La tradición de vestir a las Vírgenes de luto en Sevilla: una muestra de devoción y memoria
Fco Javier Montiel. Noviembre, mes de los difuntos, llega a Sevilla con un tono de recogimiento y oración. Las hojas caen, el aire se enfría y, en los templos hispalenses, las imágenes marianas cambian sus ricos mantos bordados en oro por telas oscuras y sobrias. Es el tiempo en que las Vírgenes se visten de luto, una tradición que hunde sus raíces en la historia y que sigue viva en el corazón cofrade de la ciudad.
Ntra Sra de las Lágrimas. Hdad de la Exaltación
Una costumbre con siglos de historia
La práctica de vestir a las imágenes de la Virgen con ropajes de luto tiene su origen en los antiguos usos funerarios. Ya en el Imperio Romano, el color oscuro simbolizaba el duelo; la toga pulla, hecha de lana negra, era la vestimenta reservada para los periodos de luto. Con el paso de los siglos, esta costumbre se consolidó en Europa cristiana. Durante la Edad Media y el Renacimiento, vestir de negro ante la pérdida de un ser querido era una señal de respeto, modestia y dolor compartido.
En Sevilla, donde la religiosidad popular se funde con el arte y la tradición, esta simbología se trasladó a las imágenes marianas. Las Dolorosas, representaciones de María en su faceta de Madre Doliente, son vestidas con mantos negros, sayas sobrias y tocas sin adornos, evocando el sufrimiento de la Virgen ante la Pasión y Muerte de su Hijo.
Noviembre, mes del luto y la oración
El mes de noviembre es especialmente significativo para las hermandades y cofradías sevillanas. Las corporaciones celebran durante estos días cultos y misas en memoria de sus hermanos difuntos. Es también cuando muchas de las Vírgenes de la ciudad aparecen revestidas de luto riguroso.
Entre las imágenes que cada año se visten de negro destacan la Virgen del Valle, en su convento de la Anunciación; la Virgen de la Soledad de San Lorenzo; la Virgen del Dulce Nombre, la Virgen de las Aguas del Museo o la Virgen de la Victoria de la Hermandad de las Cigarreras, entre muchas otras. Cada una, según su estilo y tradición, adapta su indumentaria a este tiempo de duelo, ofreciendo al devoto una imagen de sobriedad y serenidad que invita a la oración.
Ntra Sra de la Candelaria
Ntra Sra de la Soledad de San Lorenzo


Ntra Sra de los Dolores. Hdad de las Penas de San Vicente
Ntra Sra del Dulce Nombre
Maria Stma de la Antigua. Hdad de Santa Cruz
Maria Stma de los Dolores. Hdad de Santa Cruz
Virgen de Loreto. Hdad de San Isidoro
Virgen del Valle
Virgen del Mayor Dolor y Traspaso. Hdad del Gran Poder
Virgen de Guía. Hdad de la Lanzada
Virgen de las Penas. Hdad. de Santa Marta


Virgen de la Esperanza. Hdad. de la Trinidad
Virgen del Subterráneo. Hdad de la Sagrada Cena


Virgen de los Remedios. Hdad de las Siete Palabras


Virgen de la Cabeza. Hdad de las Siete Palabras
Virgen del Socorro. Hdad del Amor
Ntra Sra del Buen Fin. Hdad de la Lanzada
Virgen de Araceli
El significado espiritual del luto
Vestir de negro no es solo una cuestión estética. En el ámbito cofrade, el luto simboliza el recogimiento y la esperanza en la vida eterna. La Virgen, en su advocación dolorosa, acompaña el sufrimiento de la humanidad, y su imagen vestida de luto recuerda a los fieles la unión entre la Pasión de Cristo y el tránsito de nuestros seres queridos.
Aunque el luto ha caído en desuso en la vida cotidiana, en las hermandades sevillanas sigue siendo un gesto de profundo respeto y fe. Es, además, una forma de mantener viva la memoria de aquellos que formaron parte de la historia de cada cofradía, y cuya huella sigue presente en la devoción popular.
Tradición, arte y devoción
Detrás de cada cambio de vestimenta hay un equipo de camareras y vestidores que preparan con mimo cada detalle. El terciopelo negro, los encajes antiguos, los rosarios de azabache y las coronas sobrias sustituyen a los brillos de la Semana Santa, dando paso a un tiempo de introspección. El arte y la devoción se unen en un silencio reverente, donde el negro se convierte en color de fe.
En una Sevilla que vive intensamente su religiosidad, la tradición de vestir a las Vírgenes de luto no es solo un vestigio del pasado, sino una manifestación viva de amor, recuerdo y esperanza. Porque el luto, lejos de ser tristeza, es también oración y promesa de resurrección.
Fotos: Sergio Montiel Pajares y Fco Javier Montiel
