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Provincia. La Virgen viajera de Sevilla, en su Pura Concepción


89548465_1143413976018809_8493367994720714752_nJosé Rodríguez Cano. En el día de la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, dogma declarado como de Fe Católica en 1854, hace ya 170 años, y en la que los hermanos de la Virgen de Aguas Santas, de la localidad de Villaverde del Río, fueron también pioneros con el juramento de dicho Voto de Sangre, devotos de una Imagen con origen en la ciudad de Sevilla, que tantas veces la reclamó en sus calles, convirtiéndola en una Virgen “viajera” que acudía a la gran urbe cada vez que el Cabildo catedralicio, o incluso el municipal, lo solicitaba.

La Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, sería la primera en hacer Voto de defensa de la Inmaculada Concepción el día 29 de Septiembre de 1615, festividad de San Miguel.

Del año 1285, después de la conquista del Reino de Sevilla por Fernando III el Santo, es el documento por el que se hace entrega de la villa al cabildo de la catedral de Sevilla y unos años más tarde, Villaverde pasa a ser propiedad del arzobispo, lo que marcará la historia de su Patrona y su vinculación con la ciudad de Sevilla. 

En la web www.virgendeaguassantas.com que posee la Pontificia, Real, Franciscana, Muy Antigua, Devota, Fervorosa e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora Santa María de Aguas Santas, Coronada, apud Deum, Patrona Canónica y Alcaldesa Honoraria Perpetua de Villaverde del Río, se apunta que “La Imagen de la Virgen de Aguas Santas, según la leyenda recogida en 1611 por el poeta Alonso Díaz, era propiedad de San Leandro, quien se la regaló a su hermano San Isidoro.

Desde entonces fue venerada en la Iglesia Mayor de Sevilla, hasta que, con motivo de la invasión musulmana, la ocultaron unos devotos en las faldas de Sierra Morena ante el temor de que fuese profanada y destruida.

Así permaneció desde el siglo VIII hasta que, reconquistado el Reino de Sevilla por los cristianos, se manifestó milagrosamente en el lugar de su ocultación, término de Villaverde, apareciéndosele a un pastor del lugar, llamado Juan Bueno”.

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“La Imagen de la Virgen de Aguas Santas ha sido siempre a lo largo de su historia una Virgen viajera. A ello han contribuido en gran medida dos circunstancias: el origen sevillano que la leyenda le atribuye y la propiedad del término municipal de su aparición.

Efectivamente, al ser Villaverde señorío de la Iglesia de Sevilla desde la conquista cristiana, el arzobispo y el cabildo de la catedral se sentían dueños de la Imagen.

A ello contribuía además la leyenda, pero basándose en ella y para no contradecir los deseos expresados en la aparición, cada vez que la Imagen iba a Sevilla había acuerdo escrito del tiempo de permanencia en la ciudad.

Cuenta uno de los milagros que en cierta ocasión en que la llevaron con intención de quedársela, la Imagen se volvió misteriosamente a su ermita. Pero las peticiones de llevar la Virgen a Sevilla no sólo venían del arzobispo y del cabildo catedralicio; a veces era la cofradía sevillana de Aguas-Santas o el cabildo municipal de la ciudad quien hacía la solicitud.

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¿Cuál era el motivo por el que la Virgen de Aguas Santas viajara a Sevilla? Siempre era para remediar algún mal; especialmente, con motivo de las sequías, pero también la llevaban para combatir epidemias, tan frecuentes en siglos pasados.

La Virgen, para viajar a Sevilla era colocada en unas sencillas andas llevadas por clérigos, a veces miembros del cabildo de la catedral, otras, sacerdotes cofrades. Tan sólo hay constancia de dos ocasiones en que no fue en andas: una vez en el siglo XVI fue llevada a caballo por la premura de tiempo y otra, en 1595, la llevaron en una litera (esto fue cuando se la quisieron quedar).

