Los miradores: Mirar a lo alto y a la historia. Reyes Pro Jiménez
En raras ocasiones llevamos la mirada hacia arriba al caminar por las calles de esta Ciudad. Pocas veces miramos a lo alto y no sólo porque tenemos prisa, o llevamos mucha bulla como decimos aquí, pues tampoco lo hacemos cuando simplemente paseamos o divagamos por esas calles.
Al pasar por la Puerta La Carne, si tenemos el impulso de llevar la vista hacia arriba a ver si encontramos esos cielos que perdimos, podemos ver un mirador. Que en Sevilla no es un balcón cerrado con cristales como entienden por mirador en otras tierras, eso aquí es un “cierro”. Aquí un mirador es, o mejor dicho era pues ya no hay muchos, una torre o torrecilla que se eleva en la azotea de la casa. Incluso a veces el mirador tenía a su vez otra construcción más pequeña sobre él, a la que se conocía como “mirilla”, nombre que también se daba a ese pequeño agujero que en las puertas permitía ver sin ser vistos, y así no abrir al inoportuno, o incluso fisgonear al vecino.
La historia de los miradores de Sevilla la recogió el injustamente olvidado archivero e investigador Joaquín González Moreno (“La Sevilla de los miradores”, con prólogo de Julio Martínez Velasco, “El mirador de la calle Cano y Cueto” artículo en Archivo Hispalense), quien señaló que eran un elemento arquitectónico funcional de larga tradición mediterránea, con una finalidad que si fue militar también lo era comercial, como atalaya no sólo para ver a los supuestos enemigos sino también para saber con rapidez de la llegada a puerto de naves y mercancías. Además muy pronto tuvieron también un uso doméstico como tendederos e incluso recreativo y de adorno de los inmuebles.
Pocos miradores o torres miradores nos quedan en Sevilla, que como ciudad comercial y con puerto disponía de varios de ellos al igual que nuestra vecina Cádiz, donde felizmente han llegado en mayor número a nuestros días.
Los últimos ejemplos de miradores sevillanos son los construidos en la época del Regionalismo, en el primer cuarto del siglo XX. González Moreno localizó varios, algunos levantados en dicha época (en las calles San Isidoro y Castelar, y en el callejón del Agua), además estudió el correspondiente a una casa en la calle Cano y Cueto junto a la Puerta La Carne, que hemos mencionado y que era de época anterior.
Puerta de la Carne 1849, Joaq Beequer (JOAQUIN DOMINGUEZ BECQUER, 1819-1879). En: The Cities and Wilds of Andalucia, MURRAY, Robert Dundas. Original British Library HMNTS 10160.c.31.
El mirador en la actualidad, empequeñecido por construcciones posteriores.
Este último es muy interesante pues responde al modelo “de sillón” tan extendido en Cádiz, y además no se enfrenta al rio y el puerto, como otros ejemplos que luego repasaremos en memoria fotográfica, sino que se eleva por encima de la altura que tuvo la desaparecida muralla y su Puerta.
Para su descripción acudimos al citado investigador González Moreno: “Su cuerpo es de planta cuadrangular, que emerge de la cubierta del edificio, y aloja la caja de la escalera, con balcones y ventanas abiertos a los costados exentos, frente a la azotea. Su espaldar está rematado por un frontón mixtilíneo, que acaba en veleta, y sus brazos tienen forma de roleos, que mueren en las pilastras delanteras. Cierra el resto del conjunto una artística baranda de hierro. La parte trasera está cubierta y resguarda de la lluvia al que suba al mirador. Para mejor divisar los contornos ofrece varias ventanas, y balcones que dan luz al interior”
También por González Moreno sabemos que una casa, en la misma ubicación que la que vemos actualmente en la que existe este mirador, había sido construida por el hospital de "las Bubas" o de San Cosme y Damián, y “tomada a censo” o alquilada sucesivamente por varias personas desde comienzos del siglo XVI hasta su venta en los años iniciales del siglo XIX, después de pasar por varias reconstrucciones.
Aunque en los grabados más antiguos no se ve este mirador sí que se aprecia claramente en el apunte de la Puerta La Carne y las murallas que Richard Ford dibujó sobre 1830 ó 1832, posteriormente también fue dibujado por Joaquín Domínguez Bécquer en 1849. Además por las características constructivas de la casa actual y la decoración del mirador, éste puede fecharse aproximadamente a fines del siglo XVIII.
La Puerta de la Carne y la muralla, Richard Ford, 1830 aprox.
