Paseo Lírico por las calles de Sevilla. Juan Manuel Labrador (VIII)

XIV. San Martín

Atravesamos la calle Viriato, cruzamos Amparo, donde se encuentra la recuperada capilla del Hospital de los Viejos, y alcanzamos así la discreta Plaza de San Martín, recóndito espacio donde siempre huele a vida y a esperanza.

La Plaza de San Martín
al alma quiere embriagar
con ese olor a azahar,
a geranio y a jazmín,
siendo un pequeño jardín
inundado de frescura,
brotando allí la ternura
que a la vida dulcifica,
y con ella fructifica
nuestra esperanza más pura.

XV. San Lorenzo

Y tomaremos la calle Divina Enfermera, arribaremos a la Plaza de la Europa , y atravesando la Alameda de Hércules, alcanzaremos el pacífico barrio de San Lorenzo, donde Dios se nos hace presente en cada esquina, en cada ventana, en cada puerta, porque para la fe nunca han existido barreras que impidan su presencia.

Brotaron los amores y el silencio
en este barrio clásico y tranquilo,
antigua y devota feligresía
llena de secretos conventuales.

Por Santa Rosalía y San Antonio,
Santa Clara, Santa Ana y San Clemente,
nos convocará Dios sacramentado,
y en el centro de todo, San Lorenzo.

En esta plaza se detiene el tiempo,
y el viento susurra en nuestros oídos
versos de Bécquer y de Montesinos.

El aire huele a cera derretida,
pues la verdad de la fe se presiente
al descubrir el Gran Poder de Cristo.

Fotos: Francisco Santiago