Provincia. La Virgen del Águila visitó a las Hermanas Clarisas y a la Adoración Nocturna
Juan Escamilla Martín. Con motivo del XXV aniversario de su coronación canónica, la hermandad de la Virgen del Águila, patrona de Alcalá de Guadaira, ha organizado una novena itinerante, cuyo primer día se ha celebrado en la iglesia del Monasterio de Santa Clara, a donde fue trasladada la sagrada imagen desde su santuario por la Antigua y Franciscana Sección de Alcalá de Guadaira de la Venerable Archicofradía de Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, que reside en dicho templo conventual.
Así, a las 21:30 del día 5 de agosto, comenzó el traslado de la Santísima Virgen, portada por la cuadrilla de costaleros que anualmente realiza el Vía Crucis cuaresmal del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, uno de los titulares de la Sección Adoradora de Alcalá, en un cortejo precedido por la cruz alzada del Monasterio y la bandera de la Adoración Nocturna Alcalareña, en el que se integraron numerosos fieles y devotos, así como miembros de su hermandad y las Siervas del Hogar de la Madre, comunidad de Hermanas que cuidan del Santuario, y que la acompañaron durante todo el recorrido, que fue el siguiente: salida, Cuesta de Santa María, Sánchez Perrier, José Lafita, Plaza del Duque, Ayuntamiento, Nuestra Señora del Águila y entrada.
Durante el trayecto, en el que las mencionadas hermanas rezaron el Santo Rosario, fueron también numerosos los alcalareños que se acercaron a las andas para portar a la Santísima Virgen. En la mediación de la Cuesta de Santa María, se hizo un alto para hacer una oración por las víctimas del accidente laboral ocurrido hace pocos días en aquel lugar. Al finalizar esta calle, las campanas de la esbelta torre de Santiago el Mayor repicaron alborozadas al pasar la Virgen.
A su llegada al Monasterio, entre el repique alborozado de las campanas de la espadaña, la sagrada imagen entró, con una difícil maniobra debida a la estrechez de la puerta, con un gran aplauso de los presentes, y quedó depositada frente al altar mayor, saludando así al Santísimo Sacramento, presente en el sagrario, entre los cantos de bienvenida de las monjas. Después se giraron las andas para acercarla a la reja del coro bajo y cumplimentar a la Comunidad de Hermanas Clarisas, que cantaron otro tema, mientras que desde el coro alto caía sobre la Virgen del Águila una lluvia de pétalos blancos de rosa, emulando al bello rito de la basílica romana de Santa María la Mayor, precisamente en el día 5 de agosto, en conmemoración de la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, que dio origen a tan importante templo, con otro prolongado aplauso de los fieles que atiborraban el templo.
A continuación fue subida al presbiterio quedando las andas en el lado de la epístola, justo debajo de la imagen de San Francisco, y teniendo al lado al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, componiendo así un bello y simbólico conjunto.
La reverenda madre Abadesa, Sor María del Águila Mateo Serrano, dirigió unas emotivas palabras a la Virgen del Águila, ofreciéndole un rosario en nombre de la comunidad, que le fue colocado en la saya, así como el báculo de Abadesa que ostenta siempre que visita el monasterio.
La mañana del día 6, primero de esta Novena Itinerante, comenzó pronto, ya que a las 7:30 ya estaba abierta la iglesia para que los fieles y devotos pudieran ir accediendo al recinto, que se había reforzado con varias filas de sillas junto a los bancos habituales, y el patio anexo al templo, donde se habían colocado también filas de sillas.
A las 8:15, como estaba previsto, comenzó el rezo del Santo Rosario, que dio paso a la Santa Misa, con la liturgia propia de ese día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor en el monte Tabor. El celebrante fue el Rvdo. D. Juan Francisco Gutiérrez García, sacerdote alcalareño y muy vinculado a la Adoración Nocturna, ya que es hermano adorador de la Sección Alcalareña, asistido por el Rvdo. D. Pedro Sola Sola, Rector del Santuario de la patrona.