Se señala el mirador
No fue un ejemplar raro o escaso, tenemos testimonio gráfico de otros miradores o atalayas y uno aún se mantiene en pie desde época medieval: la torre de Don Fadrique dentro del antiguo convento de Santa Clara, que fue parte de un sistema defensivo de la ciudad o particular pero también torre o mirador de recreo, sobre todo si atendemos a ciertas leyendas.
La Torre de Don Fadrique asoma tras un muro
Pero vamos a otros ejemplos de los que nos quedan, más cercanos en su fecha a nuestra actualidad. A fines del XIX y en el primer cuarto del siglo XX se construyeron miradores con la función de servir como elemento recreativo, incluso para huir del calor en las noches del verano, pero también como muestra de prestigio social de los dueños de las casas. Ejemplos pueden ser el de la calle Carlos Cañal y el que se levanta en la calle Amor de Dios, obra de 1929 de Juan Talavera y Heredia por encargo de Ramón María Ferrero de Andrade y que presenta una curiosa arquitectura historicista.
Miradores de la calles Carlos Cañal y Amor de Dios
Nos quedan otros miradores aunque no pueden apreciarse fácilmente, sobre todo desde las calles. Ese es el caso de varios miradores existentes actualmente en la zona de San Isidoro.
Miradores de Sevilla
Existieron numerosos ejemplos que desgraciadamente no nos han llegado. Aunque algunos se levantaron en zonas algo alejadas del rio, otros tuvieron otras funciones no únicamente recreativas pues se ubicaban sobre todo en casas cercanas al Guadalquivir y a su puerto fluvial, centrándose en fines de gestión de la antiguamente activa vida comercial de Sevilla, ya que desde ellos se veía la entrada de buques y sus mercancías.
Disponemos de un excepcional documento gráfico que documenta la existencia de las citadas torres o miradores gracias al fotógrafo francés, Jean Laurent (1816 - 1886) que tanto trabajó en Sevilla y por todo nuestro país. En los cinco viajes que realizó a esta ciudad, entre 1857 y 1880 tomó más de 400 imágenes. Hoy los originales se custodian en la Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España del Ministerio de Cultura procedentes del Archivo Ruiz Vernacci.
Entre ellos sobresale el mencionado documento gráfico, que es una de las mejores obras de Laurent: la 'Vista panorámica de Sevilla' (1866), que comprende siete tomas desde Triana con el Guadalquivir en primer término, en tamaño 30 por 40; unidas forman un conjunto que muestra todo el frente del centro de la Ciudad hacia el rio, en la tradición de las primeras vistas o imágenes de Sevilla. Laurent sigue una visión de representación de la Ciudad que pervive a través de los siglos y llega incluso al siglo XIX en su obra fotográfica, pues las primeras imágenes de Sevilla nos presentaban su cara hacia el Guadalquivir, como elemento gráfico de la importancia del rio y el comercio en los años de mayor auge de la Ciudad, así figura en el “Civitates Orbis Terrarum…” que realizó Georg Braun (1541-1622) y grabó Franz Hogenberg (1535-1590), y en la obra “Hispalis vulgo Sevilliae urbis toto orbe celeberrimae hispaniaeque primariae”, de Simon Frisius editada por Johannes Janssonius en 1617.
FRISIUS, Simon, Hispalis vulgo Sevillae urbis toto orbe celeberrimae hispaniaeque primariae, Johannes Janssonius, 1617.
Fuente: British Library, 49 x 225 cm. Maps K.
Una copia de esta obra fotográfica, excepcional por su calidad y valor documental, figuró en exposiciones sobre la historia de Sevilla y actualmente puede visitarse en el patio de la sede del CICUS, centro cultural de la Universidad de Sevilla, en la calle Madre de Dios.
Reproducción de la 'Vista panorámica de Sevilla' (1866) en una exposición
En detalles extraídos de esta Vista Panorámica de 1866 vemos varios ejemplos de los antiguos miradores sevillanos en distintas ubicaciones, como la zona entre el actual Paseo de Colón y la iglesia de San Pablo o La Magdalena, en la Casa de la Moneda, entre el rio Guadalquivir y el Salvador y en otros lugares del centro de la ciudad.
'Vista panorámica de Sevilla' (1866), Jean Laurent, detalle.
Mirador entre el actual Paseo de Colón y San Pablo
'Vista panorámica de Sevilla' (1866), Jean Laurent, detalle.
Mirador en la Casa de la Moneda
'Vista panorámica de Sevilla' (1866), Jean Laurent, detalle.
Miradores en la zona centro de Sevilla
'Vista panorámica de Sevilla' (1866), Jean Laurent, detalle.
Miradores en la zona entre el rio y el Salvador
Pequeños detalles en una ciudad grande.