Juan Manuel Labrador estrenó con su poesía la meditación del Cristo de las Aguas
Arte Sacro. Durante la veneración en honor al Santísimo Cristo de las Aguas y Nuestra Madre y Señora del Mayor Dolor, la Hermandad de las Aguas estrenó el pasado sábado 2 de marzo la meditación en honor a estos titulares, designando la junta de gobierno que preside Narciso Cordero García como hermano mayor al cofrade y periodista Juan Manuel Labrador Jiménez, quien realizó una intervención llena de poesía y lirismo, además de transmitir un mensaje comprometido y sin dejar de evocar el origen trianero de esta cofradía, de hecho comenzó con estos endecasílabos:
"Vengo siguiendo tus pasos, Señor,
atravesando desde aquella orilla
donde dieran comienzo los anales
de una inmortal historia que está escrita
a lo largo de casi tres centurias,
y el tiempo no ha podido todavía
ganarle la batalla al sentimiento
que tu egregia presencia nos suscita
al verte en el madero de un Calvario
cuyo monte se erige en la capilla
que desde antiguo está por Dos de Mayo,
muy cerca de un Postigo en el que habita
un amplio resplandor impresionante:
la luz inmaculada, pura y limpia
que convierte aquel arco en una puerta
por el que la existencia resucita
al brotar a tus pies la primavera,
como lo comprobara en su agonía
aquél que con su faja y su costal,
levemente arrullado por la brisa,
se fue Contigo al cielo en un instante,
pues en Ti se renueva nuestra vida,
en Ti se robustece nuestra fe,
en Ti todo el amor se consolida,
en Ti se hacen posibles nuestros sueños,
en Ti late el perdón como doctrina,
pues al seguirte siempre, decidido,
detrás de aquella cruz que se eterniza
como signo de unión de los cristianos,
al ir cayendo el sol, de atardecida,
acudiré implorante hacia tu encuentro,
hincando entre las piedras la rodilla
junto al ángel silente que recoge
las Aguas y la sangre curativas
que brotan de tus manos, de tus pies
y del costado abierto por la inquina
de aquellos que no creen en tu Palabra,
ya que te condenaron por la vía
de la mediocridad y la vileza
que imperan en un mundo que precisa,
muy a pesar de todo, de esa paz
que Tú nos proporcionas sin medida".
Recordó su vínculo con esta hermandad al ser Labrador también trianero e, igualmente, cofrade del Lunes Santo por su pertenencia a San Gonzalo, y se preguntó porqué justo él estrenaba este acto: "Tus derroteros, Señor, son inescrutables. ¿Por qué me has llamado precisamente a mi cuando podrías haber convocado para este bendito quehacer, y con muchísima más justificación, a cualquiera de estos hijos tuyos, que visten su alma con túnica de cola en sarga blanca y antifaz morado del mismo material, ciñendo su esparto a la cintura? Intentando buscar alguna factible respuesta, quizás hayas podido elegirme porque, como tu hermandad, nací en esa margen derecha desde la que cada Lunes Santo viene el sanedrín con aquel sumo sacerdote saduceo que sentenció que “conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación”, siendo tan iluso Caifás que su perversidad le impidió ver que eres realmente el Hijo de Dios".
Meditó en las Cinco Llagas del crucificado de Illanes, y a Él y a la dolorosa del Mayor Dolor dedicó varias décimas, donde imploró por la lluvia tan necesaria:
"Es el líquido elemento
el que te da advocación
cuando riega al corazón
para ser nuestro sustento;
el agua es fundamento
que sostiene la existencia,
siendo clave su presencia
para nuestra sed saciar,
por lo que hay que evitar
que acontezca su carencia.
Tus Aguas, Cristo santo,
son el arroyo infinito
que prevalece bendito
en el cristalino llanto
que se ahoga en el quebranto
de una Madre atribulada,
sollozando ensimismada
sobre el inhóspito monte
que señala el horizonte
junto a una cruz descarnada".
En la recta final, Labrador versificó la estación de penitencia de esta cofradía que se asoma al esplendor de sus 275 años de vida, efeméride que cumplirá el próximo 2025, año en que regresará la hermandad a Triana.
"Van discurriendo los tramos
de una manera ordenada,
y su hilera nos conduce
hacia esa faz nacarada
que es la tuya, Madre nuestra,
que aun sumergida en tus lágrimas
permaneces siempre firme
junto al Hijo que engendraras
en tu vientre de Sagrario,
y aunque el dolor resquebraja
ese tórax vulnerado
por el puñal que se clava
para traspasar punzante
tu belleza aureolada,
no te quieres apartar
de aquella ladera amarga
que se hace manantial
donde beber de esas Aguas
que nuestro ser purifica
y lo dota de templanza
la noche de un Lunes Santo
que la memoria resguarda,
pues la historia nos devuelve,
otra vez, la remembranza
de aquellos otros lugares
en los que también brotaba
esa límpida laguna
donde Tú, Señor, nos sanas:
San Bartolomé... Santiago...
y aquella orilla cercana
a un soñado paraíso
donde reside Santa Ana
y que nunca os ha olvidado,
vuestro barrio de Triana".
Intervino musicalmente el pianista y compositor Daniel Albarrán, que interpretó tres piezas: la marcha "Cristo de las Aguas", de Luis Pedro Bedmar (2010), "Christus Factus Est", de Vicente Gómez Zarzuela (1902) en medio de la meditación, y "Soleá dame la mano", de Manuel Font de Anta (1918) para concluir el acto.
Pueden ver la meditación aquí:
Fotos: Juan Alberto García Acevedo.
