Los Besos de Noviembre. Antonio Sánchez Carrasco

Se despidió de nosotros el mes de la muerte y la vida y aquel que empezó con el beso de amor de mi hermana a su Cristo de la Humildad del Cerro del Águila terminó con el de aquella Virgen que tiñó de blanco el cíngulo de mi túnica baratillera. La semana antes había estado el Cristo  que sufre con la Cruz al hombro por las calles de Pucela. Cómo gracias a mi querido Luis sabía que iba a poder verlo a pesar de haber pasado su veneración, quise llevarles el presente humilde de unas estampas de mi primera (que no única) devoción mariana. Traía dos tacos, pero días antes de llegar a Valladolid estuvimos en el monasterio de San Pedro de Cardeña en Burgos y allí un monje trapense, se saltó las indicaciones del abad y no sólo nos enseñó la iglesia sino que además nos la explicó de arriba a abajo. Señor Abad si lee usted esto, que no creo, tenga misericordia del Lego que nos abrió. A dicho fraile le dejé uno de los tacos de estampas de mi Virgen. Lo que agradeció con un, " yo se las daré al Abad para que las reparta". Con lo que a estas alturas los monjes deben de tener su correspondiente estampa de la Caridad del Baratillo.

Ya en Valladolid en una lluviosa mañana de jueves Luis nos abrió San Quirce para poder verte Señor, no se que me diste aquel noviembre de 2019 que yo venía maltrecho de rodilla. Fue como una revelación que me llamaba a seguirte aunque fuera en la distancia. Una de aquellas fotos que te hice aquel día,en papel y en  pequeño tamaño la dejé en mi cartera hasta que pasó la época de las mascarillas, hace poco tiempo terminé sacando aquel papel totalmente descolorido de tu cara, en el que el cuero de la cartera había acabado con toda la tinta. A pesar de ello se vislumbraba tu poderosa silueta. El poder del que es capaz de afrontar la soledad de un doloroso destino. Dios es Dios y Cristo es Cristo, en la Hermandad de Pasión de Valladolid, el Cristo del Perdón es quién más sufre mientras el Señor de la Cruz al hombro siente llegar la agonía y el sufrimiento. En su hermosa cara se vislumbra el dolor que después sufrirá. Allí me quedé absorto una vez de tu paciente y dolorida mirada, con la quietud del que aunque sufriente se sabe triunfador ante la muerte. Salí con estas letras en la memoria, las que quería dedicarle a mi Cristo pucelano, el Señor que volvió paciente a sus hermanos tras años de exilio obligado, Señor que se postra ante la Cruz de la vida para asumir nuestros pecados y faltas. Gracias Luis y Familia por hacer posible esta visita a mi Señor el que implora y a la vez tranquiliza con la mirada. Hasta pronto Castilla.

Postdata. Gracias a Luis pude renovar mi estampa del Nazareno

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#LosLunesAlSol

Fotos: Antonio Sánchez Carrasco.