El resto de la mañana permaneció abierta la iglesia para permitir el incesante ir y venir de devotos que quisieron visitar a la Virgen del Águila en el Monasterio de Santa Clara. Asimismo, fueron numerosos los fotógrafos que acudieron a inmortalizar la bella estampa de la Santísima Virgen en el presbiterio, junto al Santísimo Cristo de la Vera+Cruz. A las 12:00 del mediodía se rezó el Ángelus.
Ya por la tarde, a las 18:00 horas se abrió la iglesia para permitir la entrada de los devotos que se fueron acomodando para la novena vespertina, hasta llenar completamente el aforo del templo y del patio, y que fue seguida incluso desde la calle por muchos de ellos que no pudieron acceder.
El rito, oficiado por los mismos sacerdotes antes mencionados, consistió en la Exposición del Santísimo Sacramento, rezo del Santo Rosario, Ejercicio de la Novena, celebración de la Palabra, bendición con su Divina Majestad y Salve a la Virgen. Una vez terminado, un grupo de Hermanas Clarisas de la Comunidad, oriundas de Kenia, ofrecieron un baile típico de su etnia a la Madre de Dios.
Seguidamente se organizó la despedida y salida de la Virgen, para ser entregada a la siguiente Comunidad que la recogía para el segundo día de la novena, en este caso la Comunidad Salesiana de Alcalá que la conduciría hasta la Capilla de Nuestra Señora del Carmen. El presidente de la sección Adoradora Alcalareña, al organizar la despedida, dirigió unas breves palabras, para recalcar el insólito hecho histórico de que en las veinticuatro horas que la Virgen del Águila había estado en el Monasterio, habían coincidido allí, tres de las devociones más antiguas e importantes que había tenido la ciudad a lo largo de su dilatada historia, pues, además, de la Patrona, estaba la Santísima Virgen, Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Consolación y Gracia, devoción medieval, surgida según la tradición en 1246, en el campamento con que San Fernando III tuvo cercada la fortaleza musulmana de Alcalá, y en el que, según la leyenda, unos ángeles le hicieron una imagen de la Virgen según él la había visto en un sueño revelador de su triunfo, por lo que aquel lugar se llamó desde entonces “de los Ángeles”, y siendo éste el título que los frailes Franciscanos que acompañaban al rey santo dieron a su convento alcalareño erigido pocos años después, cuyo altar mayor siempre estuvo presidido por la Santísima Virgen Reina de los Ángeles. Y también la del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, devoción pasionista franciscana asociada a la Orden, también implantada en la ciudad por los propios frailes, estando establecida su Hermandad de penitencia (la más antigua según la documentación existente) en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles, cenobio que subsistió hasta el siglo XIX: imágenes sagradas que se encuentras actualmente en el Monasterio de Santa Clara porque son actualmente los titulares de la Archicofradía de Adoración Nocturna, que recuperó estas devociones ancestrales de la ciudad.
Una vez alzadas las andas, la Virgen del Águila quedó un instante frente a la Reina de los Ángeles, en un simbólico saludo, componiendo una bella imagen. Seguidamente, una vez bajada del presbiterio se dirigió nuevamente por el pasillo central al coro bajo para despedirse de las Hermanas Clarisas. Entre el fervor de los presentes.
Y ya en la calle, superada la angosta salida, y arriadas las andas, se realizó el simbólico acto de entrega de la sagrada imagen a la Comunidad Salesiana que se hacía cargo del segundo día de la novena, entre el abrazo de capataces y costaleros al relevarse, de miembros de las juntas de gobierno, etc.
Unas jornadas, las del 5 y 6 de agosto, que quedarán, han quedado ya, en los anales y en la memoria, tanto de la Comunidad de Hermanas Clarisas como de la Archicofradía de Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, vividas con gran intensidad por ambas instituciones, así como por el pueblo fiel de Alcalá.
Fotos: Ismael Pérez.