El recorrido era siempre el mismo: desde la ermita o desde el convento venía a Villaverde y desde aquí, cruzando el Siete Arroyos, a Sevilla por el camino de Alcalá, atravesando este pueblo y cruzando el Guadalquivir por la barca puente; después atravesaba la Rinconada y llegaba a Sevilla por la antigua Calzada.

Su primera parada en la capital era en el hospital de las Cinco Llagas, donde la familia Enríquez de Ribera le dedicaba los primeros cultos; días después entraba en la ciudad por el arco de la Macarena y la calle San Luis hasta la iglesia de San Marcos; allí, y posteriormente en la iglesia de San Salvador, se celebraban cultos organizados por su cofradía y devotos, terminados los cuales venían a recoger a la Imagen los dos cabildos, eclesiástico y municipal, que en procesión solemne la trasladaban a la catedral, donde presidiendo el altar mayor se le dedicaba una o varias novenas. Terminados los cultos, la Virgen volvía haciendo estación en los mismos lugares que en la ida.

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(La Santísima Virgen de Aguas Santas siendo portada por los frailes de su Convento franciscano, por la calzada del antiguo hospital de Las Cinco Llagas, cuando visitaba la ciudad de Sevilla. Recreación realizada por Juan Rey Palacios)

Estos traslados tenían carácter mitad de procesión, mitad de romería: la Virgen iba y volvía bajo palio y los hermanos acompañaban con hachas encendidas; en cada término municipal le esperaba el clero con capa pluvial y cruz parroquial.

Era tanta la gente que acompañaba que se pedían permisos para atravesar los pueblos y para que las personas pudieran descansar y refrescarse en los mismos; igualmente se preveían barcos en Alcalá para cruzar el río, ya que con la barca puente no era suficiente.

La Hermandad posee documentos de visitas de la Virgen a Sevilla durante el siglo XVI en seis ocasiones: 1566, 1571, 1580, 1589, 1595 y otra en fecha no precisa.

Con la llegada de los franciscanos se firmaron las escrituras de entrega, y en ellas la séptima condición era que cada vez que la ciudad de Sevilla pidiera la Imagen por falta de agua o por remedio de enfermedades, los religiosos la entregasen. Así se hizo en 1595, 1605 y 1640. Unos diez religiosos del convento acompañaron en estos traslados a la Virgen.

La Virgen de Aguas-Santas, además, viajó expresamente a Alcalá del Río en varias ocasiones: en 1668 con motivo de una sequía y en 1800 y 1807 por epidemias. También hay constancia de una visita de la Virgen a Cantillana y otra a Brenes, las dos por epidemias de peste. A Cantillana la llevaron en 1602, dedicándole una novena de rogativas; cuando acabó la misma, como no devolvían a la Imagen, ésta se bajó desde el trono al altar y, al ver el prodigio, la llevaron a su ermita. En 1649 la peste asolaba Sevilla y los de Brenes solicitaron visitara su pueblo la Virgen de Aguas-Santas; cruzando la barca puente, les llevaron la Imagen el día de la Cruz de Mayo y al siguiente la devolvieron al convento; el contagio no les llegó y, además, se curaron milagrosamente en el pueblo cinco apestados fugitivos de Sevilla”.

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La Purísima Concepción de la Virgen, en este caso de Aguas Santas, pero Madre de Dios con tantas advocaciones que la ensalzan, y que en Sevilla, ciudad y provincia, mariana, siempre defenderá y proclamará lo que el poeta Miguel Cid, ya en 1614, bien expresara “Todo el mundo en general, a voces Reina escogida, diga que sois concebida sin pecado original”.

Enlace de interés sobre la devoción en la provincia: https://www.artesacro.org/Noticia.asp?idreg=153343

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Fotos: Manuel Moreno, de agosto de 1948, Fototeca de la Universidad de Sevilla (La de portada). Y Manuel Pinto Montero, José Rodríguez Cano.









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