díaz, etc.
Coro Bajo, clausura de San Clemente, foto. Reyes Pro
El modelo de ubicación en la trama urbana es distinto según las órdenes, por ejemplo, los franciscanos optaron por la acumulación y proximidad (convento, colegio y hospital unidos), pero los jesuitas siguen un modelo de dispersión de sus edificios por ejes estratégicos de la ciudad; los trinitarios y los mercedarios establecen de forma cercana los conventos femeninos y masculinos. Con pocas excepciones (La Cartuja, San Jerónimo y San Isidoro del Campo), las órdenes religiosas prefirieron acogerse al interior de la ciudad amurallada o a sus zonas más inmediatas.
Iglesia del Convento de Madre de Dios de la Piedad desde la clausura, foto. Reyes Pro
Este panorama de Sevilla como “Ciudad-Convento” irá cambiando en el siglo XVIII, a pesar de que aún en este siglo y en el XIX tuviesen lugar alguna fundación (Capuchinas, Salesas). Desde la expulsión y disolución de los jesuitas comienza la decadencia de la vida conventual que se acelerará con la invasión francesa y tendrá su momento crucial con las desamortizaciones (Mendizábal en 1835 y Madoz en 1855), que supondrán el fin de muchos de los conventos por las exclaustraciones, sobre todo de conventos masculinos.
Considerando no sólo los valores espirituales sino también los culturales como Patrimonio, la “puntilla” a muchos de los conventos vendría por la Revolución “Gloriosa” de 1868, que trajo destrucción, pillaje y especulación, denunciados sobre todo por Francisco Mateos Gago (1827-1890). Por un supuesto interés público, de progreso y modernidad mal entendidos, se perdió gran parte de nuestro Patrimonio, una pérdida lamentable pero que sería denostada en su momento por muy pocos, como Félix González de León (1790 -1854) y José Gestoso y Pérez (1852-1917).
Entendiendo la importancia crucial de los conventos en la historia y la realidad de Sevilla y sabiendo de la que tienen las cofradías en dicha historia y realidad iremos repasando en próximos capítulos las relaciones entre ambas realidades: conventos y cofradías.
CONTINUARÁ…
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Reyes Pro Jiménez
Historiadora y bibliotecaria